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Isabela

Finalmente estábamos llegando al Centro del Mundo, específicamente a la Estatua de la Vida, que aún seguía inactiva. Nos habíamos atrasado al menos media hora de lo que teníamos previsto, pero el plan seguía en pie, no podíamos echarnos para atrás.
Sentía ansiedad por el plan, no quería separarme de mi hermano, me seguía negando a la idea.

—Es momento de seguir cada uno con su parte del plan. —Habló mi hermano apenas llegamos a la Estatua.
—Mateo... —Dije con un rostro lleno de pena.
—¿Qué pasa? —Preguntó.
—¿Podemos hablar? En privado... si es posible. —Se comenzaba a formar un nudo en mi garganta.

Mateo accedió y nos alejamos un poco del grupo. Sentía que los chicos estaban cansados de mi actitud, pero no lo podía evitar.

—¿Estás completamente seguro de que tú y yo nos separemos es buena idea? —Mi cuerpo comenzaba a temblar por el miedo.
—Isa, ya nos habíamos separado antes. —Acarició mi hombro.
—Sí, y eso casi causa mi muerte.
—Todo va a salir bien esta vez. —Aseguró. —Ambos vamos a llegar al establo que nos toca, y nada malo va a pasar.
—¿Cómo puedes estar tan seguro? —Estaba por completo frustrada.
—Somos el mejor equipo. Confío en mi gente.
—Ese no es un argumento, válido. La confianza no va a evitar que nos ataquen.
—Eres fuerte, sé que puedes hacerlo. —Dijo mirándome a los ojos.
—No estoy segura de esto...
—Alicia estará contigo. Todo estará bien.
—Que Alicia esté, no significa que tú lo hagas.
—Sé que no. Pero confío en que Alicia hará un gran trabajo cuidando al grupo, al igual que sé que tú harás un gran trabajo cuidándolos a ellos también. —Sus palabras estaban llenas de seguridad. Yo deseaba que esa seguridad se pasara a mí. —De eso se trata un equipo: de cuidarse el uno al otro. Que yo sea el capitán no significa que estén cien por ciento seguros, entre todos debemos cuidarnos.
—Entonces debemos estar todos unidos... no separarnos, debemos protegernos. —Argumenté.
—Todo estará bien. Si logramos conseguir la Tabla antes de que anochezca, nos reuniremos hoy mismo, caso contrario, lo haremos mañana a primera hora.
—¿Chicos? —Dijo Alicia mientras se acercaba lentamente. —No quiero parecer entrometida, pero debemos irnos de aquí, somos blancos fáciles.
—Sí lo sé. —Respondió Mateo, después me miró nuevamente. —¿Confías en mí?
—Lo hago... —Dije después de un breve silencio.

Aunque pareciera una respuesta forzada, era verdad, confiaba, pero la preocupación no iba a desaparecer solamente porque creyera en mi hermano. Las posibilidades era muchísimas, y no teníamos control sobre ellas.
Finalizó mi intento fallido para hacer que mi hermano cambiara el plan y nuevamente nos acercamos con el grupo. Era momento de irnos cada uno por su lado.

—Saben cuál es la misión. Si conseguimos la Tabla antes del anochecer nos vemos en la casa del lago. Es el punto medio entre nuestros destinos. Les deseo buena a suerte. Vamos a lograrlo. —Después de eso me miró. —Todo saldrá bien. —Aseguró una última vez. Sin darme oportunidad de responder, miró a Bryan. —Es momento de irnos.
—En marcha. —Asintió Bryan.

En seguida y sin mirar atrás, Mateo y Bryan se fueron en dirección a los Establos del norte.
Mi respiración aumentaba por los nervios de ver a mi hermano alejarse de mí. Era en ese momento, cuando más necesitaba confiar en sus palabras.

—Nosotros también debemos irnos. —Habló Alicia.

En ese momento nos pusimos rumbo a nuestro destino: los Establos del este.
Solamente pensaba en dejar que las capacidades del traje me ayudaran a calmar los nervios. Fue buena idea, en el camino el estrés bajó, todo fue normal por un rato.
Casi una hora después, de habernos puesto en camino nos detuvimos un momento para ver el Mapa, sin embargo, la ansiedad volvió en el momento que fui consciente de que ya no podíamos ver la ubicación de Mateo y Bryan. No lo soporté, me alejé unos metros de mis compañeros y me puse de cuclillas, el estrés, la ansiedad, los nervios, todo aquello negativo que me rodeaba me consumió y comenzaron a salir lágrimas de mis ojos. Alicia se percató de inmediato de que no me había agachado para descansar.

—¿Qué pasa, Isa? —Preguntó preocupada, mientras se acercó.
—No puedo, necesito estar cerca de Mateo. —Expliqué mientras respiraba profundo.
—Él nos necesita. —Dijo ella. —Yo también desearía que no tuviéramos que hacer esto, que estuviéramos todos juntos, pero si queremos ganar, esto es necesario.
—Isa..., yo también siento miedo, no pienses que no entendemos cómo te sientes, pero debemos ser fuertes por el equipo. —Agregó Daniel al ver la escena.
—La última vez que me separé de él casi muero. —Respiraba con rapidez, sentía cómo la ansiedad trataba de salirse de control.
—Oye, oye, espera. —Alicia se molestó por mis palabras. —¿Olvidaste lo que nos dijiste a Marianela y a mí aquella vez en tu habitación? ¡Tú no eres una carga! —Marcó sus palabras. —¡Eres fundamental para nuestro equipo! Lo que pasó en las cascadas ya está en el pasado, no significa que va a volver a pasar, ya no somos novatos en este juego. Isa, necesitamos, no —corrigió —, necesito que mi amiga se llene de seguridad, esa seguridad que este maldito juego le ha hecho perder, o sino, no podremos llegar a nuestro objetivo.

Maldita sea, Alicia tenía razón. Yo no era así, no era esa persona que cualquier cosa la quebraba, era fuerte. Por mi mente pasó un rápido recuerdo de cómo era mi carácter fuera de la isla, cómo a pesar de todos los obstáculos, enfrentaba la vida con una sonrisa, y con una mente positiva, pensando en que todo pasaría en algún momento y sería mejor. Finalmente hice caso a sus palabras, sequé mis lágrimas y una vez más me puse en pie, como todas las veces que Elentroia me había derribado. No era momento para rendirme.

—Está bien... —Dije.
—¡Al suelo, ahora! —Interrumpió Daniel de un grito. Seguidamente hizo caso a su propia voz.

Ambas nos sorprendimos y de inmediato vi cómo los párpados de Alicia se abrieron con asombro de algo que sucedía a mi espalda. De inmediato se lanzó sobre mí haciendo que ambas cayéramos en el césped que cubría la zona.
Ella quedó sobre mí. Entonces, estando en el suelo, pude ver lo qué había alarmado tanto a mis compañeros. Vi un cohete pasar sobre nosotras, al fallar el objetivo, este siguió su trayectoria hasta impactar contra una roca que estaba tal vez a unos treinta metros de nosotros.

Elentroia: Un Juego Peligroso [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora