25

1.2K 137 79
                                    

—Ryan, porf-favor... —le miro, suplicante. Intento retroceder agarrándome de las finas sábanas de la cama, pero él, fácilmente vuelve a arrastrárme hasta él entre risas.

Se acerca a mí y acaricia mi pómulo rojo por el impacto de su mano.

—No llores, Nora —deposita un beso en mi mejilla—. Se te corre el rímel y estás muy fea...

Huelo su apestoso aliento a alcohol y a otra sustáncia que no logro reconocer. Sus pupilas están totalmente dilatadas y su aspecto comienza a darme miedo.

—T-tú no eres así... —le agarro de la mano, atemorizada por si vuelve a pegarme.

Ríe de nuevo y encaja su boca con la mía. Empujo su pecho, pero sólo consigo aplastarme más. Su lengua se mueve brusca y desagradable por mi boca.

Al ver que no tiene intención de parar; como puedo, desabrocho mi tacón y le arreo un golpe en la cabeza, haciendo que se eche a un lado gritando. Corro hacia la puerta tambaleándome, con un mareo inmenso, y cuando procedo a girar el pomo, Ryan se estampa contra la puerta, dando un golpe con su puño en la dura madera.

—No —gruñe, tirando de mí, arrojándome otra vez a la cama. Mis lágrimas ya son desesperadas, y por mucho que chille con todas mis fuerzas, no consigo librarme de él—. Ven, cariño.

Me abraza y me susurra un perdón varias veces. Repito seguidamente que quiero salir de ahí, pero me ignora.

—Dime, cielo —susurra—. ¿Te has follado a Coleman?

Sonríe dulcemente.

—No...

—¿Te has enrollado con él, no? —su rostro es totalmente neutro, sin atisbo de agresividad—. Vamos, mejor dímelo. Yo me he estado follando a Judith; sé sincera conmigo.

—¿C-cómo puedes decir eso tan tranquilo? —logro decir entre lágrimas.

—¡Responde! —me agarra el pelo con fuerza y tira de él.

—¡Sí! —grito mareada.  Agarro mi pelo para intentar que sus tirones sean menos fuertes—. Nos besamos, pero...

Un puñetazo se hunde en mi barriga. Grito e intento salir de la cama, pero me atrae hacia él por la fuerza.

—Ryan, d-déjame, por-r favor... —susurro dolorida.

Después de esas palabras cerré mis ojos y no quise ver más. Los golpes impactaban contra mi blanca piel hasta el punto que dejé de gritar. Cansada. Dolorida. Sólo quise que acabara pronto.

COLEMAN

—Tardan mucho —me muevo nervioso, aún cabreado porque el imbécil de Mike me apartó cuando iba a darle una buena paliza al gilipollas ese.

—Son cosas de novios —murmura Candice, encogiéndose de hombros.

Aprieto mis puños con fuerza y la miro furioso.

—¡¿Por qué coño eres así de insoportable?! —vocifero, cansado. Estaba hasta las mismísimas pelotas de esa tía, no pensaba en otra cosa que no fuera ella, sin importarle la gente.

—Estúpido —se levanta y agarra del brazo a Cyntia—. No me llames más, Jude.

—Soy Coleman para ti —le corrijo con los ojos entrecerrados—, y nunca te llamo, siempre eres tú. No me gustas, nunca me has gustado, follábamos, sí. Estaba bien, pero ya está. No quiero saber más de ti, búscate a otro al que tocarle los huevos, porque yo ya me he cansado de tus putas niñaterías. Deberías pagar por todo el daño que has causado a la gente.

Caminos cruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora