Capítulo # 54 Héroe

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Andrea Pov

Desde que había llegado a la casa de Adam, era la primera vez que me encontraba sola. Él se encontraba en una de las habitaciones junto a los niños. Me había pedido dejarlo ir a dormir a los pequeños, y yo que necesitaba respirar un poco, había aceptado de buenas ganas.

Era casi aterrador pensar que Adam tenía la capacidad de hacerme olvidar todo, ya que en todo el día que había estado a su lado, no había pensado en ningún minuto en lo complicado que se me presentaba mis circunstancias, pero él me dejaba unos segundos y volvía a torturarme rememorando los acontecimientos de hace unas horas.

Respiro profundo tratando de serenarme.

Sentía el pecho adolorido, ya estaba tan cansada de seguir sufriendo por Justin. ¿Por qué siendo él el que había fallado, tenía que pagarlo yo?

Sacudo la cabeza, y me paso las manos por la cara.

—¿Estás bien, hermosa?

Levanto la mirada hacia Adam. Se veía preocupado por mí. Un calor bastante agradable, muy parecido a la ternura empieza a invadirme, aliviando mi dolor.

—Lo estoy, no te preocupes.

Me caliento las manos con la taza, a la vez que miro alrededor, juzgando mi entorno bastante hogareño y acogedor, lejos de parecer un departamento de soltero. Tenía que admitir que la casa de Adam era hermosa, espaciosa y de muy buen gusto.

—Tu casa es preciosa, Adam. Tienes talento decorando —le digo tratando de cambiar de tema, odiaba pensar en Justin mientras estaba con Adam. Era como intoxicar nuestros momentos.

Los ojos de Adam brillan de modo extraño, que por una insólita razón, me hace estremecerme.

—Gracias —dice con desazón.

—Tienes una vista espectacular de Londres aquí —continúo insistiendo.

—Sí —contesta—, por eso me decidí por este departamento —me explica sonriendo tristemente.

Adam nunca estaba así, triste, desanimado, abatido, por lo mismo es que sé que detrás de esto, hay algo que oculta.

—¿Cuándo será el día en que te abras a mí? —pregunto ya no pudiendo guardar la curiosidad a su historia. Muchas veces cuando hablábamos notaba su distanciamiento, que algo le afectaba, era extraño verlo apagarse cuando siempre había sido tan entusiasta con todo el mundo.

—¿No se te pasa nada por alto, eh?

—Mi profesión me obliga a ser más perspicaz que los demás y pensar con más agudeza —comento, aunque luego pienso que no tuve agudeza con mi propio marido. De haberlo hecho, mi historia sería completamente diferente—. Y... ¿Me contarás?

—Esta casa no la decoré yo solo, tuve mucha ayuda, de la que fue mi novia en ese entonces.

Su confesión me sorprende. No por lo de la novia, si no por la melancolía en su voz.

—¿Qué pasó con ella?

—Se fue.

Esa respuesta tenía demasiadas posibilidades, pero no sabía si seguir insistiendo en algo que claramente le dolía. Pero no tuve que decidir si seguir preguntando o no, ya que fue el mismo Adam que sacio mi intriga.

—Falleció.

—Lo siento muchísimo —comento, sin saber que más decir.

—Gracias —contesta, luego me cuenta—. Ella era magnifica. ¿Recuerdas cuando te dije una vez que no entendía porque me pasaban las cosas? ¿Qué no sabía hacia dónde dirigirme? Después de su muerte me sentía tan perdido, y no sabía que hacer con mi vida. Hacía las cosas porque sentía que debía hacerlas. Ella antes de morir me dijo que iba a conocer un diamante mejor que ella. Que la vida me estaba poniendo a prueba, que lo que estaba viviendo junto a ella era para conocer a alguien más —sacude su cabeza, con su rostro lleno de rabia—. Estaba tan enojado con ella por decir esas estupideces. Pero luego con el tiempo, me di cuenta de que me estaba dando su beneplácito y sus bendiciones para cuando yo estuviera listo para seguir adelante con otra mujer.

Hoja en blanco ☆ Galena Meyers ☆ Infiel Fiel 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora