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Isabela

El mundo me daba vueltas, estaba desorientada. Vi cómo rápidamente Alicia se quitó de encima y por fin logré sentarme, vi a Daniel de rodillas, intentaba levantarse. Lanzó dos granadas de humo seguidas, después materializó una tercera.

—¡Chicas, arriba! —Gritó nuestro compañero con desesperación.

Alicia lo hizo, pero mi cuerpo no reaccionaba, era como si mi cerebro se hubiera desconectado y no lograra darle ninguna orden a mi sistema. Ella me tomó del brazo para ayudarme a ponerme en pie, vi que en medio del mar de humo materializó su yelmo, al igual que Daniel. Yo les seguí.

—¡Cúbranse tras una roca, yo las cubro! —Nos dijo.

Al escuchar que nos estaba protegiendo en la retirada, caí en consciencia: un cohete casi nos vuela en mil pedazos, apenas pudimos evitarlo, y ahora, estábamos siendo emboscados. Mi cuerpo por fin reaccionó a las señales que mi cerebro enviaba. Ambas corrimos y nos cubrimos.

—Ve a la izquierda, ¡esa de atrás! —Ordenó Alicia. Ella se cubrió en una que estaba relativamente más cerca de nuestro compañero.

Ya estando escondidas entre las rocas, Daniel salió de entre la cortina de humo y corrió hasta donde yo me encontraba.

—¿Qué está pasando? —Pregunté tratando de recuperar el aire.
—Estaremos bien. —Fue una promesa.
—¿Cómo estás seguro? ¡Tienen un maldito lanzacohetes!
—No lo usarán más, ya perdieron el factor sorpresa, deben acercarse a nosotros si nos quieren atacar. A corta distancia el lanzacohetes no sirve de nada. —Aseguró.

Me sorprendía que tuviera esa maldita seguridad, él era el mismo sujeto que hacía poco tiempo había sido motivo de nuestras bromas por no conocer bien la isla, ahora se comportaba como si su yo del futuro le hubiera asegurado que íbamos a salir victoriosos de ese lugar.

—Nos hicieron retroceder, si nos vamos desde aquí volveremos al Centro del Mundo. —Alicia siempre tuvo en cuenta el plan inicial.
—¿En serio vamos a enfrentarlos? —Seguía sin entender que esa era una situación real.
—No tenemos otra opción, materializa tu arma, si es que no lo has hecho. —Ordenó una vez más.
—Mierda, mierda... —Materialicé mi SCAR.
—El humo se irá pronto por el viento, y ahí es cuando la lluvia de balas vendrá a nosotros. Tú vas a distraerlos, no pierdas tiempo en apuntar a uno en particular. Daniel y yo vamos a tratar de derribar sus escudos.
—Entendido. —Dije.

Pasaron al menos quince segundos de relativa paz, fue entonces, cuando el humo verde comenzó a elevarse y tomar dirección hacia el oeste.
Daniel se asomó.

—No los veo, deben de estar escondidos entre las rocas. —Avisó.
—Atentos, chicos. —Dijo Alicia desde su posición.

Sonó el primer disparo, no estuvo ni cerca de darnos. Segundos después un objeto llegó rodando cerca de nosotros, era una granada aturdidora.

—¡Chicos, los ojos! —Gritó Alicia.

Todos reaccionamos, y apartamos la mirada al mismo tiempo que los cerramos. La granada no tuvo efecto en nosotros, aunque el sentido de la audición se alteró por unos segundos. Escuchaba que los chicos hablaban por el comunicador, pero no entendía bien lo que decían. Daniel sacudió mi hombro. Comenzaba a recuperarme.

—¿Estás bien? Isa... responde. —Un eco acompañaba su voz. Yo afirmé con la cabeza. —Está bien, Alicia.
—Excelente. —Respondió.
—Sí, ¡estoy bien! —Por fin hablé.
—Seguimos con el plan, lanzaré una granada. —Nos avisó Alicia. —Si logro acertar, ellos van a salir de su escondite, y, a mi señal, nosotros haremos lo mismo. ¡No se queden quietos! ¡No sean blancos fáciles! Isa, sabes tu parte, Daniel, sabes la orden del capitán.
—Lamento saberla. —Dijo Daniel.
—¡Preparados!

Elentroia: Un Juego Peligroso [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora