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Joshua

Estábamos distanciados lo unos de los otros.
Todos sentíamos nervios, ansias, toda esa clase de emociones y pensamientos. Íbamos a competir apostando nuestras vidas. Ese era nuestro mayor premio.
Dayanna nos sugirió estirar nuestros cuerpos antes de comenzar el juego, no fuese a ser que en media carrera alguno sintiera un calambre y nos atrasáramos por eso.
Como capitán intenté mantenerme enfocado en hacer ganar a mi equipo, pero era difícil, y todo lo que sentía solamente hacía que todo fuera más complicado. Trataba de regular mi respiración y que los demás no se dieran cuenta de la taquicardia causada por los nervios de salir a esa isla a jugar.

—Chicos —tenía inseguridad en mi voz —, sé que todos estamos nerviosos por lo que puede llegar a pasar en esa isla, y tienen todo el derecho de sentirse así, pero necesitamos mantener la calma, no permitan que la situación sea más grande que ustedes.
—El capitán tiene razón. —Dijo Marcos. —Debemos ir con una mentalidad ganadora a la isla, es la única manera de salir con vida del juego. —Intentaba motivar a los demás.
—Estoy de acuerdo. —Agregó Sofía.
—Necesitamos un plan. —Me acerqué al sofá. Todos se me unieron.
—¿Alguna idea? —Preguntó Ricardo.
—Es obvio decir que necesitamos encontrar armas. —Dijo Sebas de inmediato. —Solamente en caso de que tengamos que defendernos...
—¿Después de eso qué haremos? —Mariana no dejaba de tocar su cabello, quizá era algo que hacía al estar nerviosa. —¿Nos escondemos?
—No. Eso nos convertiría en un blanco fácil para los demás equipos. —Maquinaba mis teorías.
—¿Entonces? ¿Qué sigue después de eso? —Preguntó la chica consumida por sus nervios.
—Los Maestros hablaron de las inmunidades que hay en la isla. Creo que necesitamos tener al menos una en nuestro control, eso nos daría una ventaja sobre los otros jugadores. —Sugerí.
—Joshua... —conocía ese tono quejumbroso en la voz de Ricardo, sabía que no aprobaba mi idea —, es demasiado arriesgado, ni siquiera sabemos en dónde están. Sería buscar un tesoro a ciegas.
—Bueno, pero ¿alguno no tiene una idea de dónde pueden estar ubicadas? —Esteban por fin opinó.
—Es cierto —dijo Elena —, si alguno sabe dónde puede estar ubicada al menos una, tal vez tengamos una oportunidad.
—Puede que tenga alguna idea, pero todo depende de en qué parte de la Playa Principal comencemos. —Informé.
—Tienes que tener en cuenta que es muy arriesgado, Joshua. —Ricardo seguía sin estar de acuerdo.
—Lo sé. —Miré a Ricardo, le di la razón. —Volviendo al tema de estar armados. Con que uno de nosotros consiga un arma tendremos una clara ventaja sobre los otros jugadores.
—Claramente empezamos en la Playa Principal, eso significa que enfrente tenemos el Bosque de la Furia —evidenció Sofía —, en ese lugar hay muchas cabañas donde podemos buscar. Si comenzamos en el extremo este de la playa podemos desviarnos para ir a los Establos, llegaríamos antes que cualquier otro equipo.

Todos estuvimos de acuerdo con las palabras de Sofía.

—Les voy a pedir que por favor en ningún momento, y bajo ninguna circunstancia, se separen del grupo. —Prácticamente se los rogué. Sería culpa mía como capitán del equipo si algo les pasaba. Era vital estar unidos.
—Joshua tiene razón. —Sofía estuvo de acuerdo. —Chicos, por favor, por nada del mundo jueguen a ser héroes o heroínas, no podemos perder ninguna vida por ese tipo de cosas. Somos un equipo, la vida de todos es fundamental.

Alguien tocó la puerta de nuestro salón justo en el momento en que Sofía terminó de hablar. Sebas procedió a abrir. El guía era quien nos buscaba.

—Jugadores, tienen dos minutos antes de irnos. —Siempre mantuvo su amigable tono de voz, aunque para nosotros ya era un enemigo, igual que todos los involucrados.
—Entendido. —Dijo Sebas con una voz fría al mismo tiempo que cerraba la puerta del salón sin darle oportunidad al guía de decir algo más.

Elentroia: Un Juego Peligroso [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora