Capítulo # 34 Huracán

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Allan me observa y yo bajo la cabeza avergonzado, nervioso y asustado

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Allan me observa y yo bajo la cabeza avergonzado, nervioso y asustado.

Todavía estoy desnudo, solamente con la toalla, y eso me hace sentir horriblemente desvalido y vulnerable. Sobre todo, teniendo en cuenta, que mi vida tal y como la conozco, se encuentra literalmente en su criterio.

—Deja que te explique antes de que me juzgues.

Allan levanta una mano callándome en el acto. —No quiero saber nada. Tú sabrás lo que haces. Te vine a buscar, Andrea era la que te venía a apurar —mueve la cabeza de un lado a otro—, menos mal que le dije que se quedara abajo como buena anfitriona.

Me estremezco cuando nombra a mi esposa, y lo cerca que estuve de perder todo. De inmediato maldigo la impulsividad de Rachel y mi poco criterio de hacerle preguntas aquí. Debería haberla echado de inmediato.

—Allan, por favor, yo...

—No voy a decir nada, no quiero saber nada, y tampoco me interesa escuchar tus errores, lidia y limpia tú sólo tu conciencia, no me lo cargues a mí. Y no te demores tanto, sino tu esposa va a venir a buscarte.

Si bien su tono de voz fue duro, frío e impersonal, la falta de rabia y la falta de reproches más agudos, me sorprendió en demasía. Aún podía recordar el día que me advirtió de no hacerle daño a Andrea, fue categórico en su postura, ahora que sus preocupaciones se habían cumplido, la falta de enojo me dio vuelta el estómago. No entendía porque su pasividad en este tema me aterrorizaba más que la falta de reclamos, pero lo hacía. Para mí su reacción era extraña, y contra más lo pensaba más escenarios y causas horribles llenaban mi mente explicándome su actitud.

—Amigo, fue solo un error de una sola noche, y nunca volverá a pasar. —A pesar de que él no quería saber nada, egoístamente necesitaba sacarlo de mi pecho y contárselo a alguien, porque hasta que Allan me lo había dicho, no me había dado cuenta, tenía la culpa tan atragantada que el poder compartir esta pesadilla, me aligero un poco el peso.

—Espero que tengas razón. —Me miro significativamente, tal vez con un poco de ironía y pena a la vez—. Apresúrate en bajar.

Escalofríos me recorrieron cuando cerro la puerta y me dejo solo con mi conciencia.

Hoja en blanco ☆ Galena Meyers ☆ Infiel Fiel 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora