Capítulo # 58 Asunto pendiente

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Sé humilde para admitir tus errores, inteligente para aprender de ellos y maduro para corregirlos

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humilde para admitir tus errores, inteligente para aprender de ellos y maduro para corregirlos.

Andrea

—Aquí me tiene, jefa. ¿De qué quería hablarme?

Dejo los documentos que tengo en las manos encima de mi escritorio y me giro a mirar a Adam.

Como siempre, mi vista se recrea en su escultural físico, pero ahora además, mi deseo se despierta y mis sentidos se agudizan sabiendo de lo que es capaz su cuerpo de hacerle al mío.

—Jefa, deje de comerme con la mirada. Eso es acoso laboral. —Se burla, con cara de pillo.

Sonrío tontamente y le pido :—Cierra la puerta y siéntate.

Adam lo hace, pero va más allá, poniéndole el pestillo.

Subo una ceja cuando nuestros ojos se encuentran. Tiene una mirada arrogante, llena de promesas traviesas. Mis hormonas empiezan a danzar dentro de mí, queriendo que lo permitiera hacerme lo que quisiera, entregarme a sus deseos, pero no era para eso que le había pedido que viniera.

Teníamos que hablar.

Ayer apenas lo hicimos. Estuvimos más ocupados devorándonos mutuamente que de dejar las cosas claras, y cuando me vine a dar cuenta, la noche se me había caído encima y debía cumplir con mis obligaciones de madre.

Eso ante todo. Siempre sería lo primero en mi vida. Mis hijos. Por eso debía; como ya le había dicho a Adam más temprano, poner reglas.

—No te hagas ilusiones, cielo, no te cite para nada de lo que estás pensando.

—Un hombre tiene permitido soñar —dice.

—Vamos a soñar, pero no ahora —confirmo sus palabras, él me sonríe radiante—. Pero ahora necesito que transparentemos todo y que vayamos en la misma página.

—Te escucho. —Se acomoda bien en la silla y yo hago lo propio.

Me miro las manos por un momento. De pronto siento la garganta seca, y las paredes de mi oficina improvisada me encierran. No quiero decir nada que pueda ahuyentarlo. En poco tiempo se había transformado en todo lo que necesitaba para respirar. Sin él, honestamente no sabía si podría seguir. Lo necesitaba; como amigo o como amante, ambas o alguna de ellas, pero la cosa era tenerlo presente en mi vida.

—Sabes mejor que nadie lo que pasa en mi vida, sabes que todavía no soy una mujer libre, en lo que concierne a la ley y que probablemente lo que estamos haciendo no es correcto.

Lo veo moverse incómodo, pasarse una mano por el cabello y mirar a cualquier parte, menos a mí.

Continuo: —Pero a pesar de eso, no puedo imaginar mi vida de ahora en adelante sin ti en ella. Eres una parte importante de mi día a día. No quiero perderte porque los dos busquemos cosas distintas —constato—. Adam, yo por ahora no puedo ofrecerte nada más que amistad y encuentros clandestinos. Y tú mereces mucho más que eso. Muchísimo más. Odio que seas un secreto en mi vida, pero por ahora solo es eso lo que tengo para darte.

Hoja en blanco ☆ Galena Meyers ☆ Infiel Fiel 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora