3.12

35 23 0
                                    

Joshua

Las horas habían pasado, las risas, historias y chistes no faltaron. Por fin el pensamiento de Isabela se había ido, mi mente estaba completamente despejada, me sentía relajado en nuestro día de descanso.
Ricardo y yo contábamos historias de cuando lo único que hacíamos era preocuparnos por dónde ir a divertirnos una noche de viernes o sábado, aunque Ricardo en una o dos ocasiones salió del balcón para ir al baño, por lo que las historias que eran contadas solamente por mí no eran del todo divertidas, no sin mi compañero de aventuras.
Veía cómo congeniaban Sebas y Marianela, que por supuesto era una persona agradable, se ganó mi confianza muy rápido, de hecho. Después de todo era del equipo Verde y ellos eran de los buenos.

—... Imaginen la escena, ambos, en medio de la nada a las dos de la madrugada sin un neumático de repuesto, nuestros teléfonos sin batería y sin oportunidad de encontrar a alguien que nos ayudara. Ricardo estaba furioso. —Reí.
—Claro ¿cómo no lo iba a estar? Te lo dije desde que salimos de tu casa que el auto hacía un ruido extraño. Pero ya sabes, «descuida que esta bestia nunca ha tenido ningún problema y hoy no será la primera vez». —Respondió con un tono chistoso.

Todos estallamos de risa, de pronto mis compañeros guardan silencio y los únicos que reíamos éramos Marianela y yo, al captar la actitud de ellos, me detuve.

—¿Qué pasa? —Pregunté intrigado.
—Sí, chicos... —Agregó Marianela confundida.
—Elías a la vista. —Avisó Sebas casi de inmediato.

Al escuchar eso volteé para comprobar. Elías e Isabela, ambos se dirigían hacia nosotros.

—¿Qué con eso? —Susurró Marianela.
—Después te explico. —Dijo Sebas con una sonrisa poco convincente.
—Hola, chicos... ¡Joshua! —Estaba muy sonriente. —¿Cómo estás? Te estuve buscando.
—¿En serio? —Me alegró saber eso. Me reservé decirle que yo también la busqué.
—Sí —afirmó —, quería saber si pasabas el día con Elías y conmigo. Por cierto, chicos, él es Elías, aunque eso ya lo saben, es el capitán del equipo Rojo. —Lo presentó como si conociera a todos.
—Bueno, ellos son: Ricardo, Sofía, Sebas, y Joshua, aunque a este último tú ya lo conoces. Chicos, ella es Isabela. —Nos presentó Marianela. —Es un placer, Elías.
—Sí... hola. —Saludó Ricardo por cortesía.
—Un placer. —Agregó Sebas cortante.

Ambos se comportaron de esa manera por Elías, no tenían nada en contra de Isabela, por lo menos que yo supiera.

—Es una lástima que no nos topáramos. —Dije a Isabela.
—Sí, la verdad. Me habría encantado que pasáramos el rato juntos.
—Vaya, una lástima. —Interrumpió Ricardo. —También es una lástima que tengamos que irnos ya, tenemos que prepararnos para la cena, el sol se está ocultando. —Se puso en pie con sus palabras.

Sebas lo respaldó al seguirlo.

—¿Prepararse? No me digan que hoy debemos ir elegantes y no lo sabía. —Isabela se alarmó.
—No, no es así, es sólo que ya sabes... —Se quedó sin palabras.
—Es que habíamos quedado con el resto del equipo en reunirnos para planear nuestros movimientos en la isla. Ya saben, Elentroia, si no ganamos, morimos. —Sebas trató de usar un tono gracioso a pesar de la situación.
—¿Ah, sí? ¿Y se puede saber qué clase de movimientos planearán? —Preguntó Elías.
—De hecho no —Sebas cuidó su tono de voz —, si fueras del equipo Azul con mucho gusto.
—¿El capitán azul no comparte un poco de información? Podríamos ser aliados en esta guerra. —Me miró.
—No..., no puedo, pero gracias por la oferta. —Dije poniéndome en pie. Después miré a Isabela. —Es hora de irnos, chicos. 

Isabela me lanzó una mirada llena de confusión al mismo tiempo que sospecha, le respondí con una sonrisa. Después miré a Marianela.

—Fue un placer conocerte. Eres muy agradable. —Dije.
—Igualmente, capitán azul. —Sonrió sincera.
—También fue un placer, Elías. —Ofrecí estrechar nuestras manos. El capitán rojo accedió.
—Lo mismo digo. Es un placer para mí conocer al tercer mejor jugador del mundo. —Dijo mirándome a los ojos.

Elentroia: Un Juego Peligroso [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora