61 - En el ascensor

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Es la recta final de la historia. Muchas gracias a todos los lectores que la acompañan y toman la moléstia de votar e comentar, ustedes son parte de la historia.

Canción del capítulo Inolvidable - Laura Pausini.

***

La forma tan directa y fría con la que Saúl habló de la separación dejó a Altagracia muy afectada y ella lo volvió a mirar fijamente. Hasta entonces ella había evitado hacerlo, se sentía muy incómoda con él por pensar en cómo había suplicado y no había podido tocar su corazón. Y delante de su hija todo era más difícil. Nunca en su vida Altagracia había estado tan vulnerable como hasta ahora. Mirando a Saúl de esa manera, quería encontrar en sus ojos una señal, un rastro de amor parecido al que ella sentía. El contacto visual con Altagracia le molestó y él se escapó de su mirada, "Dios, cómo sus ojos son hermosos." Pensó Saúl.

_ No hablemos de eso ahora, hija. Disfrutemos el regreso a casa, con tu familia. – Saúl enfatizó este trecho mirando a Altagracia. Sabía que con esas palabras la herían y él parecía disfrutarlo, ella se entristeció y bajó su mirada. – No es un tema fácil déjanos a nosotros resolverlo. – concluyó.

_ Pero tienes que entender que me extraña, papá. Se veían tan enamorados, yo me he acostumbrada tanto a Altagracia, durante estos días en el hospital, ella se ha portado tan linda conmigo, – las palabras de Isabela sacaron una sonrisa a Altagracia dentro de esa tensión – a pesar de toda mi oposición con su matrimonio en ese momento, me pone triste saberlo. Altagracia me hará mucha falta. – lo dijo mirando a Altagracia tendiendo la mano izquierda hacia ella.

_ No voy a dejarte Isabela. – Altagracia le dijo, sosteniendo la mano de la joven y estrechándola para sentir ese gesto de cariño que recibía de su hija, este afecto que tanto había anhelado. – Creo que a Saúl no le molestará que me vaya a visitarte durante tu recuperación y pronto... Pronto tendremos una conversación muy importante. – Dijo con un nudo en la garganta.

_ Si Isabela así lo quiere... Mi casa es también de mis hijos. – Saúl volvió a lastimar a Altagracia, ella se preguntaba por qué él era tan cruel. El dolor lo había cambiado, no era ni la sombra de ese hombre tan romántico que le había conquistado. – Si Isabela quiere verte no tengo por qué no cumplir un deseo de mi hija, serás bienvenida en nuestra casa, siempre. – La última palabra él dijo con dificultad, traía una mezcla de miedo y tristeza. Al recordar también que Altagracia ya no vivía con ellos sentía un golpe en el corazón.

_ Yo también te extraño, Altagracia. – Dijo Diego muy sincero.

_ Y yo a ustedes, hijo. – Altagracia acarició el rostro de Diego con ternura. – Lo malo de acostumbrarse a tener una familia es que, cuando ya no estas con ellos te sientes completamente vacía y tienes de nuevo que aceptar a la soledad. – La misma Altagracia se sorprendió de cómo logró ser sincera aunque le molestaba decirlo frente a Saúl. – Saúl tiene mucha suerte de tenerlos a ustedes. ¡Mucha suerte! – Contuvo con dificultad la emoción después de decir estas palabras.

🎶 A veces me pregunto si
yo viviría igual sin ti,
no sé si yo sabré olvidarte.

Y en un instante puedo ver,
que tú eres cuanto yo soñé
inolvidable para mi.🎶

Altagracia estaba conmocionada por ya no formar parte de esa familia. Se apresuró en salir de la habitación, le dio un beso y un abrazo en Isabela y a Diego, agarró su bolso y salió casi corriendo sin dedicar ninguna palabra a Saúl que se quedó desconcertado. Él sintió que fue grosero, al escuchar las palabras y observar la actitud de ella. Le sensibilizó pensar que él siempre había tenido una familia, a sus hijos de su lado mientras ella vivía anhelando y esperando a su hija, que le había sido quitada muchos años atrás.

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