9

1.3K 141 32
                                    

NORA

El tener a Coleman enfrente de mí me hace sentir segura, pero a la vez débil e inútil, ya que una vez más me ha salvado.

—¿Qué ha pasado?—se pasa la mano por el pelo, nervioso.

—Me defendí y me encerraron —contesto, cogiendo la ropa limpia.

—Joder —gruñe, dándose la vuelta para que yo pueda vestirme.

Me tomo mi tiempo, y cuando ya estoy vestida, se gira.

—¿Estás bien? —se acerca demasiado.

—¿Ahora te preocupas por mí? —susurro, triste—. Me habías dejado claro que no te importaba.

—¿Qué...? —frunce el ceño.

—¿Te has follado a Candice? — pregunto rápida y concisa.

No sabe a qué viene todo esto, y yo, sinceramente, tampoco. Quiero saber si todo lo que me dijo era verdad.

—¿Porqué...?

—¿Sí o no, Coleman? —empiezo a enfadarme—. ¿O prefieres que te llame Jude? ¿Te llamas así, verdad? —que no se llame así, por favor.

—Sí.

—¿Sí, qué? —digo, desesperada.

Suelta un bufido.

—¡Sí a las dos cosas, joder, Nora! —estalla—. ¿Qué mierdas te han contado esas?

—¿Que qué me han contado? —suelto, irónica—. Que durante una sesión de sexo desenfrenado con tu querida Candice, le pediste que no me hicieran nada —le reprocho acercándome cada vez más enfadada —. ¿Porqué? Porque el señorito Jude  —pongo émfasis en su nombre —. Cree que soy débil y que no sirvo para nada. Tan débil que no puedo defenderme yo solita. ¿Y sabes? Quizas es verdad, quizás no soy tan valiente como tú, ni resuelvo mis problemas a guantazos como Candice y todos tus folleteos, pero almenos tengo la certeza de que jamás seré como vosotros ni seré tan falsa ni rastrera como tú.

Voy a decir algo más cuando de repente, Coleman da dos grandes zancadas hasta mí y me sujeta fuertemente de la cintura.

—Apártate de mí, animal —apoyo mis manos en su pecho intentando apartarle, pero me es imposible.

Recorre mi cara con su dedos, acariciándola. ¿Qué pretende?

—Me estás volviendo loco, joder —susurra, mosqueado.

Niego con la cabeza pero sus manos se aferran con más fuerza a mi cintura.

—Intento alejarme, pasar de ti, limitarme a verte tan sólo en los castigos pero me lo pones muy difícil —se lamenta —. Cada dos por tres te metes en algún que otro lío y me veo obligado a ayudarte. No porque te vea débil, ni mucho menos.

—Para, por favor —le miro, suplicante —. Esto no está bien —agarro sus manos que descansan en mi cintura y las retiro lentamente —. Esto no está bien, Coleman.

De repente, tira de mi camiseta hacia él. Se acerca aún más, ladeando la cabeza, y entonces une sus labios con los míos. Su lengua entra en mi boca bruscamente, y automáticamente cierro los ojos para disfrutar de su vaivén dentro de la mía. Me aferro al cuello de su camiseta.

Es un beso desesperado, lleno de odio e impotencia, pero también de deseo.
Cada segundo que pasa, se vuelve más lento y delicado, como si dedicaramos la vida en ello. Es cuando saboreo sus labios, su lengua, la suave calidez que emana su boca. Nos besamos suave, tiernamente, luego de nuevo con fuerza.

Y ahora que soy consciente de que esto está ocurriendo, soy tan feliz que duele.

Entonces, en una milésima de segundo Ryan aparece en mis pensamientos.

—No... —me separo de repente —. Esto... —salgo rápido del baño.

¿En qué estaba pensando? ¿Y Ryan? ¡Tengo novio, por dios!

Me toco los labios. Están hinchados.

Camino por los pasillos, y como me temía, ya no hay nadie. Corro hacia mi pasillo y me encuentro al mismo guardia de siempre.

—¿Otra vez incumpliendo las normas? —pregunta —. Ya es la segunda vez.

—He tenido un problemilla — lamento.

—¿Qué problema?

—Me sentó mal la comida —llevo la mano a mi barriga —.Ya sabe.

—La última vez —me advierte.

Asiento con la cabeza.

Entro en mi habitación y me encuentro a Dafne sentada en el escritorio, que se gira en cuanto oye la puerta.

—¿Y ahora qué? —me mira divertida.

Me dejo caer en la cama boca abajo y me tapo con las mantas.

—Ocurre algo, Nora? —oigo como se levanta de la silla y se acerca a la cama —. ¿Te encuentras bien?

No puedo contárselo. No puedo confiar en nadie, ni en mí misma.

—No quiero hablar —meto mi cabeza bajo la almohada.

—¿Estás segu...

—Por favor, Dafne.... —la interrumpo —. Buenas noches.

Noto como la luz se apaga y Dafne se tumba en su cama.

—Buenas noches.

COLEMAN

—No... —susurra contra mi boca —Esto... —me mira arrepentida antes de salir por la puerta.

Eso es, la he besado. Soy un completo gilipollas, no debí hacerlo.

¿Qué cojones? No debía pero me moría de ganas, joder... Esta mujer me está volviendo completamente loco y no sé como sacarla de mi jodida cabeza.

Al decirme todo lo que le había contado Candice ví la decepción en sus ojos.
¿Cómo demonios le decía que nada de eso era cierto? Sólo se me ocurrió besarla. Joder, no quería admitir que me estaba empezando a importar. ¿Me importaba Nora? Estoy hecho un puto lío.

Estoy cabreado, jodidamente cabreado. Candice es una zorra sin escrúpulos. Se lo advertí, maldita sea. Sólo de pensar en Nora sentada en la ducha llorando, se me revuelve el estómago y me dan ganas de partirle la cara a alguien.

Me apoyo en el mármol de el baño con fuerza y me miro en el espejo.

—¡Joder! —pego un puñetazo al cristal, provocando que se forme una gran grieta. Segundos después, lanzo otro puñetazo. Un trozo de cristal cae sobre el lavamanos.

Dos de mis nudillos están sangrando. No me molesto en arreglar el desastre que acabo de crear, salgo del baño.

—Es tarde —me dice un guardia al verme —. ¿Dónde has estado?

¿Es que todo el mundo quiere molestarme hoy?

—Apártate de mi camino, capullo —choco mi hombro con el suyo al pasar por su lado.

Noto como me agarra el brazo con fuerza e instintivamente, le arreo un puñetazo en la mandíbula, desorientándolo.

—He... Dicho... Que... Te... Apartes... —gruño, sacudiendo la mano.

Recibo un golpe en la espalda que me hace caer al suelo de rodillas. Llevo una mano a mi nuca. Joder.
Me giro y me encuentro con otro guardia, que mira desafiante con la porra en alto.

—Vaya, Coleman —me reconoce —. Qué sorpresa encontrarte fuera de horarios —dice, irónico.

*******

¡Chicos! Ya podéis ir a ver la nueva portada de Caminos Cruzados, hecha por sirendreams !

Es todo un orgullo que ella me la haya hecho; no sabéis lo mucho que la admiro. Pasaros por sus historias, son magníficas.

Caminos cruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora