7

7.7K 830 235
                                    

31 días antes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

31 días antes.


—Me quieren asesinar a mi Sebastián —le había dicho Hilario a Jaime cinco años atrás.

Ahora, el profesor rural lo recordaba mientras comía junto a su esposa sin comer de verdad, apenas y picoteó la comida. El día anterior, se internó en las profundidades más hostiles de la Sierra Madre Occidental, había llevado a Karla y a Emiliano a que conociesen un poco de la realidad que él tenía que vivir casi a diario. Jaime no podía quitarse de la cabeza la imagen del momento cuando Emiliano lloró al entrevistar a Pablito, uno de los niños líderes de aquella comunidad a la que los llevó.

—¿Y tú qué quieres ser cuándo seas grande? —Le había preguntado Emiliano al niño.

—Sicario —le había respondido el niño, tajante.

—¿Sicario? —reiteró Emiliano con la esperanza de que el niño cambiase su respuesta.

—Sicario como mi tío Alfonso —Volvió a contestar el niño. Miraba la cámara de Emiliano con curiosidad; tímido, estiro su pequeño dedo índice y tocó el lente.

«¿Esta será la primera vez que ve una cámara? —Se preguntó Emiliano en sus adentros—, ojalá que yo calé tanto en él que cambie de opinión y quiera ser fotógrafo».

—¿Y por qué sicario, Pablo?

—Para matar policías.

Emiliano ya no preguntó más.

Nadie lo sabía, pero a Jaime el crimen organizado también le había quitado al amor de su vida. Sebastián se fue de México un 28 de julio cinco años atrás, sin despedirse de nadie que no fuese su familia más cercana. Jaime se enteró tres días después, Hilario se lo dijo cuándo se encontraron de casualidad en la plaza «Me quieren asesinar a mi Sebastián», esas palabras todavía estaban incrustadas en la memoria de Jaime, y aquella tarde que se enteró de la partida de Sebastián, lloró en silencio en el pequeño cuarto de asistencia que en aquel entonces rentaba para vivir.

Sebastián tenía dieciséis años la primera vez que Jaime lo vio, recién había llegado al municipio de la muerte, se encontró con su mirada escrupulosa y su sonrisa tímida cuando le abrió la puerta. Lo besó por primera vez cuando tenía diecisiete, un día después de su cumpleaños. Llevaban más de seis meses conociéndose, antes de ser amantes fueron muy buenos amigos. Jaime se sintió atraído por él desde el primer momento, le gustó en lo físico, pero con el tiempo, se enamoró de su ser: de su personalidad retraída, de su nobleza, de su ingenuidad, y contradictoriamente, de su astucia y forma de ver el mundo.

Cuando lo que sentía por Sebastián comenzó a sobrepasarlo, Jaime se alejó de él. No quería lastimarlo y, también, tenía miedo de no ser correspondido. Fue hasta que Sebastián se acercó de nuevo a él, que Jaime se permitió ser débil y se dejó llevar por sus sentimientos. Hicieron el amor por primera vez cinco meses después de aquel primer beso; a veces, Jaime todavía podía sentirse ahí, en el Rio Santiago, acostado en el césped junto a Sebastián, ambos nerviosos, a pesar del tiempo y la confianza, los nervios nunca los abandonaron.

Trilogía Amor y Muerte I: El Hijo PródigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora