Capítulo treinta y cuatro:
—¿Qué haces aquí?
Mi pulso se aceleró. Su voz se escuchaba sombría y amortiguada, como si estuviera cubriendo su boca.
—He visto tu mensaje.
El silencio reinó la habitación.
Aspiré con fuerza, absolutamente todo olía a él. Y no podía ver nada, pero estaba segura de que su cuarto lucía exactamente como me lo imaginaba.
—Tienes que irte.
Volteé hacia donde vino su voz. De repente se rompió.
—¿Estás bien? No puedo irme hasta saber que pasa Colton, ya no quiero sentirme así.
—No lo entiendes, tienes que irte. —dispuesta a averiguar que pasaba, me acerqué al interruptor y encendí las luces.
Su cuerpo se hizo un ovillo en la esquina de la habitación, ni siquiera me detuve a ver nada, simplemente corrí hacia él y lo abracé por la espalda. Lo sentía llorar.
—Cariño, ¿que pasa? —susurré, aunque dudo que me haya escuchado, temblaba.
Conocía muy bien ese comportamiento, estaba teniendo un ataque de ansiedad.
Me quedé con él hasta que dejó de llorar. No pasó mucho tiempo porque trate de calmarlo, acaricie sus brazos con suavidad y susurré palabras en su oído; era lo único que podía hacer. No sabía que le pasaba exactamente.
—Las pastillas... —susurró.
—¿Qué?
—Las pastillas. —temblorosamente señaló un frasco.
Confundida, se lo tendí y le pasé la botella de agua. Se las tomó en posición fetal y no dejó de temblar hasta unos quince minutos después.
Sentada con su cabeza sobre mi regazo, observando su habitación, pensé en algunas cosas. ¿Por qué me había escrito ese mensaje a mi? ¿A caso su abuelo no estaba consciente de los ataques de ansiedad que tenía Colton? ¿Desde cuando se medicaba? ¿Por qué nunca había dicho nada?
Muchas preguntas cruzaron mi cabeza.
—¿Cómo supiste llegar aquí? —baje la mirada y observé la suya. Sus ojos estaban rojos y mis manos acariciaban su cabello con suavidad.
—He llamado a Mika para que me lo dijera. —asintió con lentitud y perdió su mirada en algún punto de la habitación, solo que yo no pude aguantarme más.
>> ¿Qué está pasando, Colton?
Levantó su cabeza hasta sentarse frente a mi. En este punto, no parecía el chico que todos conocían. El malote, intimidante e impulsivo. No, ahora simplemente era un niño inofensivo, sin popularidad ni fútbol, solo él.
—Necesito saber que pasa. —susurré luego de unos segundos de mirarnos. Podía ver que dudaba.
—No puedo... —miró hacia abajo, a sus manos.
—¿Por qué no?
—Te alejarás.
Susurró tan bajo que casi fue imposible para mi escucharlo. E hizo que mi corazón se encogiera con dolor.
—No lo haré, lo prometo. —pose mi mano sobre la suya y lo incité a subir la mirada. Poco a poco volvía a la normalidad, y se veía como el de siempre.
—Es algo muy difícil de explicar.
Sentí como entrelazó sus dedos con los míos.
—Si te lo digo, tienes que prometerme que te quedarás, que no te irás de aquí.
ESTÁS LEYENDO
23:15 [LHC #1]
Teen Fiction[Primer libro de la trilogía: La Hora Cero.] -No lo entiendo, ¿porqué insistes en quedarte?-me abracé a mi misma y miré por la ventana. El gran ventanal con vista a aquella gran ciudad ahora inundada por un gran diluvio. -¿Es que no lo ves? Olivia...