COLEMAN
Contemplo la cara de Nora, era tan delicada y tan bonita, que con todos esas rojeces y hematomas no encontraba suficientes fuerzas para mirarla más de dos minutos seguidos.
El cuello lo tenía rojo, con las marcas de los dedos de John. Ya no tenía valor a llamarle su padre, porque lo que le había hecho, no tenía nombre ni explicación posible.
Tuvieron que ponerle varios puntos en algunas heridas, ya que le abrió el pómulo por tres lados diferentes y tenía un corte bastante profundo en la cabeza, donde un cristal se encontraba incrustado.
En este mismo momento, Nora se encontraba dormida, exhausta. Insistió en abandonar el hospital en varias ocasiones, pero no era algo que pudiera discutir conmigo, ya que no se lo iba a permitir.
No quería dormirse, e incluso repetía que no tenía sueño, pero bastó encontrar la postura correcta en la cama y no tardó ni cinco minutos en quedarse frita como un bebé, agarrándose a mi mano con fuerza.
Su madre, en estos instantes, se encontraba denunciando a John, el cuál habían enviado a comisaría en seguida, y no tardaría en ingresar en prisión por maltratos. Las denuncias de Nora y Emma serían suficientes para alargar su condena, lo que me alegraba en cierto modo.
Cojo mi teléfono móvil y envío un mensaje a mi padre:
"Necesito que me adelantes el sueldo, es urgente."
Su respuesta no tarda en llegarme, ya que se pasa toda la noche en vela usando el móvil para trabajar.
"Hecho, pero necesito una explicación."
Salgo de la habitación sigilosamente, procurando que Nora no despierte y deseando que no abriera los ojos antes de que volviera. Paseo por los pasillos en busca de la salida, y tras dar varias vueltas perdido, encuentro la puerta principal.
Paso unos quince minutos buscando el cajero más cercano y abierto, ya que casi eran las cuatro de la madrugada. Canto victoria al ver uno y tras introducir mi tarjeta y teclear mi número secreto, me encuentro con mis ingresos.
3.500€
Saco mil quinientos, una parte para alquilarle un piso a Nora y comprar las cosas básicas que necesitará, como comida e higiene, y otra parte para mañana a primera hora, comprarle un teléfono móvil para poder comunicarme con ella a cualquier hora del día.
Ya tenía pensado un lugar para ella, aunque se trataba de una casa, dos manzanas más atrás de la mía. No iba a permitir que me pagara todos los gastos, ya que lo hacía por voluntad propia y no significaba ningún compromiso para mí.
La pantalla de mi móvil se ilumina por una llamada entrante: Karen.
—¿Karen? —inquiero, preguntándome porqué me llama a estas horas de la noche.
—Vente a la fiesta —ríe. Por la manera en que arrastra sus palabras deduzco que va borracha —, la cosa está animada.
—Estoy en Lethbridge —le recuerdo. Antes de irme le avisé que tenía unos asuntos importantes que atender y por ese motivo no podía ir.
—¿Y qué haces ahí? —tartamudea —. Te has equivocado de dirección.
—Te dije que tenía un problema que resolver —suspiro entre risas. Ésta chica no tenía remedio.
—Me debes una fiesta, entonces —suelta una carcajada.
—Hecho, pero ahora mismo no puedo hablar —prometo. En pocos metros llegaría al hospital —. Ten cuidado al volver, ¿vale?
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Caminos cruzados
Romance"SUS CAMINOS ESTABAN CRUZADOS, Y POR MUCHO QUE ELLOS QUISIERAN NEGARLO, SIEMPRE SE VOLVERÍAN A ENCONTRAR." Desde bien pequeña, Nora Scott, había presenciado las palizas que recibía su madre todos los días por parte de su padre. El entrar en un corre...