18

6.2K 667 58
                                    

Ese día

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ese día.


—Jaime, ha habido una gran explosión entre los cerros, por el camino que lleva hacia la sierra madre occidental, ¿tú sabes algo? Yo preparaba junto a Emiliano el siguiente reportaje para el blog y hemos escuchado todo el escándalo que había afuera, nos asomamos por la ventana y pudimos ver como una ambulancia, patrullas, camionetas de soldados y un camión de bomberos pasaban por la avenida principal a gran velocidad —Karla terminaba de abrochar las agujetas de sus botas, tenía el celular en altavoz y hablaba de prisa—. Ahora mismo vamos para allá.

—Estoy investigando, ocurrió hace como cuarenta y cinco minutos, yo estaba en clase y pude alcanzar a escuchar el estallido, salí del salón y a la distancia se podía apreciar el humo, no se sabe a ciencia cierta qué pasó, pero los bomberos van porque quieren evitar un incendio forestal, es una zona boscosa, si el fuego se propaga la pérdida de recursos naturales sería catastrófica. No entiendo muy bien por qué tanto el ejército como la policía federal y municipal hacen acto de presencia. Déjame averiguar algo más con mis contactos y te llamo. Tu trata de investigar todo lo que puedas —Jaime Favela estaba poniéndose en contacto con todas las personas que había conocido en sus siete años como maestro rural, la explosión fue de gran magnitud, lo mejor era estar alerta.

Karla y Emiliano salieron de la casa que rentaban y echaron a andar el carro en el que se movían por el municipio; avanzaron por toda la avenida principal para luego tomar la carretera que los llevaría hasta el origen de la explosión. A lo lejos podían escucharse distintos sonidos de sirenas que alarmarían a cualquier persona que no estuviese acostumbrada a vivir en el caos que significaba estar en medio de la narcoguerra, en el transcurso, Karla pudo apreciar como varios vecinos salían a la calle para tratar de enterarse de lo que pasaba, las sirenas de patrullas y los balazos eran parte de su día a día, a la joven periodista no le quedaba la menor duda de que esas personas vivían con el temor de que el muerto de ese día fuese un familiar suyo.

Tomaron la carretera que los llevaría hasta lo alto de los cerros y desde ahí el fotógrafo y la periodista pudieron observar la gran cantidad de humo que ascendía al cielo de entre los árboles y cordilleras. A través de la ventana, Emiliano enfocaba lo mejor que podía para retratar desde lejos el panorama que esa explosión había dejado, Karla conducía a una velocidad constante guiándose por la humareda para saber hacia dónde ir, al parecer, tendrían que tomar caminos de terracería pues el suceso había ocurrido bastante lejos de la carretera pavimentada.

Karla manejaba con tranquilidad cuando de repente vio por el espejo retrovisor que una camioneta de SEMEFO iba tras ellos a gran velocidad, pusieron la direccional izquierda en señal de que iban a rebasarlos y la periodista bajó la velocidad para permitir que el vehículo pasara, Emiliano tomó fotografías de la camioneta y volteó a ver a Karla, ella hizo lo mismo; con una sola mirada ambos estuvieron de acuerdo en que tras esa explosión había cosas graves.

—El Servicio Médico Forense —dijo Emiliano mientras veía las fotografías que había tomado—, entonces hubo pérdidas humanas.

—Todo parece indicar que sí —expresó Karla con la mirada al frente—, estando en un lugar como este sería más extraño que no fuese así.

Trilogía Amor y Muerte I: El Hijo PródigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora