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Isabela

Me sentía intimidada al ver el juego de los rojos. Liquidaron por completo las oportunidades de los morados, nosotros no estuvimos ni cerca de lograr eso. Nuestra victoria no había sido natural, no hacía falta ser un genio para darse cuenta de eso, algo extraño había pasado, ya se había comprobado que la historia del desperfecto en la Tabla de Elías era mentira, y verlos jugar de esa manera solamente me hacía pensar que eran expertos. No había nada que hacer contra ellos y aún así ganamos. Cuando la partida terminó todos en el equipo Verde sentimos un alivio pasajero. Ver a Mateo celebrar era extraño, él no era tonto, de seguro tenía la misma sospecha que yo.
Aún pasado el tiempo no lograba dejar de sentirme preocupada, menos teniendo el traje enfrente, lo veía desde mi cama y pensaba en todo lo que había pasado solamente ese día, no dejaba de doler lo que pasó con mi hermano. No podía dejar de sentirme apenada por los dos equipos que irían a Juicio, al mismo tiempo me sentía tranquila de saber que no seríamos nosotros, también me tranquilizaba pensar que el equipo Azul también se había salvado.
Miré el techo, trataba de digerir todo lo que había estado pasando en los últimos días, y cómo poco a poco los demás jugadores se adaptaban a Elentroia, cómo yo me estaba adaptando al juego.
Tocaron la puerta.

—Isa, somos Alicia y Marianela...
—¿Podemos pasar? —Preguntó Marianela con una voz dulce. —Con los chicos hicimos ensalada de frutas con helado, y nos preguntábamos si querías comer.

No era mala idea distraerme con ellas y no iba a negar ese helado.

—¡Claro, pasen! —Dije animada, o fingiendo sentirme así.

Abrieron la puerta y yo me senté con las piernas cruzadas en la cama. Ambas se sentaron frente a mí y me dieron mi tazón de fruta.

—¿Por qué no estás con todos afuera? Estamos celebrando. —Marianela hizo comillas al decir que estaban celebrando.
—Estaba... pensando. Han pasado muchas cosas en un sólo día. —Respondí antes de comenzar a comer.
—Oye, lo hiciste muy bien hoy, te felicito, fuiste de muchísima ayuda para el equipo. —Alicia tenía una sonrisa en su rostro.
—Me siento mal por la primera partida, realmente desearía haber podido hacer más. —No lo dije angustiada, más bien fue como si me hubiera propuesto esforzarme más la próxima.
—No te preocupes por eso, no tuviste la culpa de nada. No todo el mundo aprende de la misma manera, ni al mismo ritmo.
—De haber estado yo ahí, de seguro perdemos las dos partidas. —Aseguró Marianela con una risa.
—No digas esas cosas, tú lo habrías hecho igual de bien que todos los que jugamos. —Respondió Alicia. Realmente era buena para motivar a otros.
—Hablando de perder partidas —era momento de tocar el tema —, ¿no les pareció extraño que el equipo Rojo perdiera contra nosotros?
—¿A qué te refieres? —Preguntó Alicia.
—¿En serio no notaste que los rojos se dejaron ganar contra nosotros? —Me pareció extraño que hiciera la pregunta.
—Ahora sí me perdieron, ¿dejarse ganar? ¿De qué hablas? —Marianela estaba realmente confundida.
—Vaya..., entonces no fui la única que se dio cuenta. —Alicia suspiró.
—Después de verlos jugar contra los morados era imposible pensar que nosotros fuimos mejores que ellos. ¿Vieron cómo los humillaron? Nunca tuvieron una oportunidad de ganarle a los rojos.
—Pero los morados también atacaron. —Contradijo Marianela. —Ellos también tuvieron oportunidades.
—Cada ataque morado, mejor dicho, cada vez que los morados tuvieron el balón, eso pasó solamente porque el equipo de Elías así lo quiso. —Aseguré sin tener miedo a equivocarme. —Nosotros no ganamos porque jugáramos mejor, ganamos solamente porque ellos nos lo permitieron.
—Estoy de acuerdo contigo. —Alicia arqueó sus labios.
—Entonces, ¿nuestra victoria no fue legítima? —Marianela estaba algo desilusionada.
—Creo que no... —Respondió Alicia.
—De no haber recibido su ayuda, en este momento uno de nosotros se estaría preparando para ir al Juicio.
—La verdadera pregunta es: ¿por qué lo hicieron? —Todas teníamos la misma duda, fue una pregunta que en realidad no esperaba una respuesta. Alicia miró a Marianela. —Por favor, no le digas nada a nadie, los demás no pueden enterarse de esto.
—Tranquilas, aquí se queda el tema. —Juró.
—Gracias. —Sonrió. —Lo mejor será no pensar más en eso, no podemos caer en el juego del equipo Rojo, sea cual sea.
—Tienes razón. —Dije. Aunque en realidad me comía la curiosidad por saber qué era realmente lo que había pasado.
—Entonces hablemos de otra cosa, así dejamos de pensar en eso. —Sugirió Marianela. —Todas las veces que nos hemos reunidos ha sido para entrenar o planear una estrategia, ¿qué les parece si nada más pasamos el rato y nos conocemos un poco mejor?
—Eso me parece buena idea. —Sonrió Alicia.

Elentroia: Un Juego Peligroso [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora