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Isabela

—La segunda partida está por comenzar. El equipo Rojo se enfrentará al equipo Verde. Para el equipo Rojo juegan: el jugador número dos y capitán, Elías; la jugadora número 7, Melany; el jugador número 11, Mauricio; y la jugadora número 19, Daniela. —Hizo una breve pausa. —Para el equipo Verde juegan: el jugador número uno y capitán, Mateo; la jugadora número 4, Alicia; la jugadora número 5, Isabela; y el jugador número 16, Francisco.

El Estadio estaba en completo silencio, todos estaban expectantes a lo que se venía, nada más y nada menos que la mejor partida del juego entero, el equipo del jugador número uno del mundo se iba a enfrentar al equipo de su mayor rival en la realidad virtual, el jugador número dos. Eso solamente añadía más presión al momento. Sin ninguna pena, Joshua rompió el silencio.

—¡Vamos, equipo Verde! —Exclamó.

Sus compañeros de equipo se unieron a su porra. Me sentía respaldada.

—Concentración, podemos lograrlo. —Motivó Mateo.
—Isa, creemos en ti. —Añadió Alicia.

Esperaba que la partida comenzara y lo único en lo que podía pensar era en la vez que me prometí no ser más una carga para el equipo, el no dejar que lo de las cascadas se repitiera. El ser fuerte, dar lo mejor de mí. Eso quería hacer, eso me iba a proponer, quería ayudar a mi equipo y conseguir la victoria.
Finalmente comenzó.
La estrategia en la segunda partida era que Mateo y Francisco fueran al ataque, mientras Alicia y yo nos quedábamos en la defensa, Alicia más que todo supervisando que no me rompiera la cara en caso de caerme de la Tabla.
Por el lado de los rojos los encargados de comandar el ataque eran Elías y Melany.
Tanto los rojos como yo estábamos en la misma situación, aún debían aprender cómo moverse de forma segura, ellos no habían jugado aún, no tenían experiencia todavía. Los chicos debían sacar provecho de eso, tratar de anotar antes de que terminaran de asimilar el movimiento.
Mientras me movía en busca de un objeto, lo único que me repetía en la cabeza era que lo podía lograr, que era capaz de hacerlo, y por fin lo sentí, una breve vibración que subió por mi espina dorsal, era la señal que necesitaba, el traje me estaba ayudando a asimilar el movimiento, disminuía rápidamente el miedo a perder el equilibrio y me ayudaba a sentirme segura, por fin estaba uniéndome a mi equipo.

—¡Muy bien, sigue así! —Dijo Alicia con felicidad al ver cómo me movía.
—Lo estoy logrando. —Respondí mientras adquiría más seguridad y velocidad.
—Ahora iremos por un objeto, necesitan ayuda en el ataque. —Agregó al ver que Mateo había conseguido el balón con facilidad.

El juego se desarrolló con presión por parte de nuestro equipo, aunque Mateo y Francisco eran muy cuidadosos, se aseguraban de no perder el balón y evitar contraataque.

—Ve con ellos, yo estaré aquí defendiendo.
—¿Segura? —Pregunté. No pensé que fuera lo más acertado. De hecho, nunca me imaginé yendo al ataque.
—Sé que puedes. —Aseguró.
—Muy bien.

No quería ir a grandes velocidades, apenas comenzaba a asimilar el movimiento, no era experta, aún no era Joshua o mi hermano. Poco a poco me acerqué a los chicos que aún no lograban penetrar la defensa rival, los rojos se estaban volviendo literalmente expertos con cada segundo que pasaba, eso era peligroso.

—Chicas, ¿qué consiguieron? —Preguntó Mateo.
—Yo tengo granadas. —Dijo Alicia.
—Yo cohetes. —Informé. Aún estaba enojada con Mateo, pero no era momento para declararle la ley del hielo.
—Muy bien, Isa, no vengas hasta acá, ayúdanos desde el medio campo. —Intentaba quitarse la marca de los rojos. —Materializa los cohetes, pero no lances aún.
—Entendido.

Frené a mitad de camino y activé los cohetes.
Mientras esperaba más órdenes veía cómo realmente Mateo y Francisco intentaban avanzar, daban todo y no lo lograban. Los rojos por fin lo habían hecho, sus cuerpos habían asimilado el juego, adquirieron un nivel tan alto y tan rápido que me hizo pensar que tenían días o hasta semanas de estar entrenando. Tenían un potencial increíble, principalmente su capitán, que era el que mejor estaba jugando.
De un momento a otro lo lograron, el balón pasó a estar en su posesión y se fueron con todo al ataque. Mi corazón parecía que iba a estallar.

Elentroia: Un Juego Peligroso [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora