36

4.5K 441 151
                                    

34 días después

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

34 días después.


—Mantener a Hilario Meléndez con vida es indispensable, es una prioridad.

—Pero dónde has estado todo este tiempo, llevó casi dos meses sin saber nada de ti. Creí, creímos que estabas muerto.

—Ahora no puedo explicarte mucho de lo que ha pasado, pero escucha lo que te digo: mantener vivo a Hilario es indispensable.

—Yo he estado haciendo mi trabajo y aunque todavía no logro entender por qué, sé que Hilario Meléndez es el eje central en todo esto, pero entiende algo, lobo, necesito explicaciones, no puedes andar entre las ramas, sabes muy bien que no puedes. ¿Dónde has estado estos meses?

La puerta se abrió y Emiliano colgó el celular de inmediato, Karla entró a la habitación y lo miró en un principio sorprendida, el fotógrafo acaba de ducharse y solo llevaba una toalla amarrada a la cintura, sus ojos verdes se llenaron de duda, Emiliano le sonrió y en ningún instante dejó de mirarla para tratar que se esfumara cualquier atisbo de sospecha que dejara la situación en que acababa de encontrarlo. El fotógrafo sabía que, si Karla había escuchado algo de lo que hablaba por teléfono, quien tendría que dar muchas explicaciones sería él.

—Señorita, ¿acaso no la enseñaron a tocar la puerta antes de entrar? Mire nada más, ya me ha encontrado en paños menores —dijo Emiliano y sonrió.

—Discúlpame, venía apresurada porque tenemos que irnos ya —respondió Karla—. ¿Y ese celular? Nunca antes te lo había visto.

—Es el teléfono que utilizo para comunicarme con mis padres, por seguridad solo ellos tienen este número; con el trabajo que hacemos, es mejor tener precauciones, uno nunca sabe.

—Bueno, en eso tienes razón, pero tenemos que irnos ya, sé que hemos dormido muy poco, pero hoy es un día muy importante, las cosas allá afuera están hechas un caos y tú yo tenemos que documentar.

—Sí, sé que solo teníamos cuarenta minutos para ducharnos y descansar, se me hizo un poco tarde hablando con mi madre, pero me cambio y voy enseguida.

—Bien, nos vemos en la sala en cinco minutos —dijo Karla, pensativa.

Cuando Karla salió de la habitación y cerró la puerta, Emiliano se tiró en el colchón y resopló aliviado, al parecer su compañera, amiga y amor imposible no había escuchado nada de lo que habló por teléfono minutos antes. Cerró los ojos e inhaló y exhaló en repetidas ocasiones «un trabajo de años no se puede ir a la mierda por una tontería» pensó, y se recordó que tenía que ser más cuidadoso, si de algo estaba seguro era de que Karla era una mujer muy inteligente y si llegaba a descubrir la verdad, no sabía cómo podría reaccionar. ¿Podría ella entender el motivo de sus mentiras? ¿Lograría comprenderlo y perdonarlo? Tal vez sí, era una mujer justa y empática, pero que supiese la verdad implicaba ponerla en peligro, de por si ella siempre vivía al límite, en constante peligro y con la muerte a sus espaldas, si algo le llegase a pasar por su culpa, él jamás se lo perdonaría «pinche lobo, cómo se te ocurre llamar así como si nada luego de estar tanto tiempo desaparecido», volvió a pensar Emiliano, «por qué me tuve que involucrar sentimentalmente, por qué, en cuanto esto llegue a su fin tendré que alejarme, tendré que desaparecer... como siempre».

Trilogía Amor y Muerte I: El Hijo PródigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora