\ \ e p i l o g u e / /

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9.34 AM

Michael abrió sus ojos ante la claridad de la habitación, y con el conocimiento que era un nuevo día, supo que sería diferente. 

Se acurrucó en la cama y se volteó, para toparse con un desastres de rizos dorados, nariz respingada, palidez y unos claros ojos azules que lo observaban con atención a cada movimiento.

—Feliz cumpeaños papi Mike.

Michael sonrió y abrió sus brazos para acurrucar al pequeño Edward de 4 años. Sabía que aquel día sería diferente.

Hace unos años, cuando Shelley ingresó a la universidad, Luke y Michael fueron conscientes que el tiempo sí que pasaba rápido. Brandon estaba haciendo su vida, Shelley iba por el mismo camino, mientras que August disfrutaba de su adolescencia antes de seguir los pasos de sus hermanos mayores. Eso estaba completamente bien para ambos, pero lo que no les parecía muy agradable, era la repentina soledad que comenzaban a sentir. Quería tener aventuras, pero compartirlas, querían seguir llegando a casa y recibir otros estímulos.

Y Luke quería ser padre.

Luke no supo en que momento, aquel deseo llegó a tocar la puerta. Sí, había criado a los niños, pero siempre había odiado a los bebés, odiaba a sus hermanas y hermanos hablando 24 horas, los 7 días de la semana, de mierda de colores, reflujo de leche, pañales, escuela y trabajos desastrosos.

Pero de un momento a otro lo deseó, deseó que lo llamaran 'papá', que lo siguieran necesitando, que un pequeño humano lo viera como la única persona a la cual recurrir. 

Michael por otra parte, no había deseado ser padre. Amaba a los niños, él era quien más disfrutaba de las fotos de los bebés y niños de la familia Hemmings, pero jamás lo atacó el sentimiento. Él estaba feliz ayudando, pasando tiempo con los infantes, hasta que Luke le comentó su deseo y Michael, por supuesto, apoyó a Luke en la decisión y comenzaron la aventura juntos.

Ahora, casi 5 años más tarde, el pequeño Edward, era el primero en saludarlo en su cumpleaños 38.

—Corazón, no sé si estamos jugando a las escondidas o algo, pero no veo a Luke por aquí —susurró Michael al separarse, peinando el rebelde cabello del niño, quien soltó una tímida risa.

—Está en la cocina por el desayuno. Es una sorpresa, así que no le digas a nadie —susurró Edward en el oído de Michael, quien asintió, comprendiendo, para luego removerse y sentarse en la cama, estirándose.

El niño rápidamente impidió su acción, abrazándolo por la espalda, provocando que una risa se escapara de los labios de Michael ante la dicha del momento.

Se puso de pie, mientras que Edward se afirmaba de los hombros de su padre, acostumbrado a la rutina. Michael con pereza caminó hasta la cocina, en busca de Luke.

Se topó con una ancha espalda pálida con pecas, además de una canción de fondo de Panic at the disco que Luke tarareaba mientras ponía atención a las instrucciones  del vídeo que observaba en la pequeña pantalla de su teléfono. Estaba intentando preparar unos waffles con una salsa especial agridulce, pero la verdad es que otra vez, había fracasado, pues la salsa de había solidificado en la sartén. 

—¡Mierda! —chilló al notar el desastre, guiando el triste panorama culinario hasta el lavaplatos con intenciones de que su  intento no causara más problemas a sus trabajadoras domésticas por intentar salvar la sartén.

—¡Mala palaba! —chilló Edward, exponiendo que había llegado a la cocina y no solo.

Luke se volteó con una sonrisa culpable y sus ojos azules de inmediato se cruzaron la mirada de Michael. Aquellos ojos verdes que jamás se cansaría de ver.

Empire 》Muke.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora