4.2

33 23 0
                                    

El camino hasta las colinas estuvo libre, no hubo ningún problema para llegar.

—En serio es gracioso que no supieras de este lugar. —Alicia seguía vacilando a Daniel.
—Vamos, ya dije que era una broma. —Siguió asegurando.
—Y ya te dijimos que te creemos. —Sonrió Alicia.

Mateo seguía igual de enfocado, parecía hasta incomodarle que estuviéramos tan relajados. Todos los seguíamos, parecía que conocía exactamente dónde estaban las entradas.

—Tengan cuidado, recuerden que las bóvedas están conectadas entre sí. Estén alertas en todo momento, sólo en caso de que haya algún equipo ocultándose aquí. —Nos dijo.

Llegamos a un acceso. Eran dos puertas casi acostadas en la tierra, cada una tenía un llavín, para poder abrirlas había que girarlos al mismo tiempo. Mateo procedió a abrir con el mayor cuidado del mundo, Bryan y yo nos encargamos de apuntar hacia las puertas en caso de ser atacados al momento de abrirlas. Por suerte no había nadie dentro. Cuando nos aseguramos de que el lugar era seguro, cerramos las puertas, aunque estas no tenían cerradura, si otro equipo llegaba íbamos a escuchar el momento en el que las abrieran.
La bóveda era grande, casi del tamaño de la sala de estar de mi casa y se extendía hacia un túnel, que conectaba con otra.

—La prioridad es que los desarmados dejen de estarlo. —Dijo Mateo acercándose a una de las infinitas cajas que había en ese lugar.
—Entendido. —Dijimos casi a una sola voz.

La búsqueda comenzó, a los pocos segundos Bryan encontró un repuesto de escudo, nos ayudaría en caso de recibir un disparo, lo malo era que solamente se podía utilizar una vez y solamente un jugador podía hacerlo. El inventario para objetos de soporte tenía diez espacios y era uno sólo para todo el equipo. El repuesto ocupaba un espacio.

—Encontré dos anestesias. —Informé con una sonrisa. Cada anestesia ocupaba un espacio. Se podían utilizar tres veces por unidad.
—Qué buena noticia. —Dijo Mateo ya más relajado.
—Haber venido a este lugar fue la mejor idea. —Bryan comenzaba a verse motivado.
—Cierto, debimos haber comenzado en este lugar. —Daniel soltó una breve risa.
—Chicos, encontré un fusil. —Avisó Alicia de inmediato. Después revisó otra caja y nuevamente habló. —¡Aquí hay granadas! Son de fuego.

Después del hallazgo de Alicia la búsqueda siguió, pero parecía que la suerte se nos había acabado, a pesar de la gran cantidad de cajas en ese lugar no estábamos encontrando nada más. La desesperación estaba volviendo.

—No se preocupen, si no encontramos nada más en este lugar, probaremos suerte en otra bóveda. —Mateo trataba de mantenerse tranquilo.
—¡Qué tenemos aquí! —Dijo Bryan mientras sacaba su mano de una caja, en su poder se materializaba un fusil de asalto.
—Gracias a Dios... —Suspiró Alicia. —Solamente falta Daniel.
—Podemos ponernos camino al refugio allá puede que encontremos algo. —Sugirió Bryan.
—¿Qué pasó con lo de ir a otra bóveda? —Preguntó nervioso Daniel.
—Solamente digo. Así ahorramos tiempo. —Explicó el chico de la idea.
—¿De qué hablas? Si salgo de aquí sin un arma seré el más vulnerable de todos.
—Es verdad. —Dijo Mateo.
—Vez, el capitán sabe que es mejor ir a otra bóveda.

Lo que Daniel no entendió es que Mateo asentía la idea de Bryan. Materializó su pistola y se la dio.

—Cuando encontremos algo mejor, me la devuelves.
—Capitán... —Se veía nervioso.
—Sé que no es mucho, pero tuvimos mucha suerte de no toparnos a nadie aquí dentro, eso no significa que cuando crucemos esos túneles oscuros para ir a otra bóveda topemos con la misma suerte. —Mateo tampoco estaba feliz de enviar a Daniel solamente con una pistola por el camino hasta el refugio, pero sus palabras eran acertadas.
—Muy bien, si crees que es lo correcto, confío. —Dijo sin dudar Daniel.
—¿Entonces, es momento de ir al refugio? —Pregunté.
—Así es. —Informó el capitán. —Ya pasó más de hora y media de juego, necesitamos llegar lo más rápido posible. Otros equipos podrían tener el mismo plan que tenemos nosotros, llegar antes significa que tenemos la ventaja del factor sorpresa en caso de que alguien invada el lugar.
—Entendido. —Dijo Alicia.

Mateo nos miró a todos.

—Ahora todos tienen al menos un arma en su poder, guárdenlas, solamente yo llevaré la mía en mano, así evitarán el cansancio que puede llegar a causar el tener que cargarla todo el camino. Les pido que en todo momento estén enfocados en el camino. En caso de tener que usarlas no duden en materializarlas, si deben disparar a matar, háganlo. Piensen en su vida, en la de sus compañeros. —Daba su discurso con serenidad. —No pierdan la cabeza si pierden un escudo, tenemos un repuesto y anestesia para el dolor, además que el escudo se regenerará con el tiempo. Recuerden que...
—Te dije que aquí encontraríamos un acceso. —Una voz se escuchó desde afuera.

Todos apuntamos de inmediato la entrada.

—Espera, capitán. —Dijo una segunda voz.
—¿Qué pasa, Ariel?
—Ya alguien entró a esta bóveda, de seguro ya la saquearon.

Mi respiración aumentaba, si alguno escuchó a mi hermano hablar significaba que sabían que aún estábamos ahí. Esperaba estar equivocada y rogaba que decidieran no entrar. Si ellos entraban a la bóveda era casi un hecho que llegaría la primera muerte, y, en el peor de los casos, no solamente sería una.

—¿Cómo estás tan seguro? —Preguntó la voz del que parecía ser el capitán.
—Mira los llavines, no tienen la suciedad que suelen tener en la realidad virtual. De seguro alguien se la quitó al abrir. —Intuyó su compañero.

Mi pulso temblaba, lo único que quería hacer era voltear a ver a Mateo, pero hacer eso significaba tener que quitar la mirada de la puerta.

—¿Crees que esos detalles aquí importen? —Preguntó incrédulo el capitán.
—No lo sé, es sólo una especulación. Los Maestros han sido perfeccionistas en todos los detalles, no me extrañaría que en estos pequeños también lo sean.
—Buena deducción... Ya qué, de todas formas estamos bien.
—Eso es verdad, capitán.
—Vamos, no perdamos más el tiempo, debemos tener un lugar listo antes de que los demás lleguen... Antes de salir de las colinas hay más bóvedas, podemos comparar con esas y ver si estás equivocado o no.
—Entendido.
—Vamos, rápido.

Un extraño y repentino silencio se hizo, era sospechoso, quizá querían que creyéramos que se había ido para atacarnos cuando saliéramos. Miré a Alicia que estaba a mi lado. Moví mis labios preguntando si se habían ido. Parecía que me había entendido pues levantó los hombros y cejas como diciendo que no estaba segura.
Por fin miré a Mateo, él lo notó, lo único que hizo fue llevar su índice a su boca ordenándonos silencio.

—Ese auto se mueve rápido... ¿crees que nos haya visto? —Por fin uno de los jugadores rompió el silencio. —Cada vez está más cerca.
—No lo sé, pero mejor será lanzar una advertencia.

Antes de poder preguntarme de qué hablaban se escucharon dos fuertes disparos.
Y por fin se activó el comunicador. Esperaba no escuchar esa voz en este juego.

—Johan, el jugador número 58, perteneciente al Equipo Morado, ha sido eliminado. —Informó la primera muerte.

De inmediato miré a Alicia, sentía que estaba a punto de quebrarme y entrar en pánico. Alicia negó con la cabeza y presionó sus labios, esto para decirme que no hiciera ruido.

—Se están alejando. —Informó el capitán.
—Dos disparos... —Dijo el otro jugador.
—Posiblemente ya se hayan enfrentado a otro equipo. Eso no es importante ahora, ya estamos seguros.
—Estamos bien, chicos, tranquilos, el capitán acabó con la amenaza. —Parecía que hablaba por el comunicador.
—Chicos, habla Luis, estamos camino al Bosque de Gurth, apresuren el paso. Nos vemos allí.

Si no estaba equivocada Luis era el capitán del equipo Naranja.

—Vamos, Ariel. —Dijo Luis.

Finalmente escuchamos como se alejaron corriendo.

—¿Qué mierda acaba de pasar? —Preguntó Bryan pasados unos segundos.
—Creo que voy a vomitar. —Cerré los ojos mientras presionaba el entrecejo.
—Tranquilos, chicos. —Pidió Mateo. —No hay mucho que podamos hacer. Ahora sabemos que los morados tienen un auto, el sonido del arma pareció ser el de un francotirador. Debemos ser precavidos.
—Creo que es momento de irnos. —Dijo Daniel discretamente. La estaba pasando igual de mal que yo.
—Esperemos unos minutos más, después iré a verificar si es seguro salir. —Informó Mateo. 

Elentroia: Un Juego Peligroso [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora