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Joshua

La Fábrica estaba al sureste, cruzando el Pantano de Brorn. Comenzamos el juego en medio del pantano, el cual tenía un sendero de madera para poder pasar a secas, solamente era cuestión de buscar en las chozas que se encontraban en ese lugar para conseguir armas, al salir de ese lugar estaríamos en menos de veinte minutos en la Fábrica.
Después de conseguir lo necesario nos íbamos a dirigir a la localización de la Herrería al sur de la isla, no nos importaba usar la Herrería, ese lugar no era muy útil para el juego en la vida real, servía para crear armaduras para dar más resistencia, eso ayudaba al traje también, pero hacerlo consumiría mucho tiempo, el cual no teníamos. Lo que nos importaba de ese lugar era alojarnos en alguno de los edificios que tenía a sus alrededores y pasar la noche.
Si otro equipo había ido a la Fábrica antes que nosotros no era importarte, los recursos de ese lugar eran infinitos, se trataba de una máquina que facilitaba los objetos deseados.
Nos fue bastante bien en la búsqueda de armas dentro del pantano.
Esta es la lista de armas que conseguimos los jugadores del equipo Azul:
Yo, Joshua, conseguí un fusil de asalto, una escopeta muelle, y granadas de detonación.
Ricardo consiguió un fusil de asalto, un fusil francotirador y una pistola.
Sofía consiguió un SCAR y un puñal.
Marcos consiguió una pistola.
La única que estaba desarmada era Dayanna, pero decidimos no alertarnos, teníamos la esperanza de encontrar equipamiento para ella en la Fábrica.
Cuando por fin estuvimos en nuestro destino nos dirigimos al panel de operaciones. La Fábrica era un lugar sumamente útil, y aún así casi ningún jugador la utilizaba dentro de la realidad virtual. Las reglas eran simples el inventario contaba con diez espacios por equipo. Cada jugador tenía el derecho de generar dos objetos de la Fábrica, después de eso no podría utilizarla más durante ese juego, la gran ventaja en ese momento era que habíamos cinco jugadores, lo que significaba que saldríamos con el inventario lleno de ese lugar, la gran desventaja era que el inventario se llenaba según la jerarquía de los objetos, por lo que debíamos generarlos de manera estratégica. Yo generé un repuesto de escudo universal que ocupaba dos espacios, su función era regenerar los escudos de todos los miembros del equipo a su máxima capacidad; además de un repuesto de escudo máximo que ocupaba un espacio, su función era similar a la del universal, con la excepción de que este solamente funcionaba con un jugador. Sofía generó dos repuestos escudos máximos. Ricardo una anestesia que ayudaba a calmar un poco el dolor recibido por un disparo y ocupaba un espacio, también generó un antídoto, que ocupaba un espacio y ayudaría en caso de recibir el impacto de una flecha con veneno, si bien el arco no era el arma más usada, preferíamos ser precavidos. Dayanna generó un sedante que ocupaba dos espacios y era más potente que la anestesia, también generó una anestesia. El inventario estaba lleno.
Mientras nosotros hacíamos eso, Marcos nos ayudaba a buscar un arma para Dayanna, lastimosamente no hubo suerte.

—Tendremos que proteger a Dayanna por sobre todo, en caso de ser atacados. —Dijo Sofía sin dudar.
—Así es, tienes razón. —Afirmé. Era un peligro ir así, pero debíamos ponernos rumbo al lugar donde pasaríamos la noche. —En caso de un enfrentamiento todos vamos a cuidarnos entre todos, no importa si alguno está o no armado.
—De acuerdo. —Dijo Ricardo.
—Es hora de irnos. —Informé. —Ricardo, ¿nos ayudas mirando por la mira del francotirador si hay jugadores cerca?
—Por supuesto. —De inmediato caminó hasta la entrada se acostó boca abajo y observó por la mira del arma unos cuantos minutos. No le costaba mucho mirar hacia otras zonas aun teniendo el pantano en frente, la Fábrica estaba ubicada sobre una gran colina. —Hay un automóvil, por la dirección que llevan puede que estén yendo hacia el Centro del Mundo.
—¿Un auto? Eso es un problema... —Sofía parecía preocupada.
—Concuerdo. Debemos estar más alerta ahora que lo sabemos. —Dije. —Avísame cuando los pierdas de vista, por favor.
—Ya lo estoy haciendo, el relieve de la isla no me está dejando verlos bien, estoy más que seguro de que no vienen hacia acá. Mierda, seguro que esta mira es más potente que el alcance del arma. —Rio con discreción. —Con esto no necesitamos binoculares.
—Bien, esa es nuestra señal, entonces. Saben el plan. Es momento de irnos de este lugar, debemos cuidar la espalda del otro en todo momento, en especial la de Dayanna, necesitamos encontrar un arma para ella lo más pronto posible.
—Lo haremos bien. —Confió Sofía con una sonrisa.
—Lo haremos. —Aseguró Ricardo poniéndose en pie.
—Vamos. —Finalicé.

El sol era intenso, más que días anteriores, era como si esa bola encendida que nos cuidaba desde el espacio hubiera decidido aumentar su temperatura solamente para fastidiarnos. Nosotros seguíamos el camino hacia la Herrería donde podríamos refugiarnos, donde estaríamos más seguros. Llevábamos tal vez unos treinta minutos de haber pasado por el Estadio de la Batalla de Gravedad y el comunicador de todos se activó.

—Johan, el jugador número 58, perteneciente al Equipo Morado, ha sido eliminado. —La misma voz de siempre nos lo informó.
—El auto... —Dijo Ricardo, que respiraba con fuerza por el sol que absorbía nuestras fuerzas.
—¿Qué? —Pregunté.
—Cuando estábamos en la Fábrica les dije que había un equipo con automóvil, era gente del equipo Morado, si se dirigían al Centro del Mundo posiblemente haya ocurrido cerca de ese lugar.
—Aunque sea lejos de aquí debemos mantenernos alerta. —Habló Sofía.
—Ojalá nosotros tuviéramos un auto. —Pensé en voz alta. Los chicos clavaron su mirada en mí, como si todos hubiéramos tenido el mismo pensamiento.

Seguimos caminando, pero la situación no era buena. El traje nos ayudaba mejorando las capacidades físicas, pero eso no era suficiente, el calor aumentaba el cansancio y todos teníamos sed, el problema era que estábamos en medio de la nada, ni siquiera había señal alguna de una casa, el lugar más cercano para hidratarnos era el Estadio, pero para ello debíamos devolvernos, íbamos a perder bastante tiempo en ir y volver. Nos detuvimos unos minutos a descansar.

—Estoy considerando tirarme por ese barranco y beber el agua del mar. —Dijo Marcos, por su expresión no sabía si estaba hablando en serio o sólo bromeaba.
—No suena como una mala idea. —Añadió Dayanna.
—Entonces perderíamos a dos jugadores. —Habló Sofía con jadeos.
—No inventes, no vamos a morir por tomar agua de mar. —Insistió Dayanna.
—De hecho, sí... —Agregó Ricardo.
—Nadie va a lanzarse por ningún lado, ni va a tomar agua de mar. —Intervine. —Tengo una idea, pero significaría perder demasiado tiempo.
—¿Qué idea? —Preguntó Sofía.
—Miren. —Abrí el Mapa. —Aún falta mucho camino para llegar a los departamentos más cercanos y mucho más para llegar a la Herrería, el único lugar donde podemos hidratarnos es en el Estadio de Gravedad.
—Eso es una locura, vamos a perder mucho tiempo. —Reafirmó Ricardo.
—Lo sé, por eso les pregunto qué vamos a hacer.
—No tenemos más opción, necesitamos agua. —Dijo Sofía, que estaba recostada en una roca.
—Es una mierda, ¿por qué no pensamos en esto desde antes? —Se lamentó Marcos.
—A veces es necesario echar las cosas a perder para aprender. —Dije. —Esto nos queda de experiencia, debemos prever estas situaciones. Solamente iremos si todos están de acuerdo.
—Es la única alternativa, Joshua, de no hacerlo no vamos a llegar a ningún lado. —Ricardo me acompañó poniéndose en pie.
—Ricardo tiene razón. —Sofía también se reincorporó.
—¿Dayanna, Marcos? ¿Qué dicen? —Pregunté, aunque la decisión ya estaba tomada.
—Estoy con ustedes. —Marcos se levantó del césped.
—Entonces, en marcha. —Dayanna extendió su mano a Marcos que estaba a su lado para que la ayudara a ponerse en pie.

Comenzamos a devolvernos. Marcos tenía razón, era una mierda, a pesar del cansancio debíamos apresurar el paso, usar las fuerzas que nos quedaban para llegar lo más rápido posible, lo único que esperaba era que ninguno se desmayara y mucho menos nos encontrarnos con otro equipo, eso sería un problema enorme, si eso pasaba íbamos a estar en una enorme desventaja.
Íbamos a perder más de una hora, tiempo valiosísimo. Cuando estuviéramos hidratados debíamos ir aún más rápido, las posibilidades de que otro equipo estuviera pensando en ir al mismo lugar que nosotros siempre estaban presentes. Debíamos llegar a la Herrería antes que cualquier otro, así estaríamos a salvo por lo menos esa noche.

Elentroia: Un Juego Peligroso [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora