40

4K 397 124
                                    

39 días después

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

39 días después.


Durante aquella noche ocurrieron dos hechos importantes en el municipio de la muerte. En el rancho de la familia Meléndez Camarena, la música podía escucharse a kilómetros de distancia, era la primera vez desde el secuestro y muerte de Sebastián, que un ambiente festivo invadía el hogar del ahora presidente municipal. Los hechos ocurridos la última vez que Hilario organizó una celebración, aún estaban muy presentes en la memoria de las personas, a nadie se le olvidaba cómo el crimen organizado había burlado la seguridad del rancho y se habían llevado a Sebastián ahí mismo, frente a sus narices. La gente era consciente de que el recién electo alcalde aún era blanco de buitres que no querían verlo en el poder.

Por eso cuando Hilario lanzó la invitación para esa cena, algunos se santiguaron y se encerraron en sus casas con doble llave, otros inventaron escusas tontas para tratar de justificar su ausencia; el miedo todavía estaba presente en la vida de muchos ciudadanos y con justa razón, luego de las balaceras, los secuestros y la guerra que les tocó vivir, nadie podía juzgarlos por dudar, por temer, por ser cautos. En esa cena solo estaban presentes aquellos que se habían cansado de vivir con pánico e incertidumbre, aquellos que creían en Hilario y en lo que haría durante su mandato, aquellos dispuestos a unir fuerzas para sacar al municipio adelante, a los que ya habían hecho tanto daño que creían que ya no podrían lastimarlos más, los que aprendieron a ser valientes porque no les quedó otra opción, esos a los que movía la esperanza, la sed de venganza o ambos sentimientos a la vez, pero también, estaban ahí aquellos que por algún interés personal les convenía estar, aquellos que como perros callejeros esperaban ansiosos morder un hueso, los que estaban dispuestos a hacer todo lo necesario para que les tocara una rebanada del pastel.

A diferencia de la última ocasión, la seguridad estaba reforzada a niveles en los que a varios de los invitados les dio más miedo que tranquilidad el ver a tantos policías y guardaespaldas juntos, sin embargo, la presencia de figuras políticas e importantes empresarios justificaba las ostentosidades. Hilario era el centro de atención en esa cena, la gente lo saludaba y se acercaba para platicar con él como si fuesen amigos de toda la vida, el nuevo alcalde disfrutaba del cariño de la gente y aceptaba con una sonrisa en el rostro tanto las felicitaciones por su triunfo como las condolencias por todo lo que había pasado. Esa noche aunque, a kilómetros de distancia, Sebastián se encontraba presente en esa cena, Hilario lo llevaba siempre en sus pensamientos y en su corazón, su hijo estaba ahí para recordarle por qué seguía en pie de lucha, para darle fortaleza y sensatez, porque si no le hacía justicia, Hilario sentía que terminaría en lo más profundo de un abismo, en la miseria, en la depresión y con la culpa ahogándolo, quitándole las ganas de vivir.

A la distancia, Denisse observaba a su padre, sin pretenderlo se había convertido en su ángel de la guarda, seguía cada uno de sus pasos, lo vigilaba, lo cuidaba. Una corazonada la había puesto alerta desde hace varias semanas, era un sentimiento que no la dejaba dormir, algo que la hacía mantenerse atenta a todo lo que sucedía, a cada movimiento, a cada acción; una sensación que le daba intranquilidad, la hacía sentirse insegura, débil, expuesta. Olía a podrido, todo a su alrededor olía a podredumbre; quizás estaba siendo paranoica, vaya que tenía motivos para serlo, todo lo que sucedió la llevó a su límite, la convirtió en una mujer que desconocía. Se suponía que esa cena era para dar tranquilidad y confianza a la gente, faltaba poco más de un mes para que Hilario entrara en funciones como nuevo presidente municipal y las personas tenían que sentirse seguras, tenían que ver al alcalde y su familia en un ambiente de armonía y de estabilidad. Tal vez esa era la razón por la que Denisse se sentía asqueada, ahora más que nunca era consciente de lo que era la política, se había inmiscuido en ese mundo sin pedirlo y la sensación de que todo alrededor de su familia se convirtió en un circo desde que su padre decidió contender por ser presidente municipal, no la dejaba en paz.

Trilogía Amor y Muerte I: El Hijo PródigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora