33 - Caída libre

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Canción del capítulo Corazones Invencibles de Aleks Syntek.

***

Rafael se asombró al ver Saúl muy perplejo observando el final de una intensa discusión entre él y Altagracia en la biblioteca. Quería recuperar la cordura, se puso muy nervioso por consecuencia de haber estado tan alterado con Altagracia y sorprendido de haber sido descubierto por Saúl. Normalmente la presencia de Altagracia ya le provocaba cambios en sus sentidos y en una situación como esa, era peor y aún más frente a Saúl de quien temía que gran parte de sus acciones vergonzosas fuesen conocidas.

_ Saúl... – Rafael dijo soltando el brazo de Altagracia.

Altagracia respiró hondo y caminó hacia Saúl.

_ Estoy esperando una respuesta, Rafael! ¿Qué estaba pasando aquí? ¿Por qué estabas amenazando a Altagracia y sosteniendo su mano de esa manera? – Saúl habló con firmeza sin dejar de encarar a Servando.

_ Altagracia y yo tuvimos un desacuerdo...

_ Eso está claro para mí! – Dijo Saúl abrazando a Altagracia con una sonrisa sarcástica. – Nunca te he visto así, y mucho menos con una mujer. ¿Por qué dices que Altagracia supuestamente quiere medir fuerzas contigo?

_ ¿Saúl, podemos irnos? – Dijo Altagracia. – ¿Puedes llevarme a mi casa? Te prometo que ahí te voy a explicar todo.

_ Altagracia, él te estaba gritando y sus palabras eran amenazantes y eso no lo toleraré. Todavía no nos hemos casado, pero quiero que sepas que yo te defenderé de todo y... – buscó a Servando con la mirada – de todos!

_ Te lo explicaré, te lo prometo! Vámonos ¿por favor? – Ella pidió.

_ Solo Porque me lo estás pidiendo. Que quede claro Rafael, que nuestra conversación no ha terminado. Me vas a explicar porque te atreviste a tratar a Altagracia de esa manera y mas aún después de saber qué ella y yo estamos comprometidos.

Rafael no respondió. Respiró profundo y se sentó en el sillón que estaba junto a la estantería de libros antiguos. Altagracia tiró de Saúl por la mano y este la siguió aunque a regañadientes. Al pasar junto a la sala, Altagracia quiso despedirse de Isabela, pero ella la evitó saliendo de dónde estaba y llamando a su amigo Emiliano a bailar, ignorando así a Altagracia. Sabiendo el poder que tenía sobre ella le daba en cierta medida placer causarle una sensación de desamparo con su desprecio.

En el camino, Saúl notó que Altagracia estaba muy afectada, muy nerviosa. Ella no quería hablar, él no la forzó, condujo en silencio a su casa. Aunque se volvieron a ver hacía tan poco tiempo, conocía bien el terreno en el que estaba cuando se trataba de ella. Entendía cuando ella necesitaba silencio y espacio y lo respetaba todas las veces.

Sabía que no le gustaba verse frágil a Altagracia y no quería que se sintiera incómoda por estar así. Pero dentro de sí Saúl se consumía, tenía muchas ganas de saber lo que pasó entre ella y Rafael y porque discutieron tan acaloradamente. Él tenía un intenso deseo de protegerla, por cuidarla y se dio cuenta de que tendría que hacer esto muchas veces sin que ella lo pidiera.

En ese momento comprendió que, a pesar de que ella no pidiera e insistiera en que no era necesario tal cosa, sería su deber protegerla y defenderla, no sólo en el nombre del amor de los dos, sino también en el nombre de todo lo que Altagracia había sufrido en la vida y que no era poca cosa.

***

Cuando entraron en su casa, Altagracia lo miró amonestada, caminando hacia la barra, se detuvo por unos segundos, lo miró firme y dijo:

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