Camino entre la multitud por los pasillos, siguiendo a Ryan que va unos pasos delante de mí. Choco de pared en pared, mi equilibrio cada vez iba a peor.
—¿Estás bien? —me para un chico que me resulta familiar, de piel morena y notaba qué le había visto alguna vez antes.
—Ehm... Sí —le aparto y sigo mi camino, pero agarra mi brazo de nuevo.
—¿Te has drogado?
—¿Qué dices? —suelto una carcajada y lo aparto de un empujón, separándolo de mí y volviendo al lado de Ryan.
Entramos en una habitación y Ryan no tarda en volver a rellenar los vasos vacíos.
—¿Y éste lugar? —inquiero, mirando con curiosidad la habitación. Tenía una cama de matrimonio en medio.
—¿No te gusta?
—Me encanta —agarro mi vaso y brindo, doy un sorbo y me tumbo en la cama.
—¿Ahora tienes sueño? —arquea una ceja y esboza una sonrisa.
Tiro de su brazo y queda entre mis piernas. Me incorporo, poniendo las manos en su pecho.
—Ryan... —miro sus ojos, y por alguna extraña razón me quedo embobada mirándolos.
Estiro de su nuca hacia abajo hasta tenerlo a centímetros de mí. No comprendía lo que realmente estaba haciendo y sucediendo. Yo no era así, pero notaba como algo en mi interior me impulsaba a hacerlo.
—Te sigo queriendo como el primer día —susurra rozando mis labios —. Y, te juro por Dios, que nunca te desharás de mí...
Corto la distancia entre nosotros con un beso feroz, cargado de odio y amor. Nuestras lenguas se entrelazan, y por algún extraño motivo, me sabía diferente, cómo si no fueran sus labios los que anhelaba besar, aunque mi cuerpo lo reclamara a gritos.
RYAN
Mi plan había salido a la perfección. Conseguí el paradero de Nora al visitar a su madre, Emma, conociendo todos los últimos pasos que había dado desde la última vez que la vi en la fiesta.
No me costó saber donde trabajaba, ya que tenía contactos por doquier y me facilitaron la ubicación. En ese momento, todo se fue al garete, pero no estaba dispuesto a rendirme. Si no hubiera sido por aquel chico que me paró en el bar, esto hubiera sucedido hace mucho tiempo.
Mike, el chico que conocí en la fiesta, también mejor amigo de Coleman y novio de la gótica, había cumplido los dieciocho años y liberado del correccional de Giddings hoy mismo.
Amaba a Nora y siempre lo haría. Era mía y de nadie más. Estaba enamorado de ella desde el primer momento en que la vi y ningún desgraciado iba a quitármela.
Un colega al que fui a visitar a noche me proporcionó una droga de las gordas por un buen precio; metanfetamina. Eran unas pequeñas píldoras con forma de cristal, por lo que no me había costado colarla en la bebida de Nora, ya que las había hecho polvo para disolverlas en el alcohol.
Eso más el plus de absenta, una bebida de unos noventa grados de alcohol, habían sido la combinación perfecta.
Había podido manipularla de la manera que se me había antojado, y aún me ayudaba más que uno de los efectos secundarios fuera la excitación sexual. Todo iba sobre ruedas.
Ahí la tenía, sentada conmigo entre sus piernas y a pocos segundos de volver a besarme con euforia.
Desabrocho su vestido rojo y lo bajo hasta sus caderas, mostrándome su blanca y suave espalda qué tanto había anhelado. Me pongo tras ella y beso toda su espalda, recibiendo un jadeo qué provoca mi erección al instante.
—Me da vueltas todo —ríe y deja caer su cuerpo hacia atrás, mostrándome sus perfectos y pequeños pechos, ya que no llevaba sostén.
Me meto uno en la boca y lo saboreo. Sus gemidos provocan qué un hormigueo recorra en mis partes íntimas, volviéndome loco.
Ella misma se deshace de toda las prendas de ropa que quedan en su cuerpo y se queda desnuda ante mí. Acerco mi mano a su hendidura y resuelvo todas mis dudas; estaba empapada. Empapada de placer por mí.
Mis pantalones no tardan en caer al suelo, y en un despiste suyo, abro su pequeño bolso negro y rebusco hasta dar con su móvil.
Encuentro el contacto que necesito, Jude, y corro a escribir.
Nora: Ven a la habitación que hay al fondo de los pasillos, la puerta verde. Tengo una sorpresa para ti.
Tras enviarlo, agarro a Nora que me mira curiosa y la subo encima de mí. Ella se agarra a mi espalda y en un movimiento me introduzco dentro de ella en una estocada, haciéndola gemir.
COLEMAN
Voy a paso rápido por los pasillos tras recibir el mensaje de Nora. Llevaba media hora llamándola y enviándole mensajes sin recibir respuesta alguna.
Encuentro la puerta verde y la abro de golpe, encontrándome una habitación con una cama en medio, y dos personas en ella.
Los gemidos de Nora invaden mis oídos y me paro en seco.
No puede ser.
Veo su espalda subir y bajar encima de un tío al que no consigo verle la cara. Me quedo atónito unos segundos, impactado por lo que mis ojos veían. Era ella, joder.
Doy dos zancadas hasta la cama y la aparto de un empujón, haciéndole caer en la cama de bruces.
Por un momento mi cabeza se satura al ver a Ryan totalmente desnudo ante mí, con una sonrisa de oreja a oreja en la cara.
¿A qué coño estaban jugando?
Nora me había engañado. Con él.
—¿Jude...? —sus ojos, entrecerrados me miran y automáticamente comienza a llorar.
La miro, y antes que una lágrima caiga por mi mejilla, propino un puñetazo en toda la boca de Ryan, girándole la cara.
—¡Hijo de puta! —vocifero, agarrando su cuello con fuerza y lanzándolo al otro extremo de la habitación.
Nora se cubre con las manos y tiembla, mirándome temerosa. Cojo la sábana de la cama y la cubro totalmente.
Oigo el gruñido de Ryan a mis espaldas, y furioso, arreo otro puñetazo en el mentón, lo que lo deja totalmente inconsciente en el suelo.
—Jude... —suplica detrás mío.
Mando las manos a mi cabeza, tembloroso y cierro los puños con fuerza.
—Lo has mandado todo a la mierda —reprocho enfurecido —. No sé como has sido capaz... ¡Yo te quería, joder!
Se tambalea hacia los lados e incluso pone los ojos en blanco un par de veces, lo que le enfurece más, ya que me mostraba lo bebida que iba.
—Se acabó, Nora —suspiro, notando mis ojos picar como nunca —. Lo he dado todo por ti y así me lo has pagado. No quiero saber nada más de ti.
—Jude, yo no...
—Lo nuestro ha terminado, para siempre. No quiero verte nunca más.
***
He de decir que me ha costado muchísimo escribir este capítulo.
Espero que tod@s hayáis entendido qué Ryan drogó a Nora a base de metanfetamina, también conocido como cristal, que le introduzco en todos y cada uno de los cubatas que le hizo.
Nora no es dueña de sus acciones a partir de rato después de ingerir el primer vaso.
Es muy desagradable, y no recomiendo a nadie que pruebe este tipo de drogas, ni esta ni ninguna.
¿Qué creéis que pasará en los siguientes capítulos?
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Caminos cruzados
Romance"SUS CAMINOS ESTABAN CRUZADOS, Y POR MUCHO QUE ELLOS QUISIERAN NEGARLO, SIEMPRE SE VOLVERÍAN A ENCONTRAR." Desde bien pequeña, Nora Scott, había presenciado las palizas que recibía su madre todos los días por parte de su padre. El entrar en un corre...