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Joshua

La Base de Vida era sorprendente, no se podía pasar por alto lo enorme que era el lugar, parecíamos niños mirando cada detalle, como si estuviéramos en un museo, un museo interesante, claro. Al finalizar el recorrido por todo aquel lugar, el guía nos habló acerca de la tecnología de nuestros salones, así como de todas las comodidades que tendríamos: habitación y baño para cada uno, también de lo muy bien equipado que estaba nuestro salón con la tecnología necesaria para cocinar y alimentarnos, por si alguna tripa se ponía rebelde en un tiempo que no fuera de comida. Después de esto nos invitó a conocernos una vez estuviéramos listos, y a la espera de recibir nuevas instrucciones de parte de los Maestros.
De manera muy amable nos pidió que nos cambiáramos nuestra ropa por aquellos tecnológicos trajes. Me pareció sumamente extraño la gran cantidad de trajes que había en ese lugar, y no sólo era eso, también era extraño pensar que para tres días que estaríamos ahí se lucieran tantísimo, ¿por qué gastar tanto dinero en esos lujos? O sea, no era un secreto para nadie que la compañía creadora de Elentroia manejaba millonarias sumas de dinero, pero ¿por qué despilfarrarlo de esa forma?
Tomé el traje y me vestí con él, era increíble, parecía un superhéroe con eso puesto. El traje era en su mayoría color negro, hecho con un material sumamente cómodo, y deportivo, lo cual era sumamente importante, pues íbamos a tener que estarnos moviendo o haciendo actividad física. Tenía ciertas líneas con relieve que recorrían el cuerpo, esas líneas iban por la parte trasera de los antebrazos, conectando con los codos, donde también había relieve, como si de coderas se tratara, la línea de relieve continuaba y se conectaba con en el hombro, donde teníamos una especie de hombrera con una forma circular, no muy gruesa. En las piernas una línea con relieve subía por la parte de la tibia hasta la rodilla, donde teníamos unas rodilleras y desde ahí nacían dos líneas más que subían por el muslo hasta llegar a la cadera. Finalmente, en el pecho un triángulo isósceles puesto con una de sus puntas viendo hacia el suelo.
Apenas pasaron unos segundos después de haberme puesto ese traje, cuando comenzó a iluminarse cada cierto tiempo en las zonas con relieve, la luz era de color azul, color distintivo de nuestro equipo.

—Oye, amigo... —Dijo Ricardo asomándose por la puerta de mi habitación.
—Nos vemos geniales, ¿no crees? Parecemos superhéroes. —Lo interrumpí.
—¿Superhéroes? —Preguntó confundido.
—Sí, amigo. —Reafirmé. —Creo que podríamos salvar a unos cuantos inocentes con estas cosas puestas.
—¿Qué? Bueno, como sea. —Meneó la cabeza confundido. —Uno de los chicos nos está llamando, dice que quiere hablar con nosotros. —Avisó.
—¿Pasó algo? —Pregunté acercándome a la puerta.
—No lo sé —dijo —, creo que solamente quiere que nos presentemos. Ya sabes lo del equipo, y lo que nos pidió el guía.
—Tiene sentido.

Salí de mi habitación, y todos, incluyendo a Sebastián, estaban reunidos en el enorme sofá con forma circular que había en el centro de la sala. Procedimos a sentarnos a un lado de nuestro nuevo amigo.

—Ocho, nueve y diez. —Contó el chico que había solicitado nuestra presencia. —Muy bien, ya estamos todos. —Dijo. —Para los que no tuve el placer de conocer en el camino, mi nombre es Marcos. Y bueno, teniendo en cuenta que ya estamos aquí, pienso que lo mejor sería conocernos, así podremos comenzar a formar lazos, que a final de cuentas, nos ayudará a tener mejor comunicación a la hora de las pruebas. Al ser el mejor posicionado, creí que debía tener la iniciativa para hacer que nos conozcamos.

¿Podía ser posible? ¿Acaso ese Marcos era el número dos? Eso sería algo de otro nivel, el número dos y el número tres unidos para ganar este juego.

—Yo comienzo. —Continuó. —Como les he dicho, me llamo Marcos, soy de la provincia de Cartago y mi posición es la número 13.

Ricardo y Sebastián voltearon su mirada a mí como diciendo: «no sabe de lo que habla».
La chica al lado de Marcos continuó.

—Muy bien, mi nombre es Elena, también soy de Cartago, y ocupo la posición 24. —Dijo y posteriormente soltó una amigable sonrisa.
—Yo soy Mariana. —Dijo la chica a su lado. —Al igual que ellos vengo de Cartago, y por mi parte, ocupo la posición número 17. Es un placer estar aquí, de verdad. —Dijo la chica que era notablemente extrovertida.
—Yo soy Esteban. —Dijo el siguiente chico. —Noto que hay un patrón, eso me hace pensar que todos somos de Cartago, posiblemente los equipos estén divididos según la provincia a la que el jugador pertenece. —Teorizó. —Por cierto, soy el número 35, no seré el mejor posicionado, pero espero poder colaborar lo suficiente.
—Mi nombre es Adriana. —Dijo la siguiente chica, con una voz bastante chillona. —Creo que no es necesario decir de dónde vengo, como dijo Esteban, es evidente el patrón. Soy la posición número 20.
—Yo soy Dayanna. —La chica se veía algo nerviosa. —Ocupo la posición número 33. Repito las palabras de Esteban, no será la mejor posición, pero espero ser de ayuda, chicos.

Llegó el turno de Sebastián.

—Bien, mi nombre es Sebastián, y soy el número 14. —Dijo de manera amigable.

La cara de sorpresa de Marcos no se hizo esperar, pues Sebas estaba solamente una posición por debajo de él. Rápidamente su cara de sorpresa se convirtió en una de seguridad, pues en su mente, él seguía siendo el mejor en la sala.
Continuó Ricardo.

—Yo soy Ricardo. —Dijo mirando a todos a su alrededor. —Yo ocupo la posición número seis. —Dijo soltando una sonrisa con un poco de pena, no quería llamar mucho la atención.

Los demás chicos voltearon su mirada hacia él. Una mezcla de sorpresa y admiración se veía en la cara de aquellas personas, y no era de extrañarse, era el número seis, y no solamente a nivel nacional, era a nivel mundial.

—Si hacen esa cara conmigo, esperen a saber la posición de mi amigo aquí al lado. —Dijo mientras me presentaba a los demás tocándome los hombros.
—Basta amigo. —Solté una risa nerviosa. —Muy bien, mi nombre es Joshua, soy de Cartago, aunque eso tal vez ya lo saben. —Al decir eso me sentí estúpido, me sentía nervioso, por lo que me costaba conectar la lengua con el cerebro para expresar bien mis ideas. —Yo tengo la posición número 3.
—¡¿Número 3?! —Saltó una de las chicas. —O sea, déjame ver si entiendo. ¿Me están diciendo acaso que los jugadores que ocupan la posición número seis y número tres están en nuestro equipo? —Dijo sorprendida.
—Increíble ¿no? A mí también me costó creerlo al principio, es algo sumamente genial. —Dijo Sebas.
—¡Vaya! —Dijo Marcos. —Oye debiste decírmelo antes de soltar todo el cuento de ser el mejor posicionado en el equipo, debo parecer un tonto ahora. —Soltó una risa incómoda.
—Lo siento, amigo, no me diste la oportunidad. —Dije con una risa. —Pero bueno, continuemos, aún falta ella de presentarse. —Miré a la última chica.
—Yo soy Sofía —dijo la chica mirándome —, y ocupo la posición número 15. Pero eso ya no importa mucho sabiendo que ustedes están entre los mejores diez en esta isla.
—Vamos, no es para tanto. —Dijo mi amigo. —Después de todo esto es un juego en equipos, podríamos ser el número uno, que si no logramos trabajar unidos, de nada serviría eso.
—En eso tiene razón mi amigo. —Interrumpí. —Vamos a ganar, pero será juntos. Los que dijeron que «esperaban poder ser de ayuda», como menospreciando su posición, por supuesto que lo serán, necesitamos que todos seamos de ayuda, si es que esperamos ganar, claro. —Motivé.
—Así se habla. —Dijo Marcos.
—Así será. Vamos a ganar. —Sofía aún me miraba.

Pude ver cómo en todos se dibujó una sonrisa. El hielo se había roto, y no sabía los demás, pero por lo menos mi persona se sentía cómoda de estar en ese lugar con esos chicos, pensaba que para cuando nos fuéramos, terminaríamos siendo grandes amigos, eso era lo que esperaba.

Elentroia: Un Juego Peligroso [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora