COLEMAN
Esta tía siempre tiene respuestas para todo. Gruño. No sé como lo hace, pero siento una especie de amor y odio hacia ella. Siento el impulso de protegerla en todo momento, pero cada vez que hablo con ella, más quiero alejarla de mi lado.
—Esta mañana estabas muy nerviosa —suelto de golpe. Recuerdo sus gritos y la velocidad en la que se hinchaba su pecho. No me gusta ver esos ojos almendrados llenos de lágrimas. ¿Qué cojones le había dicho su mierda de novio? —¿Problemas en el paraíso? —pregunto. Entonces su mirada se clava en mí. Sabe a lo que me refiero.
—Todo está bien con Ryan —noto la rabia en sus palabras.
—¿Entonces que es lo que hizo lloraras de esa manera? —insisto. Realmente me importa una mierda. ¿O no? Al escuchar sus gritos me faltó tiempo para ir en busca de ella.
¿Enserio? Vamos, no sé que mierdas me pasa.
Frunce el ceño a la vez que cierra los ojos, amenazante.
—¿Por qué tendría que decírtelo? —noto su desesperación—. Agradezco que hayas estado ahí todas las veces que he necesitado ayuda. Pero ya está —muerde su labio, dudosa—. No haces más que reírte de mí, y para eso, ya tengo suficiente con Candice y Cyntia.
Rasco mi cabeza pensando en qué decir. ¿Por qué diablos tiene que ser tan complicada?
Paso de contestarle. No ve que intento entenderla, ¿ser un amigo? No lo sé ni yo mismo. Recojo su escoba y avanzo hasta el otro extremo de la piscina, alejándome de ella.
NORA
Pasamos dos horas limpiando el recinto entero. Lo que más tiempo conllevó fue vaciar y volver a llenar la piscina, ya que había mucha suciedad incrustada en el fondo.
Miro a Jude Coleman. No me ha devuelto la mirada en lo que llevamos limpiando. A veces consigue confundirme tanto... Se le ve absorto en sus pensamientos, y aunque sabe perfectamente que le estoy mirando, se hace el loco.
Avanzo hacia el armario para dejar el cubo, los trapos y el cepillo que he ido usando para disponerme a irme a dormir a mi cómoda cama, celebrando que por fin, estoy libre de castigos y que, mañana, veré a Ryan.
—¿Ya te vas? —suena insatisfecho. ¿Dos horas le parecen poco o qué pasa con él?
Observo el reloj que se encuentra justo encima del marco de la puerta del recinto. Marca la una de la noche. Dios santo. Voy a tener unas ojeras horribles mañana.—Es tarde, y ha quedado todo muy limpio —ordeno los trapos dentro del armario. Me giro y choco contra un duro pecho desnudo. Alzo la cabeza y me encuentro a pocos metros de su cara.
Intento hacerme paso pero el me lo impide. Me revuelvo nerviosa—. Déjame pasar —agacho la mirada.Levanta con un dedo mi barbilla, acuchillándome con esos ojos.
—Nora, Nora... —susurra a pocos centímetros de mí—. ¿Qué voy a hacer contigo?
No, no, no, no... Aléjate de mí.
Noto su duro y perfecto torso contra mis pechos. Mi respiración se corta. Intento descifrar lo que intenta decir, qué es lo que pretende haciéndome esto.
—No creo que esto... —susurro, pero unos labios chocan con los míos, y Dios, saben a gloria. Mi cuerpo se relaja por completo, es lo que estaba deseando desde la última vez que me besó.
Es un beso lento, con dolor. Separa sus labios de los míos y clava su mirada en la mía. Apenas nos separan unos centímetros.Me quedo quieta, observándole. Su aroma fresco inunda mis fosas nasales y mi cuerpo se tensa involuntariamente. Lo único que se escucha son nuestras respiraciones entrecortadas.
De repente, alza su mano y acaricia mi hombro suavemente. ¿Quién es este tío, dónde coño está Coleman?
Me estremezco con su roce.Mi cabeza grita que huya, ahora, sin pensarlo. Me pide que piense en Ryan, en los años de relación junto a él, pero en lo único que puedo pensar es en Coleman. En este moreno misterioso, del cual, tan sólo sé que lleva demasiado tiempo como para recordarlo aquí, que es solitario, pero le encanta ser un mujeriego y qué no deja de atormentarme día tras día.
—Eres preciosa —susurra rozando sus labios contra mi cuello. Dioses, esto está muy bien.
—No pares... —suplico con los ojos cerrados. Estoy temblando. Esto se me ha ido completamente de las manos.
Rodea mi cintura con una mano y me levanta, quedando completamente al vuelo, entre sus brazos.
—¿Qué...? —no comprendo sus intenciones. Es entonces, cuando de un brinco, salta al agua. Completamente vestida, me aparto de su agarre y nado hasta la superficie en busca de aire. Está a pocos metros de mí y su respiración es tan fuerte que retumba en toda la sala.
Apoya su espalda en la pared de la piscina y me mira fijamente.Sin pensarlo dos veces, nado hacia él y enrosco mis piernas en su cintura, recibiendo su manos en mi culo, que me sujetan firme.
—Esto no está bien, Jude... —susurro, mirándole fijamente. Noto por primera vez como no hace una mueca al oír su nombre.
—Si creyeras que está mal, no te abrías abalanzado sobre mí —replico—. Sabes que te gusto Nora, y por más que intentes alejarte de mí, no puedes... Y yo tampoco —. Abro los ojos de par en par al oír sus últimas palabras y cierro los ojos arrepentida.
Coge el tirante de mi camiseta y lo aparta junto al del sujetador delicadamente. Oigo cómo suspira al ver mi blanca piel desnuda.
Me roza el labio superior con la lengua y pega su boca contra la mía, y nuestras lenguas juegan, húmedas.Noto su erección presionando contra mi sexo, la noto dura y grande contra mí. Separo mis labios y le observo. ¿Hasta dónde quiere llegar?
Las gotas caen de su pelo mojado y se deslizan por su cuello tatuado.—Eres como una droga para mí, Nora —gruñe, y de un salto me deja en el borde de la piscina. Él no tarda en sentarse a mi lado.
***
¡Me siento malvada al cortar esta escena!
¿Qué opináis de esta relación que tienen? ¿Qué creéis que pasará?
Mañana actualizo Vinculados, ¡estad atentos!
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Caminos cruzados
Romansa"SUS CAMINOS ESTABAN CRUZADOS, Y POR MUCHO QUE ELLOS QUISIERAN NEGARLO, SIEMPRE SE VOLVERÍAN A ENCONTRAR." Desde bien pequeña, Nora Scott, había presenciado las palizas que recibía su madre todos los días por parte de su padre. El entrar en un corre...