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Joshua

Nos encontrábamos a las afueras del castillo.
Analizaba el panorama. Si lo que Mateo nos había dicho era cierto no podíamos solamente entrar. Necesitábamos tener un plan.

—¿Cómo tomaremos esa luz? —Preguntó Sofía a mi lado, con una voz analítica. —Mateo dijo que era una gran habitación. Es un hecho que si esas personas siguen ahí, seremos emboscados. —Afirmó. Todos la escuchaban por medio del comunicador.
—Tengo dos planes, pero el A es dialogar con ellos por lo que creo que tendremos que usar el B. —Dije sin apartar la mirada del castillo. Mis manos aún se encontraban sobre el volante del auto.
—Dialogar no servirá. —Habló Dayanna.
—¿Cuál es el B? —Preguntó Sebas.
—No les mentiré, ir será arriesgado —dije —, no hay forma de entrar en ese castillo sin evitar un enfrentamiento con esa gente, y parece que no tienen intenciones de desalojar el lugar. Uno tendrá que enfocarse en llegar a la luz mientras los demás lo cubren. Es necesario que ellos pongan su atención sobre los que se quedan a defender o no servirá el plan.
—¿Cómo lograremos eso? —Preguntó Elena, con una voz nerviosa.
—El primer plan que hicimos decía que atacaríamos solamente si éramos atacados. Bueno, ahí dentro seremos atacados por nuestros enemigos. —Mi voz era fría. —Las balas que salgan de sus armas deben de ir con la intención de matar.

Sofía no apartaba su mirada de mí.

—Hace un tiempo cuando algunos estuvimos acorralados en el Estadio de Gravedad, se los dije, hoy lo repito. —Miré a Sofía. —Son ellos, o nosotros.

Sofía asintió a mis palabras lentamente.

—Yo iré por la luz. —Ricardo no dudó.
—¿Estás seguro? —Lo miré por el retrovisor.
—Sí, todo estará bien, tranquilos. Solamente encárguense de cubrirme. —Era firme en su decisión.
—Muy bien. Cuando la consigas tendrás que desmaterializarla en el inventario, así nadie te la podrá arrebatar. Analiza bien la habitación para que puedas volver a salvo, eres el único que va a adentrarse completamente. Al entrar lanzaremos granadas de humo para dificultarles la visión, ellos seguramente harán lo mismo. Es vital que tomemos distancia entre nosotros, puede que tengan granadas de hielo, no podemos permitir que con una granada congelen a más de uno. —Expliqué.

Esperamos unos minutos para terminar de afinar los detalles de la estrategia, todo debía salir a la perfección o acabarían con nosotros. Cuando todo estuvo listo entramos en El Castillo de Elentroia. Vimos el Mapa, sabíamos dónde estaba la luz.
Había un silencio absoluto en el lugar, incluso llegando a ser aterrador.
Subimos al piso en el que se encontraba nuestro objetivo. Caminamos con precaución, atentos cada vez que pasábamos por delante de alguna entrada a una habitación, sólo por si había alguien esperando para atacar, finalmente estábamos a unos metros de la entrada de la nuestra.
Miré a mi equipo, les di la orden de esperar mientras veía el lugar. Con arma en mano me puse frente a la entrada de la habitación. El lugar estaba lleno de jugadores del equipo Naranja y Marrón, no logré ver a ningún rojo. Todos estaban armados, me observaban, estaban listos para atacar.
Sabía que estaba poniendo mi vida en peligro al estar frente a ellos, sin embargo me mantuve firme, no les demostré que sentía miedo.

—¡Esto no tiene por qué ser así! —Bajé mi arma, aún no era momento de atacar.
—Esta es la orden que nos dio Elías. —Respondió la capitana naranja sin bajar la guardia.
—Todos ustedes saben al igual que yo que Elías es el mayor enemigo dentro de esta isla. —Tomé aire. —Tal vez más que los Maestros... —Los analicé uno a uno con mi mirada. —Salgan de esta habitación, déjennos tomar nuestra luz, las cosas no tienen que ser así. —Repetí.
—Lo siento, solamente recibimos órdenes del capitán rojo. —Dijo el capitán marrón con una voz hostil.
—Sé que se unieron a él por miedo, pero yo... —miré a mi equipo —, el equipo Azul —corregí —, podemos protegerlos de Elías.
—¿Equipo Azul? —Mario habló con un tono burlón. —¿Hablas del equipo que cree poder ganar este juego sin abrir fuego para limpiar su camino?
—Sí... es verdad, los azules hicimos ese pacto... pero apenas el primer día de juego, yo, el capitán, lo rompí. —Cambié mi discurso —: y si ustedes no salen de esta habitación de forma pacífica, no dudaré en romperla una vez más. —Miré a mi equipo nuevamente. —Plan B. —Les dije.
—¡Fuego! —Ordenó Mario.

Elentroia: Un Juego Peligroso [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora