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Isabela

Salimos del que había sido nuestro refugio hasta ese momento, la casa en medio del lago, ya no necesitábamos estar más en ese lugar, era el último día de juego y el equipo Verde se puso en marcha hacia El Castillo de Elentroia. Había sido todo muy tranquilo hasta ese momento, nadie se acercó a nuestra zona, ni siquiera habíamos visto a otros jugadores o equipos, todavía nadie había muerto.
Mateo se aseguró de que saliéramos con tiempo, aún faltaba para el atardecer. Él tenía un plan. Desde la primera vez que el equipo Verde estudió el Mapa de Elentroia nos llamó poderosamente la atención un lugar en particular, una isla que se encontraba cerca de los Grandes Condominios, una isla que no tenía ningún dato registrado, no existía información alguna de ese lugar, pero por algo estaba allí, si hubiese sido simplemente una isla los desarrolladores no se habrían molestado en colocarla dentro del Mapa que nos dieron. Esa era nuestra hipótesis.
Nos pusimos rumbo al castillo con anticipación para dirigirnos a esa isla una vez que consiguiéramos la luz de faro.

—¿Por qué esperar hasta la vuelta? —Preguntó Daniel.
—Solamente es una hipótesis. También existe la posibilidad de que en esa isla no haya nada especial. Nuestro objetivo principal en el juego es llevar la luz al Faro, sería irresponsable colocar nuestras esperanzas de ganar el juego consumiendo todo nuestro tiempo en sólo ir a explorar ese lugar. —Explicó el capitán.

La situación con mi persona no mejoraba, era incómodo, no me dirigían la palabra más que preguntarme si tenía hambre. Prácticamente dormí apartada de ellos desde que llegamos a la isla, la ley del hielo era evidente. Mateo solamente me hablaba a la hora de querer darme una orden. Alicia, a quien consideraba mi mejor amiga dentro de la isla, se abstuvo por completo a relacionarse directamente conmigo. Marianela era la única que me hablaba de manera amistosa, sin embargo, cada vez que lo hacía los demás le clavaban una mirada punzante llena de desaprobación.
En ese momento me sentía insegura de mí misma, me consumía la tristeza, mi moral estaba por los suelos. En la Base de Vida por lo menos tenía a Elías, en ese lugar ni siquiera sabía en dónde se encontraba, «¿por qué no sé en dónde está?» Me preguntaba. ¿Por qué aún no había hecho nada para sacarme del equipo Verde? Eso era lo que él me había prometido constantemente durante el último mes.

—¿En cuánto tiempo el Maestro Rojo logrará realizar mi cambio de equipo? No quiero estar en ese lugar ni un sólo momento más. —Preguntaba constantemente a Elías.
—Pronto. Queda poco tiempo para eso. —Era su única respuesta.

¿De verdad era así? ¿En serio Elías estaba moviendo su influencia con el Maestro Rojo para cambiarme de equipo? Comenzaba a dudar de eso. ¿Qué tal si me había equivocado? Tenía miedo de que la respuesta a esa pregunta fuera: sí, me equivoqué.
Finalmente estábamos frente al castillo.

—Es enorme. —Francisco dijo lo que todos pensábamos. —No puedo imaginar lo grande que es por dentro.
—Es por eso que tendremos habilitado el mapa una vez entremos. —Respondió Alicia.
—¿Están todos preparados? —Mateo no apartó la mirada del castillo ni un segundo.

Entre todos intercambiaron miradas, era el momento de entrar. Era un momento decisivo, el equipo Verde pensaba que ese lugar estaba por completo desprotegido, aunque la verdad del caso era que estaba repleto de jugadores de la alianza, esa era la estrategia de Elías.

—Chicos... —Detuve la marcha. —Mejor vayamos todos con armas en mano. —Traté de parecer calmada. Todos me miraron con desconfianza.
—¿Por qué lo sugieres? —Mateo fue directo. —Es obvio que al entrar materializaremos las armas. No sabemos si hay alguien ahí dentro... ¿Hay algo que tú sepas que nosotros no?
—Solamente..., lo decía por precaución... —Bajé la mirada. —No sabía que darías la orden cuando entráramos.

Elentroia: Un Juego Peligroso [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora