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Tras explicarle a un guardia lo sucedido, consigo llegar a mi habitación, en la que Dafne duerme como un tronco, y tampoco tenía intención de despertarla.

No tengo sueño por pasarme toda la tarde durmiendo y ahora lo único que hago es pensar en todo, y principalmente en Ryan. Era la primera vez, desde que he llegado esta mañana, que me he permitido pensar en él. Le echaba de menos.

Ryan y yo nos conocimos en mi antiguo correccional, en el duré, nada más ni nada menos que tres años. Al llegar, con tan sólo catorce años, no tuve ningún percance y encajé a la perfección, a diferencia de aquí.

Creé una amistad preciosa con Ryan, y con el tiempo, nos hicimos novios; dos años y medio de relación. No es que fuera muy cariño, y a decir verdad, era un celoso compulsivo, pero me quería y me demostraba un amor como nadie en el mundo lo había hecho.

Todo acabó cuando intentamos escapar, crear una vida juntos lejos de allí. El plan avanzó a la perfección, llevábamos meses planeándolo, incluso creíamos que lo conseguiríamos, pero los guardias nunca han sido imbéciles. Nos cazaron, o más bien, me pillaron a mí. Ryan salió corriendo y poco después, lo capturaron.

Me llevaron a dirección y decidieron trasladarme de reformatorio ya que no era la primera vez que intentaba escapar. Y así fue, no me dejaron despedirme de él. La última vez que le vi fue antes de abandonar el centro, durante un segundo en los pasillos, nada más. No me dejaron hablar con él.

De camino a Giddings lloré por la pérdida de la única persona que me importaba en el mundo, y tan sólo deseaba para que llegara el día del permiso e ir a visitarle.

Si mantenía una buena actitud estaba segura de que tendría el permiso concedido. Es entonces cuando pienso en Coleman, y en como en tan sólo mi primer día, ya había logrado meterme en un buen lío, aunque si no fuera por él, quizás me hubiese llevado una buena paliza.

En parte, estaba en deuda con él; me trató demasiado bien en el congelador, si no, ahora mismo quizás ni lo contaría. Al momento, pasa por mi mente lo arrogante, frío y mal educado que es conmigo y me dan unas increíbles ganas de ponerle los huevos de sombrero.

[...]

—¿Dónde estuviste anoche? No te ví llegar —pregunta Dafne al finalizar la segunda clase.

—Es largo de explicar —suelto un bufido.

—¿Tiene que ver con Coleman? —me mira intentado descifrar mi expresión facial.

—No tenemos nada, simplemente compartimos castigo —me justifico.

Ríe y saca el libro de la clase que toca a continuación. La imito.

—Pues digamos que el hecho que compartas castigo con él, no les hace mucha gracia —suelta, dejándome confundida.

Frunzo el ceño.

—¿A quién?

—A su chica y a todas las que se ha follado previamente —me señala con la cabeza a un grupo, en el se encuentra Candice—. He oído por ahí que os habéis enrrollado, aunque aquí mienten más que hablan...

Ruedo los ojos. Lo que me faltaba, generar odio en personas que a duras penas conocía, y lo peor, no podía deshacerme de Coleman, no hasta que cumpliéramos el mes de castigo.

—Que piensen lo que quieran —me encojo de hombros.

[...]

Sigo la clase entre dientes, hasta que Coleman llama mi atención; se encontraba sentado dónde el otro día con la misma chica. Veo como él besuquea su cuello manteniendo su mirada fija en mí.

Caminos cruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora