DOS AÑOS DESPUÉS...
Lleno el cuenco de comida de Boliche hasta arriba, haciendo qué, mi ya no tan pequeño husky, corra hasta mí y menee la cola de felicidad.
—Tenías hambre, eh —observo cómo devora el pienso hasta no dejar ni rastro de él.
Boliche ya tenía dos años, y a decir verdad, era gigante. Era increíble cómo había cambiado tanto en tan poco tiempo. Cuando saltaba a mi pecho era de mi misma altura y su pelaje era mucho más blanco de lo que era en su infancia.
Recordaba cuándo Jude lo trajo a casa; era una bolita de pelo traviesa e inofensiva, y ahora, era mi más fiel protector, a dónde quiera que fuera, él me seguía.
Dafne estaba enamorado de él, al igual que Mike, y cada vez qué venían a casa a visitarme, llegaban a estar más por Boliche qué por mí.
Recojo todo el salón y abro las ventanas de la casa para airearla. Me había pasado toda la mañana limpiándola, cómo hacía todos los sábados. Justo en ese momento, el timbre suena dos veces.
Camino hacia la puerta seguida de Boliche, que menea el rabo, a sabiendas de quién se escondía tras la puerta.
—Hola, nena —Evan me muestra una amplia sonrisa y besa mis labios con ternura, separándose de mí ante los saltos efusivos de Boliche —, hola a ti también, pequeño.
Pasea por el comedor y me alza una caja marrón con un lazo.
—¿No te cansas de hacerme regalos? —corro hasta él y me engancho a su cuello, dándole las gracias antes de poder saber lo que es.
Evan era muy detallista, y siempre me sorprendía con algún que otro regalo, que por muy insignificante que fuera, me alegraba las mañanas.
Cojo la caja feliz, y tras menearla un par de veces, sin escuchar ruido alguno la abro. Dos billetes descansaban en el fondo de la caja llena de pétalos.
—¿Billetes? —frunzo el ceño y le miro expectante. Evan me anima a qué los mire, quejándose de mi impaciencia.
Dejo la caja en la mesa y agarro los billetes.
Viaje a París, Europa. Una semana, todo incluido.
—¡¿Qué?! —vuelvo a releer el billete, cerciorándome de qué he leído bien. Le miro incrédula, sin poder articular palabra—. ¡Pensaba qué eran bombones!
—Esa era mi intención —saca la lengua a modo de burla y rodea mi cuello para dejar un beso en mi mejilla. Agarro su rostro con mis manos y le beso con fuerza, siguiendo sus labios qué se movían con mucha intensidad.
—¿Cuándo nos vamos? —sonrio, besando su nariz.
—¿Por qué no te pides fiesta dentro de tres semanas y nos vamos a París? —propone, arrastrándome hasta el sofá —. Llevamos un año y medio juntos, y a decir verdad, nunca nos hemos escapado por ahí. Siempre estás cansada del trabajo y te vendría bien desconectar.
Tenía razón. El trabajo cada vez me consumía más ya que las horas se habían alargado debido al éxito de El Coral.
El día se me hacía muy monótono y tan sólo deseaba que llegara la hora de salir para ir a dormir a mi acogedora cama, y así al despertarme, saber que Evan abría llegado y preparado mi desayuno. No vivíamos juntos aún, queríamos tomarnos las cosas con calma debido a lo qué pasó hace años con Jude, aunque últimamente empezábamos a hablarlo más.
Estaba completamente enamorada de este chico, y eso qué cuando le conocí, ni se me hubiera pasado por la cabeza. Después de confesarme todo lo que ocurrió con Ryan en aquella lejana fiesta, se propuso ayudarme en todo lo que necesitara, convirtiéndose en un gran amigo para mí, hasta que una cosa llegó a la otra, y acabamos acostándonos. La tensión sexual entre nosotros se veía a kilómetros, y a día de hoy, aún perduraba.

ESTÁS LEYENDO
Caminos cruzados
Romance"SUS CAMINOS ESTABAN CRUZADOS, Y POR MUCHO QUE ELLOS QUISIERAN NEGARLO, SIEMPRE SE VOLVERÍAN A ENCONTRAR." Desde bien pequeña, Nora Scott, había presenciado las palizas que recibía su madre todos los días por parte de su padre. El entrar en un corre...