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Dafne: A las 22.00h en la ubicación que te he compartido. [20:03 p.m]

—Ya tenemos sitio para celebrar la vuelta de Mike esta noche —le informo a Jude, qué ni me había percatado de qué se estaba quedando completamente dormido otra vez con Boliche en brazos.

—Sí... —refunfuña y vuelve a cerrar los ojos, acomodándose entre mis piernas.

En teoría, estábamos viendo una película, pero al ver su cansancio opté por cambiar a ver una serie policíaca, mientras él dormía. Estaba completamente tumbado en el sofá, boca arriba, apoyando su cabeza en mis piernas y con Boliche durmiendo en su pecho.

Ambos estaban para una foto. Creía que al principio no se llevarían muy bien, pero a decir verdad, parecía que el cachorro quisiera más a Jude que a mí, y eso que pasaba más tiempo yo con él.

Nos habíamos gastado más dinero en él que en nosotros; tenía una grandiosa cama acolchada de color azul, qué para que iba a usarla teniendo el pecho de Jude a su disposición. Miles de juguetes adornaban el suelo del salón, más los que te encontrabas por ahí perdidos. Ya le empezaban a doler los dientes, y todo lo que pillara lo hacia trozos, incluyendo mis zapatillas.

Yo pasaba todo el día con él, y Jude se encargaba de pasearlo a la noche y antes de irse a trabajar, lo que nos facilitaba muchísimo la faena.

[...]

Una hora después, ya me encontraba decidiendo qué vestido ponerme para la fiesta. Opté por uno rojo, que cubría hasta cinco palmos de mi cintura. El escote era elegante y los tacones que elegí, obligada por Dafne, eran de un negro muy oscuro.

—Estás preciosa —Jude besa el hueco de mi cuello y alza mi mano para hacerme girar y contemplarme.

—Lo mismo digo, señor Coleman —iba realmente guapísimo. Se había ido a cortar el pelo, dejando de nuevo sus lados de la cabeza rapados. Había perfilado a la perfección su barba, hasta el punto qué sólo pinchara al tocarla y le hacía tremendamente sexy.

Lucía unos pantalones oscuros, con una camisa blanca, a juego con unos zapatos caros del mismo color.

—¿Lista? —tiende su mano.

Meto en un pequeño bolso negro todo lo necesario y agarro su mano.

—Vamos.

Mike no sabía nada de nosotros, era totalmente una sorpresa. Llamó un par de veces al número de Jude, y éste le mintió, diciéndole que estaba demasiado ocupado cómo para dar una vuelta o hablar. Todo era un plan maléfico de Dafne, para que así, nuestro amigo se llevara una gran ilusión.

La fiesta no alcanzaba muy lejos de casa y era muy fácil distinguirla, ya que de su interior provenía una música muy alta. Había gente en el jardín, ya con cubatas en la mano y formando un barullo increíble.

Veo como Dafne sale de la casa a toda prisa, a lo alto de unos tacones de infarto y con un recogido en la cabeza que le quedaba de maravilla.

—¿Quién es toda esta gente? —inquiero, dudosa.

—Ni puta idea —ríe —, tenía que hacer un poco de bulto. Es pública, viene gente de todos lados.

—Genial —Jude rueda los ojos y embarca su brazo alrededor de mi cintura, abriéndose paso entre la multitud para entrar a la casa.

Seguimos a Dafne hasta llegar al salón, dónde gente desconocida corretea, baila y ríe al son de la música. Vemos de lejos a Mike, qué se encuentra sentado con un chico.

Dafne nos hace un gesto para qué hagamos silencio, que realmente no entiendo, ya que cómo no fuera a gritos, dudaba mucho que nos escuchara.

Jude hace caso omiso, y al ver a su amigo a lo lejos, corre hasta él y pillándolo por sorpresa, lo levanta del sofá de un movimiento y lo estrecha entre sus brazos.

Caminos cruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora