Unidos en victorias y derrotas

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Joshua

En la parte baja del terreno de juego había siete puertas, cada una con conducía al camerino de preparación de cada equipo. En ese lugar se estaban preparando los primeros dos equipos que se enfrentarían en la primera partida de la Batalla de Gravedad, se trataba de los equipos Naranja y Marrón, nuestros rivales directos en ese juego, las personas a quienes debíamos ganar si es que queríamos salvarnos del Juicio. Si es que queríamos vivir un día más.
La espera por fin había terminado, las puertas de ambos equipos se abrieron de un pronto a otro y los jugadores salieron al terreno de juego. El equipo Naranja y el equipo Marrón estaban listos para enfrentarse. Ocho jugadores salieron, todos lucían el mismo traje que habíamos utilizado hasta ese momento, la diferencia estaba en que portaban un brazalete en cada muñeca, estos tenían una forma hexagonal. El grosor de los brazaletes era de dos dedos. Las hombreras que portaban eran un poco más gruesas de lo normal. Y por supuesto, el detalle más importante eran las Tablas que estos jugadores sostenían. Las Tablas de Gravedad eran una realidad. Estas tenían una forma muy similar a una tabla de surf, aunque eran un poco más pequeñas y delgadas. Eran negras, cada una con franjas en el borde que se iluminaban e indicaban a qué equipo pertenecían.
Mientras lo jugadores entraban en el terreno de juego el Vocero se pronunció.

—La primera partida está por comenzar. El equipo Naranja se enfrentará al equipo Marrón. Para el equipo Naranja juegan: el jugador número 18 y capitán, Luis; la jugadora número 28, Fiorella; el jugador número 49, Ariel; y la jugadora número 59, Tamara.

El resto de los jugadores naranjas daban ánimos a sus compañeros desde la gradería mientras el Vocero decía los nombres.
El ambiente en el Estadio de Gravedad era tenso, al mismo tiempo que estaba lleno de adrenalina.

—Para el equipo Marrón juegan: el jugador número 21 y capitán Mario; la jugadora número 39, Marisol; la jugadora número 48, Lillian; y el jugador número 70, Fernando.

Lo único que los jugadores marrones en la gradería le pedían a su equipo era concentración. Sabían que eran el equipo comodín del grupo, debían mantener la calma si querían dar la sorpresa.
Antes de comenzar el juego todos los capitanes debimos decidir cuál sería nuestro equipo para participar, yo sabía con quién contaría para ganar el juego. Los representantes del equipo Azul serían: Ricardo, Sofía, Mariana, y yo, por supuesto. Esperaba no haberme equivocado en la decisión de nuestros jugadores, contaba con que haríamos un gran trabajo.
Todos los jugadores sabíamos que esa primera partida sería una de las más importantes, serviría para analizar y estudiar el funcionamiento de las Tablas, para ver las ventajas y desventajas que tendríamos a la hora de usar esos equipos. Los naranjas y marrones serían los conejillos de indias, la suerte de no ser los primeros no estuvo con ellos.
El equipo Verde tenía una actitud calculadora, no se perdía ni un detalle de lo que estaba pasando. Analizaba incluso los movimientos nerviosos de los jugadores en el terreno de juego. Me di cuenta de que al igual que Mateo, debía dejar de prestar atención a las graderías y concentrarme en los jugadores participantes, sobre todo sabiendo que estaban por jugar nuestros rivales.

—¡Capitanes, antes de comenzar ¿existe alguna duda con respecto al juego?! —Preguntó el Vocero a los capitanes que estaban posicionados junto a sus respectivos equipos.

Ambos dijeron que no en una sola voz. Estaban listos para comenzar.

—¡Muy bien, el juego comenzará al sonar la alarma! ¡Jugadores preparados! —En el momento que dijo eso, una barrera de energía se elevó desde el suelo cubriendo de pies a cabeza la zona donde los jugadores llevarían a cabo la partida, cuando la barrera se cerró, se volvió casi invisible para nuestros ojos.

El silencio se hizo en el Estadio de Gravedad mientras uno a uno los jugadores activaron su yelmo. Todos en ese lugar estábamos expectantes, el primer juego oficial —entre comillas enormes— estaba por comenzar. Ahora sí habría un perdedor, no podíamos darnos el lujo de ser nosotros, pero ese momento lo único que podíamos hacer era aprender de los que estaban por jugar y esperar a que llegara nuestra oportunidad.
Pasó un minuto exacto y la alarma sonó. Una trampilla circular en el suelo se abrió de golpe y de ella salió un balón. La primera partida de la Batalla de Gravedad había comenzado.
El balón se elevó unos metros en el aire y justo cuando estaba a un metro del suelo este se detuvo, quedó suspendido en el aire, como si hubiera una especie de suelo invisible sobre el cual este apoyaría.
Los cuatro jugadores de ambos equipos fueron por el balón en el momento que este salió de la trampilla, sin embargo, sus movimientos eran lentos y torpes, lo único que pensé era que todos tendríamos que pasar por eso, ese primer momento de aprendizaje en el que solamente intentábamos avanzar sin caernos, pues no habíamos tenido ni un solo segundo de preparación para ese juego. Veía el movimiento de los jugadores, intentaba estudiarlos, ver de qué manera acomodaban su cuerpo para avanzar de manera segura y eficiente sobre las Tablas.
El primer jugador en hacer contacto con el balón fue Ariel, quien le dio un golpe, pero este no tenía una dirección definida, fue más como un impulso para enviar el balón lejos de los marrones y tratar de dificultarles el juego más de lo que ya parecía que era. En el momento en el que el jugador dio el golpe al esférico los marrones cambiaron su dirección de movimiento, los cuatro iban tras él, por su lado los naranjas se distribuyeron por todo el terreno de juego, así cubrirían más espacio, así podrían organizar algún movimiento coherente. El único del equipo Naranja que fue tras el balón fue su capitán, Luis, que parecía que estaba comenzando a asimilar el movimiento de la Tabla, ya no era un movimiento inconstante y tímido, ya no titubeaba, su desplazamiento sobre el terreno de juego era más fino, como si estuviera aprendiendo cómo dominarlo. El resto de los naranjas imitaban el ritmo de su capitán mientras se movían hacia las plataformas que otorgaban objetos de combate. Era estúpido negar que no sentía una especie de nervios al ver que los naranjas comenzaban a aprender, que tenían por lo menos algo definido y no solamente iban tras el balón, a diferencia de los marrones, que parecían mosquitos tras una lámpara.
Los naranjas, excepto Luis, consiguieron objetos, aunque para nosotros era imposible saber que habían obtenido hasta el momento que decidieran utilizarlos.
Algunos marrones no se quedaron atrás en cuanto a asimilar el movimiento, una de ella fue Marisol, que comenzaba a moverse de la misma manera que Luis.
La marrón consiguió el balón antes que Luis, en el momento en que este estuvo en dominio marrón, los jugadores comenzaron a distribuirse por el campo, parecía que después de todo sí tenían algo planeado, o tal vez estaban improvisando y ya.
Marisol, se puso en dirección a la portería y Tamara decidió usar su objeto, eran los cohetes. Quedé sorprendido en el momento en que cuatro cohetes se materializaron y volaban al lado de ella, esperando a que se les diera la orden de atacar, y así fue después de unos segundos, Tamara cerró sus puños, en ese momento los Brazaletes de Gravedad se iluminaron con un Naranja intenso, seguidamente movió con fuerza los puños hacia delante. Tres cohetes salieron disparados, ninguno dio con su objetivo, que era Marisol.
Lo único que yo hacía era aprovechar el momento para entender que sería complicado el tema de apuntar algunos objetos, tal vez en mi primer intento de usar los cohetes pasaría lo mismo, a menos que por suerte me tocaran los teledirigidos.

Elentroia: Un Juego Peligroso [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora