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Joshua

Estábamos en uno de los balcones. Lo cierto era que Mateo, Alicia, Sofía y yo nos la pasábamos muy bien cada vez que nos reunimos en ese último mes. Al principio nuestras conversaciones eran principalmente acerca del juego, tratábamos de idear alguna estrategia para derribar eso que Elías quería construir, éramos aliados, sin embargo cada uno era consciente de que lo principal era jugar sus cartas según las necesidades de su equipo. Con el tiempo comenzamos a dejar esos temas de lado y simplemente nos interesamos en conocernos entre nosotros, volvernos amigos y así fue, confiábamos mucho los unos en los otros y disfrutábamos pasar tiempo de calidad con el capitán verde y Alicia. Eso no significaba que no nos siguiéramos preocupando por todo lo que pasaba, sobre todo teniendo en cuenta que ese ya era el último día de descanso antes de reanudar el juego.

—Pero vamos, si hacías esas combinaciones tan extrañas de alcohol no es motivo de asombro que terminaras tus noches vomitando. —Dije entre risas.
—¡Ay por favor! Lo dices como si todo el tiempo hubiese hecho esas cosas, solamente pasó dos o tres veces. —Justificó Sofía.
—No puedes negar que igualmente es algo asqueroso beber de la forma en la que nos estás contando. —Rio Alicia.
—Eso no lo niego... —Admitió. —Pero no todos los días tenías la oportunidad de ir a ese tipo de fiestas.

Entonces guardó silencio abruptamente. Inmediatamente los tres: Sofía, Alicia y Mateo miraron fijamente a mis espaldas, yo también me giré.

—¿Se te perdió algo? —Preguntó Sofía, su voz era cortante.
—Sé que he hecho cosas horribles. Y sé que no lo merezco... pero ¿puedo hablar con ustedes un momento?

Era Melany. Su rostro se veía por completo deprimido, triste, su manos temblaban, ella parecía que estaba a punto de colapsar.

—No importa la razón por la que Elías te envió, pero puedes decirle que se vaya a la mierda. De paso tú deberías irte con él. —Dijo Alicia con seriedad.

La respuesta de Melany fue llevar las manos a su rostro y comenzar a llorar de forma desconsolada.
Mateo y yo nos miramos, estábamos confundidos.

—¿A qué viniste con nosotros? —Preguntó Mateo. —¿Qué pasa?
—Estoy harta de todo esto... de Elías, ya no soporto más. Debo hablarles de él. —Dijo con una voz apenas entendible.

Yo dudaba, sé que todos lo hacíamos, no era fácil confiar en ella que era del equipo Rojo, sabíamos cómo trabajaban, no nos era de extrañar si solamente quería jugar con nosotros.

—Entonces habla. —Respondí aún con mis dudas.

Melany miró hacía todos lados, como vigilando que no hubiera nadie cerca.

—Aquí no podemos hablar —dijo tratando de secar sus lágrimas —, debe ser en un lugar privado, donde esté segura de que nadie nos esté observando... además, debo enseñarles algo.

Intercambiamos miradas, ahora entre los cuatro, seguíamos sin saber qué hacer, sin saber si esa mujer hablaba de forma honesta o si solamente nos estaba tendiendo una trampa. Algo en mí decidió darle la oportunidad de explicarse, darle el beneficio de la duda, aunque otra parte me decía que estaba loco. Era prácticamente la mano derecha de Elías, ni siquiera debíamos de estar hablando con ella.

—Entonces nos vemos en quince minutos en el salón azul. Ahí podremos hablar con tranquilidad, y en comparación es el más alejado del salón rojo. —Dije.
—Eso es verdad, además que en el verde podría estar mi hermana. —Agregó Mateo.
—Muy bien —Melany asintió —, ahí estaré. Gracias... de verdad. —Tenía la cabeza baja. No lograba contener el llanto.
—Deberías alejarte de nosotros por ahora, así no levantarás sospechas. Cuando llegues al salón asegúrate de que nadie te esté siguiendo. —Dijo Mateo. —Y no queremos nada de trucos.
—Entendido. —Finalizó Melany, que acto seguido se retiró de lugar con disimulo.
—¿Por qué accedieron así tan fácil? —Preguntó Sofía.
—No lo sé... —Respondí. Al momento de invitarla al salón a hablar fue como si las palabras simplemente salieran de mi boca. Aunque no confiara en ella quería saber qué tenía que decir.

Elentroia: Un Juego Peligroso [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora