La Socia

40 - Acercándose a la verdad (+18)

Ese capítulo cuenta con una sugerencia de una lectora, JuSouza211 🙏🏼
Siempre que quiera sugerir algo, hazlo, me encanta saber que les gusta la historia y que forman parte de ella.
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Los besos y caricias intimas se hicieron más intensos, y mientras Saúl hacía movimientos con la lengua dentro de su boca, ella le complacía haciendo lo mismo. Él empezó a dejar besos húmedos en su cuello haciendo que ella comenzara a  hacer ruidos de placer reposando su cabeza en el hombro de Saúl, mientras él la sostenía por la cintura.

Altagracia soltó la sábana con la que cubría su cuerpo desde que se sentó en la cama y giró agarrándose al cuello de Saúl como pidiéndole que profundizara sus besos y carícias. Ella también quería darle placer a Saúl. Resbalaba sus manos en su espalda mientras sentía el contacto de la piel de él en la da ella y en ese momento la pasión quemaba a los dos. Quería que él la sintiera como ella le sentía a él.

Saúl la acostó en la cama y la vio desnuda. Tomó un tiempo en contemplarla, no por acaso dicen que el placer de los hombres empieza en los ojos. Sus senos bien diseñados y hartos le fascinaban cada vez que los tenía en frente, sus curvas deslumbrantes le eran una invitación a que entrara en ella, su belleza le llenaba de orgullo. Su cuerpo era una invitación al placer, imaginaba todas las maneras de satisfacer sus deseos y los de ella. 

_ Yo podría pasar toda la noche haciéndote el amor. – Dijo.

_ A mí me encantaría. – Contestó Altagracia sonriendo seductora.

Saúl aún no podía creer que ella era su esposa, que la mujer que amaba, la mujer más bella del mundo era su esposa y se entregaba con amor. Deslizaba sus manos sobre su piel sin dejar de mirarla con un brillo lleno de intensidad en los ojos, fascinado.

Se acostó sobre ella y comenzó a besarla de manera cálida por todo su cuerpo, mientras ella sentía la inquietud de su erección próxima a su intimidad, pero él no entró inmediatamente, quería darle tanto placer como fuera posible. Él le besaba a sus pechos, los mordisqueaba primero uno y luego el otro mientras se ayudaba con una mano para no abandonar a ninguno.

Altagracia gemía de placer, ella estaba muy receptiva a sus caricias y ansiosa por regresárselas, movía sus caderas consiguiendo una fricción entre su feminidad y la creciente erección de Saúl, soltó la espalda de su amado sujetando fuertemente te la sabana entre sus manos mientras mantenía los ojos cerrados y apretaba los dientes.

Él la besaba con dificultad por la forma en que su cuerpo reaccionaba a sus estímulos, introdujo seductoramente su lengua en su boca dejando a Altagracia completamente abrumada de sensaciones que juntos habían ya compartido.

Sentir el calor de sus lábios, su aliento, su respiración mientras él estimulaba su intimidad tocándola con su miembro ya parecía desesperante para Altagracia que gemía fuertemente de placer. El tiempo que él tardó en darle placer sin penetrarla generó una ansiedad muy excitante en ambos cuerpos y reflejaba en cada uno las más variadas expresiones de placer y lujuria. Él tocó su seno, apretándolo, Altagracia no soportaba más y le suplicó a Saúl:

_ Mi amor, poséeme. Ahhhh... Hazme completamente tuya, Saúl. – Al final de la frase, soltó un grito contenido de placer que animó a Saúl.

_ Tenemos tiempo, mi amor – Dijo jadeante mientras acariciaba sus senos y tocaba su intimidad con su miembro.

Ella  quitó las manos de la cama y le acarició el pecho. Con los ojos abiertos, frente a él, le susurró entre gemidos:

_ Por favor! Te amo! – dejó de hablar porque el placer fue muy fuerte. – Por favor.