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Me muevo en la amplia cama y extiendo los brazos, encontrándome con un vacío. ¿Se había ido? Abro los ojos y unos rayos de luz se cuelan por los agujeros de la persiana. Ya era de día. Notaba mi cuerpo dolorido a cada movimiento que hacía, parecía como si no hubiese pegado ojo en toda la noche, que era prácticamente lo que había pasado. Doy con la ropa que Coleman me había dejado horas atrás tirada por el suelo, me la pongo y salgo de la habitación, dirección a unas voces que llegan del salón. Dafne.

Aparezco y me encuentro en el sofá a Jude, Mike y mi amiga. Ésta última tenía un gran hematoma en la sien.

—¿Qué coño te ha pasado? —me acerco a ella, que me sonríe—. ¿Cómo te has hecho eso?

Muevo su cabeza ligeramente y hago una mueca al verlo de cerca.

—Tu tampoco es que estés muy bien —ríe, intentando calmarme—. Tuve una pequeña batalla con Candice. Se enteró de lo que te había pasado y se burló—se encoje de hombros, tranquila.

—¿Le pegaste? —pregunto, incrédula. No tomaba a Dafne como la típica chica que se metía en peleas. Era impulsiva, pero jamás la había visto así.

—¿Qué si le pegó? —Mike suelta una carcajada—. Tendrías que haberla visto, parecía una leona. La dejó inconsciente en el suelo—abraza con un brazo a Dafne y le da un suave beso en la nuca.

Miro a Coleman, que se encuentra en la esquina del sofá con los pies en alto. Me mira pensativo, y en ese momento un ápice de miedo recorre mi cuerpo. ¿Todo seguía igual que anoche?

—No puedo decir que no me alegre de ello —hablo sincera, dirigiéndome a Dafne—, pero no me gusta que hayas recibido por mi culpa.

—Sé que harías lo mismo por mí —y tiene razón en ello. Me había sorprendido a mí misma cuando salté encima de la pelirroja, pero en ese momento no pensaba en otra cosa. Si se tratara de Dafne, no sé como habría reaccionado, pero estaba segura que daría lo que fuera por esa gótica loca que tenía como amiga.

Coleman se levanta y se dirige hacia la cocina. Dafne me hace señas que no logro entender, y desvía su mirada sutilmente hacia Jude.

—¿Que ha pasado aquí? —dice en un susurro, de forma pillina. Esboza una sonrisa de oreja a oreja y hace como que patalea en el suelo.

Pongo mi dedo índice en mi boca y le suplico que se calle, no quería sentir más vergüenza, aún. Sabía de sobras que se habían enterado de lo que ocurrió anoche entre Jude y yo, saltaba a la vista tan sólo al vernos.

Camino hacia la cocina y ahí está, revolviéndose el pelo despeinado mientras el café se hace. Me acerco a él, no lo suficiente y le miro.

—¿Cómo estás? —me pregunta, y es entonces cuando su brazo me envuelve la cintura y me acerca a él. Deja un corto beso sobre mi cabeza.

—Mucho mejor —suspiro aliviada. Me zafo de su agarre y le miro a los ojos. Su mirada es intensa y reluce una bonita sonrisa. Acerca con sus dedos mi barbilla hacia su boca y se funde en mí. Mordisquea juguetón mi labio inferior y los besa lentamente. El beso pasa a ser fuego puro en cuanto su lengua se entrelaza con la mía. Parecía que estuvieran hechas la una para la otra.

—Qué monos —oigo la voz emocionada de Dafne. Me separo de él y miro hacia el marco de la puerta, donde se encuentra mi compañera de piso apoyada, con cara perversa. Detrás suyo se encuentra Mike, que voltea sus ojos.

—Oye, ¿sobre Ryan...? —pregunto. No me importaba en absoluto lo que le pasara, pero después de haberlo visto en esas condiciones era casi un milagro que pudiera moverse aún.

Caminos cruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora