35 - El gran día

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Hoy tendremos un capítulo doble. Por la tarde subo el seguiente

***
Altagracia trató de encontrar una manera de mirar a Saúl en ese momento, con los ojos llenos de lágrimas, sin traicionarse, pero era imposible. Saúl se dio cuenta de que algo le pasaba a Altagracia, pero no sabía qué, a que se debía aquellas lagrimas.

_ Mírame, Altagracia. – le rogó aunque pareció casi una orden.

Ella no dijo nada, pero no prestó atención. Enterraba la cabeza en la almohada como  tratando de esconderse. Esta Altagracia lo sorprendió, no la conocía definitivamente esta no era Altagracia, esa mujer que él creía conocer de toda la vida. Esto le provocaba una sensación de angustia no saber qué hacer para tranquilizarla y sobre todo creyendo que podía ser él quién la estaba lastimando. La satisfacción que habían compartido en la intimidad de hace unos momentos no podía ser completa si ella no le entregaba su alma.

_ Mi amor, por favor, mírame. – Insistió.

Altagracia miró a Saúl con sus bellos ojos verdes húmedos y enrojecidos. Las lágrimas habían dejado de brotar, pero sus ojos seguían evidenciando su dolor, era imposible no notarlo.

_ No te lo puedo explicar, Saúl. Pero no es nada de lo que tú piensas.

_ ¿Qué quieres que piense entonces, Altagracia? Acabamos de hacer el amor, fue un momento hermoso yo sentía una inmensa felicidad como no la he sentido durante casi veinte años de mi vida  y tú en lugar de compartir la misma felicidad que yo, lloras. Como si lo sucedido te trajera sufrimiento.

_ No es eso, Saúl, te lo juro. Hay cosas... cosas que guardo dentro de mí y no puedo evitar que salgan. Las guardo dentro de mí pero a veces  me rebasan.

_ ¿Es por lo que pasó con Rafael? ¿O es debido al rechazo de mis hijos hacia nuestra relación, mi amor? ¿Qué te está lastimando así? ¡Necesito saberlo, Altagracia!

_ Todo esto y otras cosas, Saúl.

_ ¡Entonces dime! Cuéntame. Nos vamos a casar, Altagracia y quiero  compartir toda mi vida contigo,  ¿no quieres hacer lo mismo?

_ Por supuesto que sí, Saúl, pero no es fácil.  – Se sentó en la cama tirando de la sábana para cubrirse. – Algunas cosas son demasiado complicadas para mí y me cuesta compartirlas contigo. Haberte hablado de la violencia de la que fui víctima en el pasado no fue fácil para mí. – Dijo mirando hacia abajo.

_ Lo sé. – Él asintió con la cabeza mirándola detenidamente, y acercándose a ella con el fin de anidarla en su cuerpo bien torneado para brindarle seguridad. – para a mí no es fácil aceptar que te hayan hecho daño, que te hayan lastimando y que te sigan lastimando...

_ Nadie me está haciendo daño, Saúl, solo son mis recuerdos.

_ ¿Qué pasó con Rafael? – Dijo suavemente sosteniendo su barbilla induciéndola a mirarlo – ¿Qué pasó esa biblioteca?

_ Creo que Rafael se arrepintió del trato que hicimos con respecto a sus acciones. Tú sabes que en el pasado yo salí de sus vidas de una manera completamente negativa y que mi integridad siempre ha sido cuestionado por todos a tu alrededor.

_ Sí, cuando le dije a Rafael que quería reanudar mi historia contigo, él claramente se incomodó, dijo que yo me estaba precipitando.

_ Exactamente eso fue lo que me dijo ayer. Que quería protegerte a ti y a tu familia, que no confía en mí...

_ No te preocupes, mi amor – dijo Saúl tierno abrazándola fuertemente contra él otra vez. – Confío en ti, Altagracia. Confío como sé que debería de haber confiado hace veintidós años. Confío y eso es lo que importa. Nos vamos a casar y yo te lo repito nuevamente, después de haberme hecho el hombre más feliz del mundo esta noche, te prometo que te haré feliz. Sanaré tus heridas. – sostuvo con ternura su cara con las dos manos – es una promesa, Altagracia. Te prometo que te haré feliz. – Beso su frente sus mejillas, su nariz hasta posarse en su boca

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