Capítulo 34

1.2K 141 43
                                    

Law se levantó y se acercó hasta a ella

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Law se levantó y se acercó hasta a ella. Zoe le miraba extrañada. La rodeó con uno de sus brazos por la cintura, atrayéndola hasta pegarla a su cuerpo. Con la otra mano empujo su cabeza hasta apoyarla en su pecho. Zoe podía escuchar y notar los latidos del corazón de su capitán. Era muy relajante. Estuvieron unos minutos así, en silencio. Hasta que la chica lo rompió.

—¿Y esto? —preguntó, todavía apoyada en el pecho de Law. No se iba a quejar, pero no lo entendía, y menos viniendo de él. Law se separó de ella con cuidado.

—Estaba pensando... En todo lo que has pasado hasta que nos encontramos y... No sé, tenía ganas de hacerlo —contestó Law, frunciendo el ceño. Odiaba no saber explicarse.

—Me ha pasado bastantes veces despertarme en un barco pirata y no han sido muy buenas experiencias. Pero... Cuando me desperté aquí y te vi... Supe que por fin todo iba a estar bien —le explicó Zoe, con un brillo de emoción en los ojos. Law se quedó callado. No sabía qué decir—. Algún día me tenía que tocar ser feliz... Y lo soy aquí. No sé cómo demostrar lo agradecida que estoy de haberos encontrado.

—Zoe-ya... —susurró Law.

—Y sabes cómo me harías aún más feliz? —le interrumpió Zoe, mientras se acercaba al plato—. ¡Probando mi pastel!

—Está bastante más bueno de lo que me esperaba —dijo Law, después de dar un mordisco a uno de los trozos—. Habiéndolo hecho tú...

—Muy gracioso... —dijo Zoe, mirándole mal—.Bueno, me voy a dar un trozo a los demás.

—Bien —dijo Law, mientras volvía a sentarse en su silla.

—Por cierto... —dijo la chica, girándose justo antes de salir por la puerta. El capitán se giró a mirarla—. Me puedes abrazar cada vez que tengas ganas.

Nada más decir eso, cerró la puerta y se fue corriendo. A los dos les vino el mismo pensamiento a la cabeza. No iba a ser posible mantener distancia. Los dos se sentían a gusto el uno con el otro. Eso sí... Como nakamas. Darse abrazos lo hacía todo el mundo, ¿no? Tampoco era para tanto.

Ya habían pasado los dos días que acordaron y, como el carpintero prometió, había acabado de reformar el submarino. Le explicó a Bepo y al capitán las nuevas funciones que había incorporado. Había mejorado el motor y aumentado la capacidad de reserva de energía, entre otras cosas. Antes de irse fue a la cocina, donde todos estaban reunidos.

—Ha sido un placer conocer a los nakamas de mi hermano —dijo Eichi, en su despedida—. Lamento informaros que mi viaje al archipiélago va a retrasarse unos días... Si queréis esperaros aquí, podéis hacerlo.

—Tranquilo. Bepo intentará llegar hasta allí. Estoy seguro de que lo conseguirá —dijo decidido el capitán. Tenía mucha confianza en el oso. Bepo se sonrojó, se sentía halagado.

Una nueva vida «Law x OC/Lectora»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora