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Altagracia se soltó de él confundida y caminó hasta la silla en donde había colocado su bolso durante la discusión que tuvieron. La abrió, sacó una tarjeta, se dirigió a la mesa, cogió una pluma y comenzó a escribir en su reverso. Después de unos segundos, se volteó a entregarle la tarjeta._ Aquí están todos mis teléfonos y mi dirección. ¿Te das cuenta que le propusiste matrimonio a una mujer de la que ni siquiera conoces el teléfono ni en donde vive? – Le preguntó sonriendo.
_ Bueno, ya tengo el teléfono de tu joyería. Y... – se acercó a ella muy seductor. – ¿Que me des estos datos significa que aceptas? – Le preguntó sonriendo.
_ Quiere decir que acepto... ¡cenar contigo esta noche! – Ella respondió con otra sonrisa, divirtiéndose con la expectativa que le provocó.
_ ¿Una cena? – Él sonrió.
_ Jamás podría hablar de compromiso con un hombre el que nuestra última cita ha sido... hace veinte años.– Bromeó Altagracia. –¿Tú, sí?
_ No la recordemos.– Saúl recordó que ese día iba a proponerle matrimonio cuando la vio, junto a toda esa gente, con varias joyas en las manos del hombre de la seguridad del centro comercial diciendo que las había sacado del bolso de Altagracia. – O mejor, pensemos que solo se retrasó algún tiempo.
_ Mucho tiempo quieres decir, ¿no? Te espero a las 8. Creo que tenemos mucho que hablar, pero de una manera más tranquila, sin discusiones.– Fue sincera con él.
_ Ojalá no sea sin tantos besos apasionados. – comentó malicioso
_ ¡Saúl! – Ella lo regañó.
Se acercó a ella sosteniendo su rostro con la mano izquierda y acercando su boca a la oreja derecha de ella.
_ Es la verdad mi amor. – Dijo casi susurrando antes de besarle la oreja y absorbiendo su olor – Cuando te tengo cerca, pierdo la concentración de todas las cosas. – Siguió dejando un camino de besos por toda su cara y frotando su piel con la suya, rumorando. – Lo único que pienso es en besarte, acariciarte, estrecharte. Estoy loco de deseo por ti...
Él siguió llenando su rostro de caricias, besándola en el cuello, en sus ojos cerrados, su oído. Ella no reaccionaba, sólo sentía, experimentando ese contacto que le hacía bien, le quitaba el miedo y el aliento, le regresaba la seguridad. El acarició sus labios con su dedo índice, luego los rozó con sus lábios, haciendo estremecer más a Altagracia, finalmente término envolviendo sus labios, devorándolos con gran destreza y habilidad y los dos se dejaron llevar por la pasión. Altagracia abrazó el cuello de Saúl acercándolo más a ella.
Saúl conducía el beso con ternura buscando saciar esa necesidad que siempre tenía por besarla, saboreándola, mordiéndole suavemente los labios dejándola embriagada con el beso. Esa necesidad que era como una adicción, entre más tenía de su boca, más anhelaba de ella. Se besaron durante mucho tiempo cortando el beso por pequeños momentos sólo por falta de aire.
Saúl dejó de besarla lentamente, sujetando su cara junto a la suya con las dos manos y ella abrió los ojos poco a poco, como no queriendo despertar de esa sensación, se quedó mirándolo como una aparición.
_ Te amo, Altagracia. ¡Te amo! Siempre te he amado y fui un tonto al dejar que nuestra historia se terminara de esa manera. ¡Déjame hacerte feliz! Te prometo que no voy a decepcionarte por segunda vez, ¡te lo prometo! – Otra vez Saúl sintió la necesidad de declararse a ella.
Cuando Altagracia se dio cuenta, una lágrima se deslizaba por su rostro La emoción había sido demasiada para ella, eran tantas cosas juntas. Es que era él. ¡Saúl! El gran amor de su vida declarándose a ella y prometiendole hacerla feliz. Como lo había deseado. Y cómo él le había defraudade. Sin embargo era un otro tiempo, casi una otra vida y los dos estaban en lados opuestos. Era cierto que Saúl la había lastimado en el pasado, pero ahora, si ella seguía con su plan, sería ella la que le lastimaría a él. Y empezaba a creer que no era correcto hacerlo. Se le hacía daño a Saúl, de alguna manera, le hería a sí propia porque... lo amaba.
_ ¡Necesito irme! – Ella dijo girando tratando de ocultar su conmoción y calmando su voz.
Sin embargo Saúl se dio cuenta que ella se sentía incómoda ante la situación y el momento que habían vivido por su tono de voz, fue capaz de entender parte de sus sentimientos y no le preguntó nada solamenta, la abrazó por detrás, acercó su cara a su oído y le susurró:
_ ¿Crees que nuestro amor no es importante para mí ? Escucha mi corazón como late por ti, ves cómo están mis manos. – Dijo tocando con sus manos a sus brazos y ella las sintió heladas, cómo si él estuviera nervioso, cómo si estar cerca de ella le moviera el piso. – Cerca de ti, yo soy como un niño indefenso, desesperado por este amor.
La giró para mirarla de frente. Altagracia apretaba fuertemente sus labios como obligándose a no llorar, pero era inútil, las lágrimas siguieron cayendo. Saúl pasó la mano por su cara limpiándole las lágrimas comprensivo, mirándola con ternura. Altagracia no pudo contestarle. Como pocas veces en la vida, había sido dominada por la emoción. Se apartó de él y caminando hacia la puerta sin decir nada. Respiró profundo, volvió el rostro lo miró con firmeza y dijo:
_ A las 8 ¡No llegues tarde!
_ ¡No te preocupes. Yo nunca más te dejaré esperándome! – Él respondió conmovido.
***
_ ¿Por qué no vino mi papá a comer en la casa, Diego? – Preguntó Isabela interrumpiendo los pensamientos de su hermano que comía pensativo.
_ Ay Isabela. Sucedieron tantas cosas en la oficina hoy...
_ ¿Y por qué estás tan callado como un zombi y no me cuentas nada?
_ Yo todavía estoy digiriendo todo lo que pasó. Por supuesto que te iba a contar hermanita. – Dijo sosteniendo su mano. – Pero tienes que saber que hay cosas que te contaré que no te gustarán.
_ Diego, habla de una vez, me muero de la curiosidad. Dime todo! Sin anestesia, sin pelos en la lengua, no importa si me gusta o no. ¿Qué pasa? – Isabela estaba afligida por las palabras de su hermano.
_ Por fin conocimos a la persona que compró las acciones de tío Rafael.
_ ¿Pero cómo? ¡Yo ni siquiera sabía que ya se habían vendido! El día que vino aquí a regalarme las acciones, me dijo que estaba negociando con un abogado, pero que nada concreto todavía.
_ Pues las negociaciones se terminaron. Cerró con este abogado y no creerás quien es la persona que él representa.
_ ¿Quién?
_ Altagracia, la ex novia de nuestro padre, con quien se volvió a ver hace unos días.
_ Altagracia... – Isabela reflexionó pensando en el nombre que a pesar de no ser tan corriente no creía poder ser el mismo que el de la mujer que ella admiraba tanto. – Esto está muy extraño, Diego. ¿Qué quiere esta mujer? ¿por qué compraría la parte del bufete de mi papá, un hombre con el que tuvo una relación en el pasado? ¿Te parece que quiera volver con él?
_ Eso no lo sé. La explicación que nos dio por haber invertido en el bufete fue que es una empresaria y le gusta diversificar las inversiones y que le pidió a su abogado buscar una nueva inversión. Según ella, fue él el que le habló del bufete antes de que ella y mi papá se volvieran a encontrar. También dijo que no acostumbra mezclar asuntos personales con el trabajo.
_ ¡Ay por favor! ¿Cómo que no quiere mezclar el trabajo con la vida personal? Es obvio que está interesada en él. Quizá desee recuperarlo a través de los negocios. – Reaccionó la joven molesta.– Pero no lo permitiré, Diego, no puedo permitirlo.
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La Socia
FanfictionAltagracia y Saúl se vuelven a ver después de 20 años. Este encuentro fue planeado y calculado por Altagracia. Él es el dueño de un prestigioso bufete de abogados, ella la dueña de una joyería muy reconocida que ahora sorprendentemente se quiere hac...