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Joshua

Finalmente estábamos descansando en nuestro salón. Extrañaba sentir el frío del aire acondicionado, escuchar la atmósfera del mar rodeando la Base de Vida. Estar en ese lugar era lo más cercano a estar en casa, era mil veces mejor que estar en la isla.

—Por fin todo terminó. —Dijo Mariana, se le veía llena de paz.
—Es bueno ver que aún estemos los diez aquí. —Agregó Esteban.
—Por poco y no es así. —Dije. —Fue gracias a mi equipo, ustedes me salvaron. —Miré a Sofía, ella todavía se veía un poco afectada por lo que había pasado en la isla. No la culpaba. —¿Estás bien? —Pregunté tocando su rodilla, estaba sentada con las piernas cruzadas.

Ella asintió, aunque era poco convincente. Necesitaría más tiempo.

—¿Qué tal ustedes? —Pregunté a los demás. —¿Cómo estuvieron en este tiempo?
—Ya sabes, fueron días tensos. No estuvimos en la isla, pero somos parte del equipo, era imposible no estar preocupados por lo que podía pasar. —Habló Sebas.
—Oye, Sebas. —Adriana lo miró con discreción. —¿No crees que es momento de hablar con Joshua de «aquello»?
—¿«Aquello»? —Preguntó Sebas, como si no supiera de qué hablaba Adriana.
—Sí. —Agregó Esteban. —Aquello de lo que solamente podemos hablar en la habitación. —Dijo casi susurrando.
—¿De qué hablan? —Pregunté intrigado.
—Sí... ¡eso! —Sebas finalmente entendió. —Joshua, ¿podemos ir a mi habitación? Es un tema importante...

Fuimos a su habitación y el silencio se hizo, Sebas hacía muecas, como buscando las palabras correctas para hablar. «¿Tan serio es el asunto» Era lo único que podía pensar. No pude más con su actitud misteriosa.

—¿Qué pasa Sebas? ¿Qué es tan importante? —Pregunté.

Sebas miró a Adriana, ella asintió con su cabeza, como diciendo que solamente lo soltara.

—Tenemos un plan para salir de la isla. —Dijo sin más. —Por eso solamente podemos hablarlo aquí, donde no hay cámaras que nos vigilen.
—¿Qué locuras dices? —Hablé incrédulo.
—Mientras ustedes estaban en la isla estuvimos pensando, y creo que encontré la forma para salir de aquí. La Base de Vida está rodeada por un campo de fuerza que nos impide ir más allá de ese límite. —Explicó.
—Eso lo sabemos, por eso es imposible salir. ¿Cuál es la novedad? Toda la Base de Vida es así.
—No exactamente. —Siguió. —Cuando los jugadores fuimos a la isla para la Batalla de Gravedad fue por vía aérea, y apuesto que fue igual para este último juego. En la parte más alta de la base, esa enorme azotea.
—De seguro desactivan la barrera en esa zona, no creo que sean tan descuidados para construir todo un sistema de seguridad y dejar libre un lugar tan obvio como la azotea.
—No quiero decir que crea que esa zona esté sin seguridad.
—¿Entonces?
—El punto es que, ¿qué pasaría si les digo que creo saber la forma de llegar hasta el cuarto de seguridad y desactivarla?
—Te diría que te has vuelto loco.
—¿Ya llegaste ahí? ¿Al cuarto de seguridad? —Preguntó Ricardo.
—No, por eso dije que creo saber cómo hacerlo.
—¿Cuál plan es lo suficientemente inteligente para llegar a ese lugar evadiendo toda la seguridad que hay en este lugar? —Cuestionó Sofía.
—Es sencillo. —Mariana tomó la palabra. —En este momento hay demasiada gente en este lugar que quiere largarse. Debemos convencerlos para que se nos unan y hacer una revolución. No pueden contra todos nosotros.

Ricardo soltó una risa de burlona inmediata.

—Nosotros fuimos a la isla, pero los que se quedaron aquí fueron los que perdieron la cordura. —Dijo.
—¿A qué te refieres? —Sebas tenía molestia en su rostro.
—Se refiere a que el plan es una locura, es absurdo. No lo lograríamos ni teniendo a todos los setenta jugadores con vida. Lo único que provocaríamos sería una muerte colectiva. —Desaprobé. —En el último juego murieron once personas, la idea es evitar que siga muriendo gente, no hacer que lo hagan por un plan que no tendrá éxito.
—Si ni siquiera lo intentamos jamás podremos irnos. —Dijo Adriana.
—Lo estamos intentando, por eso fue que estuvimos varios días metidos en esa isla peleando. —Comenzaba a incomodarme el tema.
—Joshua, no nos partimos la cabeza pensando en un plan, para simplemente recibir un «no» como respuesta. —Mariana estaba molesta por nuestra reacción.
—Y nosotros no fuimos a la isla a jugar a ser dioses, para que ustedes ahora salgan con estas ideas tan estúpidas. —Ricardo se puso en pie. Habló con firmeza. —Creo que lo saben, pero por si no les quedó claro, se los digo: dos personas murieron en manos de nuestro equipo. Dos de sus compañeras no tuvieron más opciones que mancharse las manos de sangre y acabar con la vida de otros dos que intentaban matarnos. El capitán tuvo que realizar un gran trabajo en esa isla para hacer que nuestras compañeras entiendan que esa sangre no fue derramada en vano. —Comenzó a alterarse, alzó la voz. —Estamos cansados tanto física como mentalmente como para que ustedes ahora salgan con esto. ¡Un plan absurdo e inútil!
—¡Absurdo es ser unos cobardes y no aprovechar las oportunidades que tenemos! —Sebas también se alteró. —No podemos simplemente volvernos...
—Basta. —Los miré a ambos. —No vamos poner en riesgo la vida de nuestros jugadores, y mucho menos la de los jugadores que de saber este plan podrían llegar a pensar que es buena idea. Es solamente un prototipo, un plan caprichoso que nos llevaría a todos a la muerte. Nos faltan recursos para siquiera pensar que sería efectivo.
—No pienso que sea un plan caprichoso. —Contradijo Esteban.
—¿No? —Cuestioné. —Entonces dime en dónde está esa sala de control, dime cómo pretenden llegar hasta ese lugar sin morir en el intento, y lo más importante, ¿cómo es el panel donde están los controles de seguridad del campo de energía que rodea la Base de Vida? —Me puse en pie, estaba por retirarme de ese lugar. —Díganme, ¿alguno sabe pilotar las naves aéreas con las que pretender escapar? —Esperé unos segundos por una respuesta, al no recibir más que silencio, hablé nuevamente: —Eso pensé...

Elentroia: Un Juego Peligroso [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora