42 - Explicaciones

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Tomada por la sopresa, Altagracia se alejó y se quedó en la ventana mirando a los edifícios que estaban en frente. La oficina de Saúl estaba en una zona llena de edifícios comerciales. La ventana era muy larga y los vidrios dejaban ver todo lo que una gran ciudad pudiera mostrar. Ahora entendía las nubes que vio en los ojos de Saúl. Su corazón latía fuerte, aún era muy temprano para revelarle todo, él no le perdonaría y por eso tendría que alejarse de Isabela con quien necesitaba más tiempo.

_ ¿Como lo supiste? – Preguntó

_ Soy abogado, Altagracia. Te debías sorprender de que yo no supe antes. – Saúl estaba muy seco.

_ Bueno. Ahora ya sabes. Rafael me buscó cuando entré a esa carcel. Dijo que creía en mí y que me ayudaría. Después del juicio ya no nos volvemos a ver. Confieso que cuando supe que él era tu socio las acciones del bufete me interesaron más. Rafael me ayudó a salir de la carcel, pero tuvimos un desentendimento después. Él aceptó venderme sus acciones después se arrepintió. Por eso Rafael y yo nos peleamos el otro día. Él me sacó de la carcel y despues... no hemos nos vuelto a ver. – No tuvo el valor de decirle toda la verdad.

_ ¿Solo eso? – Saúl no estaba convencido.

_ Sí. – Las lágrimas amenazaron con salir de los ojos de Altagracia.

_ Altagracia hay algo más. Me estoy dando cuenta de que Rafael no es quién yo creí toda mi vida. Y si yo no lo busco en ese mismo instante es porque supe que él se fue de viaje y solo regresa en un mes y medio. Si no fuera algo preocupante, él jamás me lo habría ocultado. Yo entiendo que hay cosas de tu pasado que sean difíciles para ti, pero, confía en mí. – Le suplicó.

_ Perdoname, Saúl. Hay cosas que todavía no estoy lista para contarte. No es que no confíe en ti, es que yo quiero olvidar ese pasado. Al menos por ahora que yo finalmente estoy feliz. Y si Rafael no está en la ciudad es una razón más para que no hablemos de ese pasado. Te contaré todo muy pronto. – Altagracia no podía decirle toda la verdad ahora y correr el riesgo de perder todo lo que había logrado hasta ahí.

_ ¿Estás segura de que nada más ha pasado entre ti y Rafael?

_ Sí, lo que dice respecto a Rafael, ya sabes. – Mintió. – Pero... sí hay cosas más que tengo que contártelas.

_ Dime.

_ Como te dije, no estoy lista. Pero te prometo algo. Cuando pueda decirte todo, lo sabrás de mi boca, solamente por mí.

_ Está bien. No insistiré si no quieres contarme ahora. Pero recuerda que siempre puedes contar conmigo. No podemos comenzar nuestra vida con mentiras y secretos.

_ Tienes razón.

Tal cual Altagracia, Saúl temía alejarse de ella en ese momento por eso no trató de saber más del que le quedó claro que Altagracia no quería hablar. Los dos estaban tan felices y la presencia de Daniel y los secretos de Altagracia podría terminar con esa felicidad. Le creyó aunque su corazón le decía que lo que tenía que contarle Altagracia, no sería nada bueno. Además ella le prometió alejarse de Daniel. Decidió disfrutar de la felicidad que su boda le traía hasta cuando pudiera. Sin embargo, tenía cuentas a ajustar con Rafael. Cuando regresase de su viaje, ajustaría esas cuentas, pero ese ajuste de cuentas tenía que esperar.

***

De alguna manera, la nueva vida de Saúl y Altagracia como marido y mujer, comenzó tranquila despues de esa pequeña tormenta. Durante los primeros dos meses tuvieron una vida normal, familiar. Daniel seguía yendo al bufete de Saúl, pero Altagracia le hablaba lo mínimo posible. De alguna manera, Saúl prefería que él estuviera en su empresa y no en la joyería coqueteando a Altagracia.

Rafael siguió lejos y por mucho que los hijos de Saúl no estuvieran de acuerdo con la boda, en especial Isabela y que hayan hecho todo lo posible para evitar un acercamiento más cálido de la madrastra no la trataban mal. Diego se limitaba a ser cortés y amable con ella, como era habitualmente, una persona muy educada. Isabela por su parte era irrespetuosa y más porque Altagracia insistía en tratar de hacer parte de su vida, una idea que la pequeña consentida no podía soportar. Ella sabía que el momento de la verdad se acercaba, trataría de aprovechar cada minuto. Se negaba a convivir con ella, quería mantener una distancia segura, porque Altagracia seguía confundiéndola.

Ella sabía que si convivieran, si se permitiera conocerla mejor, podría no lograr seguir odiándola como quería. Decía a sí misma que nunca aceptaría a Altagracia como esposa de su padre por haberla engañado, por haber fingido ser alguien que no era, no haberle dicho que había estado en el pasado de sus padres. Tenía miedo de pensar que incluso podría ser Altagracia la causante de que su madre se quitara la vida.

Al mismo tiempo, su teoría de que Altagracia era una persona interesada, por lo que se había casado con su padre, cada día se mostraba más falsa. Estaba claro que los dos se amaban y ver la felicidad de su papá también la dejaba confundida.

Esa mañana todos desayunaban juntos. Era común que comieran juntos en la mesa, pero no era poco común que esta convivencia llevara mucho tiempo. Los hijos de Saúl se esforzaban por mantener esa distancia que construyeron hacia la madrastra, evitaban hablar y no ponían atención cuando ella daba algún consejo para ambos. Especialmente Isabela. Por eso Altagracia tenía que aprovechar la oportunidad, a pesar de que lo que quería decir, le daba miedo. Todo lo que tenía que ver con Isabela terminaba por dejarla con temor, frágil.

_ Yo quería aprovechar que estamos todos juntos y hacer una invitación a Isabela y a Diegol.

_ ¿A qué? – Isabela preguntó curiosa.

_ Mañana es el lanzamiento de la nueva colección de joyas de mi joyería y, por lo que sé, te gustaban mis piezas.

_ Sí, es cierto, su joyería me gustaba.

_ Estoy preparando un evento que contará con exposición de las piezas, también haremos un pequeño desfile con, las más valiosas. Será mañana en la noche en el salón de mi joyería. Me gustaría que los dos estuvieran presentes, especialmente tú, Isabela.

_ ¿Por qué especialmente yo?

_ Está claro, ¿no? Estudias joyería, me gustaría saber tu opinión sobre mi trabajo, saber que tan metida estas en tu futura carrera... – Altagracia expuso sus argumentos tratando de convencer a la joven.

_ Está bien, está bien, está bien! No hay necesidad de que gastes más tiempo, yo iré! ¿Tú irás Diegol? – Isabela se puso de acuerdo rápidamente sorprendiendo a Altagracia, a Saúl y a Diego.

_ Sí, hermanita, yo iré. Altagracia, ¿hay un problema si llevo a mi novia?

_ Claro que no, Diegol. Es tu novia, y será bienvenida, además Vanessa me cae bien.

_ Me alegra esta demostración de madurez, Isabela. Sabes que va a ser muy bueno para ti misma que participes en este evento.

_ Sí papá, yo no pienso diferente. La joyería de Altagracia es una referencia de un buen trabajo en el país y antes de conocerla y saber quién era ella – dijo con cierta ironía – Yo sabía que la Sandoval tenía mucho que ofrecerme y aunque todo el mundo me considere loca e irresponsable, yo sí valoro mi carrera.

_ Por esta razón me gustaría hacer una extensión en la invitación, Isabela.

_ ¿¡Extensión!?

_ ¿Quieres trabajar conmigo mañana, ayudarme a organizar los últimos detalles del evento, disponer el orden de exposición, conocer parte del proceso de trabajo de mi joyería?

_ Sí, por supuesto que sí! – Ella aceptó sin mucha dificultad. – Es una gran oportunidad y podré utilizar este trabajo en mi currículum.

Altagracia no pudo contener la sonrisa y la alegría que esa respuesta positiva le provocaba. Pasaría todo el día con su hija, compartirían tiempo, trabajo, estarían cerca, se conocerían mejor, esta era la oportunidad que estaba buscando...

_Sin embargo... – Isabela sorprendió a todos cuando pensaban que el asunto ya había sido resuelto. – Acepto a su invitación con una condición.

_ ¿Condición? – Preguntó Altagracia. – ¿Qué condición?

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