29 días antes.
Salvador acababa de ver a su hermana dos semanas atrás cuando su padre lo envió a Estados Unidos por negocios y él había aprovechado para hacer los propios, para mover sus piezas. Hacía tres años que Isabela no ponía un pie en México, Salvador hizo todo lo necesario para que su padre le hiciera caso y mandase a la niña fuera del país, logró convencerlo e Isabela fue enviada junto a su madre para estudiar en uno de los colegios más prestigiosos de la unión americana con una identidad falsa. Salvador iba a visitarla cada vez que podía, la niña lo adoraba y él la adoraba a ella; el saber que Isabela estaba lejos del mundo en el que a él lo obligaron a vivir, le daba una tranquilidad inmensa porque con la niña lejos, él podía avanzar a en sus planes.
Por eso la decisión de su padre de traerla de regreso lo había molestado tanto, no entendía por qué traer a la niña cuando la situación, la violencia y las muertes alrededor de la familia y la organización estaban en su punto más crítico. Salvador cuestionó a su padre, intentó imponerse a él para que se retractara, pero todo fue en vano, su padre estaba necio en que la niña volviese «estará más segura a nuestro lado» le había dicho el Chepe, Salvador no estaba de acuerdo, pero no pudo hacer nada.
Manuel y Salvador esperaban a las afueras del aeropuerto, ya que no pudo hacer nada para impedir el regreso de su hermana, a Salvador le hubiese encantado ser él quien planease su regreso, sin embargo, Manuel en uno de sus muchos intentos por complacer a su padre, se le adelantó, compró los boletos de avión, organizó a los hombres y los traslados y él ya no pudo hacer nada; la organización de Manuel no lo convencía para nada, pero no le quedó de otra más que resignarse.
Isabela llegó en un vuelo directo a la cinco de la tarde en compañía de su madre, Manuel solo había dispuesto de seis hombres para el traslado: cuatro que iban en otra camioneta y dos más que los acompañaban a ellos. A Salvador le parecieron muy pocos, tampoco le gustó la hora, se guardó sus palabras porque no quiso pelear con Manuel, no con su hermana ahí; cuando las dos camionetas entraron en la profundidad del municipio, Salvador se dio cuenta de que se equivocó, debió imponerse a la logística de Manuel, debió imponerse a su padre y ser más duro, ahora pagaba las consecuencias de su tibieza.
Un disparo.
Dos disparos.
Cuatro disparos.
Una ráfaga incesante de disparos comenzó a impactar las dos camionetas en las que se trasladaban desde el aeropuerto. Fue una mala idea que Isabela regresara a México, fue una mala idea que solo unos cuantos hombres hicieran el traslado de la niña, fue una mala idea que la hija menor de un hombre con tantos enemigos llegara en un vuelo a plena luz del día. Un conjunto de malas decisiones se unificó para que, ese día, la muerte le respirara en la nuca. Salvador abrazó con fuerza a su hermana y echó toda su corpulencia sobre ella, las camionetas estaban blindadas, sin embargo, los haches habían planeado la emboscada perfecta.
ESTÁS LEYENDO
Trilogía Amor y Muerte I: El Hijo Pródigo
RomanceUn amor prohibido, dos almas dañadas destinadas a salvarse. Nuevamente gratis. *** Cuando Sebastián Meléndez regresó a su hogar luego de cinco años, pensó que el dilema más grande al que tendría que enfrentarse sería el poder sincerarse con su fami...