Último Capítulo
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Altagracia se entregó sin reservas a los besos y a las caricias de Saúl obligándose a no recordar el daño que Rafael le había hecho, quería borrar esos recuerdos que desaparecieran por completo. Saúl se quitó la camisa, el cinturón y la condujo hacia la cama.Ya en la cama la miró con ternura y con mucha pasión, comenzó a desvestirla sin prisa. Desabotonó su blusa dejando sus pechos solo cubiertos por la fina tela del sujetador y comenzó a acariciarlos delicadamente sacándole un ligero gemido y consiguiendo que llevara la cabeza hacia atrás. Saúl se volvía loco al ver su cuello descubierto, terminó de quitarle la camisa y se acomodó mejor sobre ella saboreando su cuello besando donde el pulso le latía con más fuerza. Ella gemía empezando a entregarse con confianza, una confianza que sólo se siente a la persona que se ama para entregarse en cuerpo y alma. Saúl seguía llenándola de besos mientras sus caricias se hacían cada vez más íntimas, bajando por entre sus muslos y ella estaba casi envuelta por él cuando, en un impulso, lo empujó con mucha fuerza:
_ ¡No! ¡No me toques! Aléjate. – Dijo levantándose de la cama y agarrando su blusa para cubrirse, los malos recuerdos se hicieron presentes y no podía continuar.
_ Está bien, soy yo Saúl, mi amor. Está bien, no tenemos que ir a prisa. – Él dijo comprensivo. – Puedo esperarte el tiempo que sea necesario hasta que estés lista.
Ella bajó la cabeza y lloró. Con las manos sostenía la blusa que cubría sus pechos. ¿Se pasaría toda su vida presa a esos malditos recuerdos? ¿Podría borrarlos en verdad?
_ ¡Resulta que yo no! – Ella dijo entre lágrimas.
_ ¿Qué? – Él no entendió su posición y se sentó a su lado y la tomó entre sus brazos.
_ Yo no quiero esperar, no quiero hacerte esperar Saúl. Yo te amo, te deseo, quiero hacer el amor contigo sin ese maldito miedo que me atormenta. – Dijo mirándolo.
_ Mi amor, sabes que puedes confiar en mi nunca te haría daño o te lastimaría, ¿verdad?
_ Por supuesto que lo sé Saúl, es que a veces los recuerdos... no tengo miedo de ti, tú solamente me haces bien. Siento que sólo contigo, sólo contigo voy a superarlo. Hazme olvidar ese miedo, por favor. – Ella le rogó
_ ¿Segura? – Quería darle confianza, le esperaría sin ningún problema.
_ ¡Estoy segura! Sáname, Saúl. Borra de mi este temor con tu amor, ¡por favor! ¿lo harás? – Ella dijo dejando caer la blusa que cubría sus senos.
Saúl la miró maravillado, por su hermosura por la maravillosa mujer que era. Y pensar que quería ser suya, que quería entregarse a él. Pero estaba inseguro, temeroso de poder traer de nuevo aquellos horribles recuerdos para Altagracia, tenía miedo de estar de alguna manera presionándola. Ella lo miraba muy pensativo por eso Altagracia decidió tomar la iniciativa. Se le acercó y subió las manos rozando su pecho haciendo que se le pusiera la piel de gallina con el tacto de sus delicadas manos, su calidez. Altagracia lo besó de manera cálida y él llevó sus manos hacia la espalda de ella y comenzó a acariciarla mientras la besaba. Saúl respiraba sin aliento por el deseo que sentía y la avidez de poseer a la mujer de sus sueños, era incrédulo sobre creer que seria suya nuevamente y ahora si para toda la vida.
Él la fue recostando nuevamente en la cama y terminó de desnudarla lleno de cariño, paciencia y embobado de amor. Ver sus hermosos ojos verdes invitándolo a continuar y reflejando satisfacción por sus caricias era una completa tortura para Saúl. Su pelo extendido por la almohada, tan hermoso contrastando su color tan vivo con lo blanco de las sábanas, sábanas que pronto terminarían arremolinadas. Ella ejercía una extremada fascinación, una seducción incomparable para Saúl que a veces llegaba a preguntarse si esta maravillosa visión era real o si no era sólo un espejismo, una obra de su imaginación por el amor que sentía por ella.
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La Socia
FanfictionAltagracia y Saúl se vuelven a ver después de 20 años. Este encuentro fue planeado y calculado por Altagracia. Él es el dueño de un prestigioso bufete de abogados, ella la dueña de una joyería muy reconocida que ahora sorprendentemente se quiere hac...