18 - Pecados ocultos

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***

La expresión de felicidad de Isabela, hizo que Altagracia retrocediera en su duda y tantease el terreno antes de tomar cualquier actitud.

_ No pienses en el pasado Isabela. A tu edad yo empecé a pasar por una cadena de acontecimientos que cambiaron completamente mi forma de ver la vida y  no fue un bueno cambio. A veces yo extraño a esa joven que soñaba y que creía en el amor, en las personas.

_ ¿Usted no cree en las personas? Usted que se abrió tan generosamente a conocerme. ¿O acaso soy alguien tan importante para cambiar su forma de tratar a la gente?

_ Sí, tienes algo que especial Isabela. Contigo me siento identificada. Ya te lo dije, me recuerdas a la jóven que un día fui. – Altagracia siempre se conmovía al estar con Isabela, era muy difícil contener su emoción y las ganas de abrazarla y decirle toda la verdad y que ella la llamara mamá – Pero háblame de ti. Has perdido a tu madre, pero ¿y el resto de tu familia? – Ese era el punto más importante para Altagracia.

_ Me llevo muy bien con ellos. Los quiero mucho, sobre todo a mi papá y a mi hermano, siempre hemos sido los tres y los amo tanto que tengo celos de todas las mujeres que se les acercan, sobre todo con mi papá ya que yo soy su única princesa. - Dijo sonriendo y Altagracia le devolvió la sonrisa. – En serio, me vuelvo una leona para defender a mi padre y a mi hermano. Me temo que las mujeres les hagan daño y que si los dos se enamoren, se olviden de mí.

Esa confesión sorprendió a Altagracia por dos razones. Se dio cuenta de que el vinculo entre su hija y Saúl era muy fuerte y que sería difícil volverse su madrastra y ganarse su afecto. Pero no renunciaria a su plan en este momento aunque, con todo esto, todavía sentía que esa era la mejor manera de estar cerca de ella. Tenía miedo de que la verdad la alejara por completo y eso no podría soportar. Prefería tomar el riesgo de tener su antipatía por la relación con Saúl a no estar cerca de ella.

***

Saúl llegó a la oficina de Rafael ya demostrando incomodidad. No había tenido el valor de volver a llamar a Altagracia porque quería solucionar unas cuantas dudas antes de hurgar por completo por ese camino que él sabía que era sin marcha atrás.

_ ¿Rafael ya pudiste revisar al proceso de Altagracia?

_ El joven que lo está buscando para mí todavía no lo encontró. – mintió

_ Tengo mucha urgencia de ver este proceso, aunque dentro de mí, ya tengo la certeza de que Altagracia es inocente. Fui injusto con ella.

_ ¿Por qué estás tan seguro?

_ Por todo lo que te dije y... tengo que contarte algo, Rafael.

_ Dime, Saúl.

_ Altagracia y yo nos besamos.

Rafael se sobresaltó. La posibilidad de que los dos volveran a estar juntos le causaba terror. No sólo porque no había superado sus sentimientos hacia Altagracia, sino porque sabía que eso traería la revelación de todas sus mentiras para Saúl. No se sentía capaz de revelarlas y mucho menos dejar que se descubrieran.

_ Sigo enamorado de Altagracia, Rafael. – Saúl confesó.

_ ¿Y eso? Tú hablando otra vez de amor.

_ Sí, amor, Rafael. Precisamente amor. Después de ese beso no puedo dejar de pensar en ella, por cierto, no sólo pienso en ella, quiero volver a conquistarla y lo digo muy en serio. Quiero casarme con ella y esta vez sí, vivir nuestro amor para siempre.

_ ¿No crees que es demasiado apresurado? Sólo se vieron dos veces y han tenido un beso y ya estás hablando de matrimonio?

_ Es que siento que nuestra historia se tardó veinte años en suceder, no quiero perder más tiempo. Por eso necesito ver su proceso. Quiero conseguir su perdón, creerle totalmente.

Rafael no contestó, no tenía las palabras correctas. Pero dentro de sí, dijo que no permitiría que este matrimonio sucediera, que haría cualquier cosa para evitarlo. Todavía sentía celos de Saúl. Con Altagracia nunca había conseguido nada sin forzarla y Saúl, con solamente acercarse a ella ya tenía su entrega en un beso. No le parecía justo, le daba celos y coraje por Saúl. Él tenía todo lo que siempre quiso tener.

***

Rafael llegó a la junta con Daniel, sin saber que Altagracia estaría ahí, todavía tenso por la conversación con Saúl el día anterior. Se sentía acorralado y asustado de lo que pasaría si perdía el prestigio y la confianza de Saúl y en todo caso sus secretos y mentiras saldrían a flote. Era demasiado cobarde para enfrentarse a su culpa. De hecho, en él, lo canalla y cobarde formaban parte de su piel.

_ ¿Empezamos, abogado Llamas? ¿Que propuesta me tiene? Le adelanto que no voy a aceptar lo que me propusiste en nuestra última junta, es muy inferior al valor que tienen mis acciones.

_ No empezemos todavía, esperamos a una persona.

_ ¿Que persona?

_ La persona que represento, que está interesada en estas acciones, la que será la verdadera dueña de parte del bufete Aguirre-Cabral.

_ ¿Cómo? ¿No es usted quien quiere comprar las acciones? ¿Y como usted dice verdadera dueña? Esto sólo ocurrirá si su propuesta me agrada. ¿Quién es esta persona? ¿En dónde está ella? ¿Quien se cree para hacerme esperar?

_ iSoy yo! – Altagracia irrumpió deslumbrantemente en la sala de juntas, casi provocando un infarto a Rafael.

_ ¿¡Altagracia!? – Él dijo bastante incrédulo con los ojos abiertos como platos, estaba más que sorprendido.

_ Sí, maldito desgraciado ¡Yo! Quiero tus acciones y me las vas a vender y por el precio justo. Por eso estoy aquí, para asegurarme de que esta negociación se realize co mo debe de ser.

_ ¡Estás completamente loca! – Él se levantó enojado. – Nunca voy a venderte mis acciones y mucho menos por esa cantidad tan miserable que me propuso tu abogado! No tengo nada más que hacer aquí, esta negociación está cerrada. Olvídate de esos planes absurdos!

_ ¡No voy a olvidar nada! – Altagracia mostró valor, pero el estar delante de él la agobiaba. – ¡Ahora vas a sentarte y a escucharme! – Ordenó.

Él, sin muchas opciones, no se movió, pero no se sentó, permaneció de pie.

_ Ahora entiendo todo. – Él dijo, con una sonrisa de sarcasmo – Saúl me dijo que ustedes dos se... Quieres terminar lo que no pudo ser en el pasado, ¿verdad? El que Consuelo y aquélla acusación te impidieron. Quieres atrapar a Saúl, conquistarlo y convertirte en su esposa, fue lo que siempre quisiste, eres una zor...

_ ¡No te atrevas a ofenderla! – Daniel vociferó. – Que te quede claro, que Altagracia no está sola, eres un gusano miserable! Esta vez, ella tiene quien la defienda, no le puedes hacer daño.

_ No te preocupes Daniel. – Altagracia trató de calmarlo – Rafael se altera porque sabe que aquí el único que tiene culpas y deudas del pasado es él. Los planes que yo tenga en relación a Saúl o cualquier otra persona no te importan a ti, ¡infeliz! Como nada en mi vida! Ahora, lo que sí tiene que preocuparte es lo que voy a hacer si tú no aceptas venderme las acciones en este momento y por el precio justo.

_ ¿Y que harás?

_ ¿Quieres pagar por ver? Conozco todos tus pecados que mantienes ocultos en lo más oscuro de tu ser, ¿lo recuerdas? ¿Qué pasaría si todas tus porquerías fueran conocidas por Saúl y todos tus clientes? Sabes que yo no dudaría un solo segundo en destruirte si intentas engañarme. Está en tus manos, Rafael. Daniel trajo los documentos preparados para que hagamos la transferencia del valor dado por los expertos. Tú solo tienes que firmar los papeles que me hacen la dueña de tus acciones del bufete. Agradeceme que quiero pagar el precio justo. Estarás de acuerdo en la transferencia que Daniel hará en este momento y cuando salgamos de esta sala, seré la propietaria del 45% del bufete Aguirre. – Ella se acercó a él con una sonrisa triunfante. – ¿Estás de acuerdo, Rafael?

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Para el siguiente capítulo
Altagracia recibe flores de Saúl y...

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