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_ Lo siento Altagracia. Eso no te lo puedo prometer porque te amo y eres tan hermosa... – Saúl sabía que no podría contener los celos de Daniel._ Pero yo soy tu esposa. – Ella trató de tranquilizarlo de una vez por todas con estas palabras y le dio un beso corto, amenazando con alejarse.
_ ¡Mía! – le dijo y la sostuvo firmemente entre sus dos brazos viéndola con su manera de sonreír con los ojos durante unos segundos.
Permanecieron así como contemplándose hasta que él la besó de manera cálida, no pudo resistirse a tener su cuerpo tan junto al suyo, a su boca tan cerca de la suya, a su cálido aliento. Ella correspondió y los dos intercambiaron besos apasionados por unos minutos en el centro de la oficina de Altagracia. Altagracia era una mujer caliente y a Saúl le encantaba que su fuego le quemara. Él mordisqueaba sus labios e dejaba en boca el exquisito gusto de la pasión con la lengua haciendo que Altagracia no sólo perdiera el aire, si no también el sentido del tiempo, del espacio, de todo. Era una sensación maravillosa besarlo y ser besada por él. Sus respiraciones se mezclaban y él acariciaba su espalda hasta la base de sus nalgas, y luego subía sus manos hasta su cabello haciéndole perder la cordura, atrayéndola más cerca de su cuerpo.
Al mismo tiempo deslizaba sus labios por su cuello y debajo de la oreja provocándole escalofríos a Altagracia, mientras ella sostenía a su cabeza junto a la de él como rogándole que no se apartara de ella. Era como si los dos estuvieran no en un beso sino en un trance. Saúl empezó a conducirla por la oficina y la atrapó entre él y la pared sin que ella si diera cuenta. Absorta en las sensaciones, Altagracia sintió la mano de Saúl subindo por sus muslos, llegando a sus bragas y alejándola. Su clitóris hizo una fiesta cuando entró en contacto con sus dedos. Sin dejar de besarse, Altagracia ahogó un gemido en los labios de Saúl. Ella sentía su miembro rozándola y se perdía en su seducción.
Solo salieron del trance cuando Cristina abrió la puerta sin previo aviso asustándolos.
_ ¡Ah, perd... Lo siento, no sabía que tenía visitas, yo estaba abajo. – Cristina se disculpó muy incómoda.
Saúl se alejó de Altagracia tratando de limpiar un poco el labial que supuso había quedado en sus labios y sonrió ante el desconcierto de las dos mujeres agradeciendo a los cielos que no había tenido una erección, mientras que Altagracia trataba de volver a su estado normal, arreglaba su ropa y su cabello.
_ No escuché la puerta Cristina... – Altagracia inmediatamente se incorporó al papel de la empresaria imponente y tan respetada por todos los empleados que era... lejos de Saúl.
Trataba de arreglar su vestido mientras no lograba encarar a Cristina por la pena y el coraje.
_ Lo sé, ya sabe que yo no acostumbro hacer eso, es que hoy todos estamos muy preocupados por el evento de mañana y... – Cristina trató de justificarse muy nerviosa.
_ Sí, sí, vamos a saltar la parte de las explicaciones. ¿Qué necesitas? – Le preguntó Altagracia con altanería.
_ Es que Ricardo está terminando los detalles y pormenores de cada pieza que se pondrán en exposición y me pidió su dibujo de la gargantilla con el camafeo para editar la descripción de la pieza.
_ Está bien te la entrego y me voy. Terminen el trabajo programado para hoy. Mañana a las 9 comenzamos con los preparativos finales.
_ Claro. Que tengan una buena noche. – Se despidió de los dos lo más rápidamente posible y salió de la oficina con el diseño de la joya en la mano.
_ ¿Por qué fuiste tan severa con tu asistente? – Preguntó Saúl sonriente tomando su mano mientras caminaban hacia la puerta. – Como si fuera ilegal besarnos. – Continuó sonriendo, mostrando que estaba disfrutando de la situación.

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La Socia
FanfictionAltagracia y Saúl se vuelven a ver después de 20 años. Este encuentro fue planeado y calculado por Altagracia. Él es el dueño de un prestigioso bufete de abogados, ella la dueña de una joyería muy reconocida que ahora sorprendentemente se quiere hac...