\ \ c h a p t e r / / e i g h t e e n.

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11.18 AM


En el momento en que el elevador se detuvo en la planta principal y las puertas se abrieron, ambos hombres tan opuestos y apuestos, volvieron a ser el centro de atención. Por una parte estaba Michael con su vestimenta totalmente negra: una camiseta larga, unos pantalones apretados, sus brazos al descubierto con tatuajes y pulseras de cuero, su cuello con marcas moradas, para finalizar con una perforación en su ceja, logrando un look totalmente intimidante. Por otro lado, Luke Hemmings vestía con un traje negro, con algunos arreglos para que se ajustara a sus largas piernas. Tenía una camisa blanca, además del blazer sobre esta. Su teléfono en mano y su mirada en alto.


  —Necesito una comisión de seguridad ahora—exigió Luke a la recepcionista principal, no importándole que existían personas antes que él, esperando su turno.


Michael rodeó los ojos.


—Por favor—terminó a regañadientes por Luke. La mujer asintió, mientras que el hombre rubio se volteó con su ceño fruncido.


—Es mi empleada.


—Es una persona—atacó Michael de inmediato. Luke rodeó sus ojos y esperó a que la mujer terminara la conexión con la sala de seguridad.


—¿Cuántos hombres necesita, Señor Hemmings?—preguntó cubriendo el comunicador. Luke estaba con su vista fija en el teléfono, tecleando a toda velocidad.


—4. Iré con el señor Clifford en su vehículo, que nos sigan y se den prisa. Nos vemos afuera—comunicó, sin levantar su vista del teléfono. Se volteó, los presentes comenzaron a apartarse para abrirle camino sin él percatarse. Michael, solo gruñó observando la arrogancia y falta de modales, falta de empatía y simpatía, del dueño de la empresa.


—Gracias, que tengas un buen día —se despidió el peligris para comenzar a seguir a Hemmings que no despegaba su mirar del aparato tecnológico. Sus ojos leía la pantalla mientras escribía, y no temía de algún accidente por su falta de atención, pues ese lugar lo conocía de memoria.


Apenas salieron por la puerta giratoria, cuando el sol los cubrió con sus rayos, Luke guardó el aparato y masajeó sus manos.


  —¿Dónde está tu camioneta?—preguntó. Michael aún continuaba con su irritación, todo el fastidio por su amargo despertar además de las pocas horas de sueño de la noche anterior, que tenían un culpable.


Luke Hemmings.


—Sígueme—ahora fue el turno de él, de ordenar. Luke asintió y comenzó a seguir sus pasos, para salir al estacionamiento exterior y caminar entre diversos coches, camionetas y pequeños buses, hasta reconocer la camioneta de Michael, la misma en la que había estado la noche anterior.

Empire 》Muke.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora