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Isabela

Después de comer un poco durante el camino, mi hermano y yo decidimos descansar, por lo que el viaje se hizo más corto de lo que esperaba. Él se despertó unos minutos antes que yo, ambos con un poco de mareo y una extraña sensación que quizá llegó por estar en medio del mar. Cuando el guía informó que estábamos por llegar, él procedió a despertarme.
Por fin habíamos llegado a ese hermosa torre. Entramos en la zona que el guía llamó: La Base de Vida. Nos dio un recorrido por aquel inmenso lugar, caminamos por muchos pasillos, hasta que llegamos a un enorme salón. Era gigante, el piso, las paredes, los candelabros, hasta la gran tarima que nacía desde el final de la sala y que no pasaba desapercibida. Se notaba que ese lugar había sido hecho con la mejor calidad de materiales. Estaba lleno de lujos, era de primer mundo.

—Muy bien —dijo el guía —, nuestra primera parada es aquí. Esta es la Sala Principal, explicando brevemente, este será el lugar donde vendrán durante los tiempos de alimentación, o cuando los Maestros necesiten dar algún tipo de información. Ahora que saben la función principal de este lugar, continuemos con el recorrido, ahora iremos a la parte más importante para ustedes en La Base de Vida.

Nuevamente nos llevó por algunos pasillos con vistas al exterior, desde ahí todo se veía hermoso. Se podía ver la playa y hasta se alcanzaba a ver la isla en la que se supone que íbamos a estar jugando durante los siguientes días. Llegamos a una puerta negra que de no ser porque tenía un marco color verde se habría camuflado con el color oscuro de la pared.

—Solamente ustedes y su Maestro tendrán acceso a este salón, de hecho, para poder entrar necesito la ayuda de alguno de ustedes. —Informó el guía.
—¿A qué se refiere? —Preguntó uno de los chicos.
—Bueno, ¿qué te parece si lo descubres tú mismo? —Animó el guía. —¿Ves ese panel en la pared?
—Lo veo. —Afirmó el chico.
—¿Puedes poner la palma de tu mano sobre él? —Pidió el amigable guía.

El chico lleno de curiosidad recostó su mano sobre el panel que descansaba sobre la pared, justo al lado de la puerta, que de inmediato se abrió.

—Las puertas están programadas para que solamente los miembros de su determinado equipo puedan abrirlas.
—¡Genial! —Dijo alguna de las chicas que nos acompañaba.
—Por favor, vamos adentro. —Nos invitó.

Ese era un lugar muy espacioso, más que la sala de estar de mi casa. Las paredes eran blancas, y todos los muebles tenían un color verde que parpadeaba de vez en cuando. Había una gran cantidad de comida ahí, incluyendo comida chatarra. El salón estaba acompañado de electrodomésticos que nos ayudarían a cocinar, no había ningún televisor en el lugar. El salón tenía forma circular, en el fondo se podían ver diez puertas.

—¿Adónde llevan esas puertas? —Pregunté.
—Detrás de esas puertas está la habitación de cada uno de ustedes —informó el guía —, no tendrán que pelearse por escoger, pues cada uno tiene una habitación acondicionada según sus necesidades.
—¿Y cómo sabemos cuál es la de cada quién? —Preguntó mi hermano, que aún seguía inspeccionando el salón.
—Eso lo sabrán porque cada puerta tiene grabado el nombre de su propietario cerca del pomo.
—Entiendo. —Dijo Mateo.
—Muy bien. Este creo que ha sido mi trabajo hasta ahora. —Informó el guía. —Una instrucción más, por favor apenas tengan la oportunidad vayan a su habitación, ahí verán un armario, en el cual estarán los trajes que deberán utilizar para los juegos, por favor pónganse uno. Después de eso, tendrán tiempo para conocerse. Pronto recibirán nuevas instrucciones.
—Muy bien. —Dijimos a una voz.

Procedimos a buscar qué habitación nos tocaba. Mateo rápidamente encontró la suya y después de ver dos o tres puertas encontré la mía. Era hermosa, como el resto de las cosas que había en toda la Base de Vida, contaba con una cama enorme, un baño personal que no era para nada pequeño, muchos tipos de champús, jabones y otros objetos dedicados a la higiene personal. Algo que me llamó la atención de ese lugar es que había dos armarios, revisé ambos. En uno de ellos había una gran cantidad de ropa particular, muy acorde al estilo que yo vestía. Esa gente había pensado absolutamente todo, aunque me parecía extraño que hubiese tanta ropa, no era necesaria, incluso con la que yo había llevado era suficiente para ese fin de semana. Procedí a revisar el otro armario y me pareció aún más extraño, pues en ese, al igual que en el otro, había una gran cantidad de ropa, o mejor dicho, trajes, no entendía por qué, pero sin cuestionar mucho, hice caso a lo que el guía nos había pedido.

Elentroia: Un Juego Peligroso [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora