Capítulo 39

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Cuando llegaron a la puerta los marines solicitaron acceso para entrar

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Cuando llegaron a la puerta los marines solicitaron acceso para entrar. Cuatro marines escoltaron a la chica hasta la puerta, donde un hombre que parecía el diablo estaba esperando.

—Señor Magellan, le traemos a una nueva prisionera —informó uno de los marines—. Se ha solicitado que se le encierre en el nivel seis.

—¿En el nivel seis? ¿Esta niñata? —preguntó mientras la miraba de arriba abajo. Zoe le devolvió la mirada enfadada. Ya estaba harta de que le llamaran niña o niñata.

—Son órdenes del alto mando —explicó el marine.

—Bien. Guardias, llevadla a que le revisen —ordenó el tal Magellan.

Dos guardias se acercaron a ella. Le quitaron las cuerdas de los tobillos, para que pudiera caminar sola. Otros dos guardias y el diablo se quedaron hablando sobre algo. Le llevaron a una sala donde iban a cachearla. Por suerte era una mujer. Zoe suspiró aliviada. Le hizo quitarse el cinturón con las dagas y el mono de la tripulación. Dejó sus cosas en una especie de compartimento y procedió a cachearla a fondo. Zoe miró hacia arriba. Había unas cámaras en la pared, se movió un poco para que el cuerpo de la mujer tapara el suyo. Al final Zoe se quedó con la minifalda y la camiseta de tirantes blanca. No entendió muy bien por qué no le dieron uniforme de presa.

Al salir, los guardas le pusieron unas esposas y le vendaron los ojos, ya que el nivel seis era secreto. La guiaron a ciegas durante unos minutos, hasta que por fin le quitaron la venda. El suelo del pasillo estaba lleno de sangre. Zoe prefirió no mirar el interior de las celdas por donde iban pasando. Se pararon de pronto.

—Esta es tu celda. Ahora sois tres, pero pronto solo seréis dos —dijo uno de los guardias. Mientras uno abría la puerta Zoe notó que otro intentó pincharle en la pierna y de pronto notó un pinchazo en el brazo.

—¿Qué hacéis? —preguntó enfadada la chica.

—Te hemos inyectado una especie de chip que lanza la sustancia cada tres horas, así no hace falta bajar a pincharte —explicó un guardia, mientras la empujaba dentro de una celda y chocaba contra una de las paredes. Se sentó bien y apoyó la espalda, mientras cerraban la puerta con llave.

—Sois todos unos cobardes de mierda. Vuestros amiguitos y vosotros —les dijo Zoe, antes de que se fueran.

—¡Cállate, niña estúpida! —exclamó uno de ellos, mientras se acercaba a tirarle un escupitajo entre los barrotes. Zoe apartó la cara y cayó en la pared.

—Ni si quiera sabéis acertar escupiendo —se burló. Se escucharon risas desde todas las celdas.

—Pronto dejarás de reírte tanto. Vas a pudrirte aquí y nos han dado permiso para hacer contigo lo que queramos hasta que te mueras —le advirtió uno de los guardias, justo antes de que se fueran.

Zoe suspiró y puso los ojos en blanco. Se fijó que tenía dos compañeros de celda. Enseguida los reconoció. Law era un poco pesado con ese tema, pero a ella le estaba viniendo bastante bien. Por un momento se puso algo triste al pensar en su capitán... ¿La estarían buscando? Dijo que si pasaba algo haría lo que fuera por sus nakamas. Sacudió la cabeza. Todo se solucionaría. Estaba segura. Delante tenía al shichibukai Jimbei y a su izquierda estaba Ace Puño de Fuego. Estaban bastante demacrados, llenos de golpes y de heridas.

Una nueva vida «Law x OC/Lectora»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora