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Capítulo cuarenta y dos:

Siento como mi corazón toca el piso y el inconfundible nudo en mi garganta se forma sin dar tiempo a más.

No, no, no. Por favor, no.

Observo totalmente paralizada en mi puesto como toma de la cintura a Holly y le susurra algo al oído. Todavía no me ha visto, y espero que no lo haga.

Me repito millones de veces que no debí confiar en él. Aquella asquerosa inseguridad me dice "Te lo dije" y de pronto, me cuesta respirar. Mi labio inferior tiembla pero me obligo a respirar hondo. No es hora de dejarte caer, Olivia, nunca has dejado que nadie te vea así

¿Cómo pudiste hacerme esto, Colton? Confiaba en ti.

No tengo cabeza para pensar, la impotencia se apodera de mí y solo me concentro en mi respiración y en su mano puesta con firmeza en aquella delgada cintura entallada en jeans ajustados. De pronto me siento una broma en mi propio cuerpo.

—Olivia... —escucho el pequeño susurro de Mika a mi lado, pero no puedo apartar mis ojos. Simplemente no puedo.

Todos entran a sus salones. El pasillo queda desolado, a excepción de ellos dos y yo. Ni siquiera se si los chicos sigan detrás de mí, o si Mika sigue a mi lado, dejo de sentir y ver todo cuando sus ojos encuentran los míos y me miran con... con un sentimiento que no puedo descifrar.

Vamos Colton, acércate a mí, di que era broma o que ella te forzó, pero no hagas lo que estoy pensando, no podría soportarlo.

Es como si aquel chico que conocí, que me llevó al bosque, que me convenció de que era hermosa, que me llamó en un momento de desesperación, que me mostró las cicatrices de su espalda, simplemente no existiese. Estaba destruida.

Una simple mirada bastó.

Me tragué las ganas de llorar cuando Holly me miró con una sonrisa de perra inocente y tomó la mano de... del chico al que amaba y se lo llevó lejos de mí, él sin dejar de observarme la siguió. No lo entendía.

Ni siquiera pude sostener la mirada.

Sin abrir la boca volteé y vi todos los rostros asombrados de los chicos. No entendía nada, ¿Cómo había cambiado todo de la noche a la mañana?

Me sentía humillada.

En parte, sabía que esto podía llegar a pasar en cualquier momento.

Bajo la mirada de los doce grandotes, caminé hasta el baño de mujeres sin decir absolutamente nada, ellos tampoco pronunciaron palabra, y me dejé caer en el primer cubículo que encontré. Si, Olivia Jones debía buscar un espacio para llorar, y ese era el baño de mujeres del instituto.

Es que mi cabeza no encontraba razón lógica, ¿Por qué me había hecho eso? ¿Por qué me había enamorado y luego usado como un simple pañuelo? Quería respuestas.

Callé mis sollozos con la manga de mi suéter y vi como el maquillaje poco a poco iba cayendo. Todo lo bonito que había construido, todo lo que había progresado como persona, ya no estaba. Sólo tenía espacio para el dolor. Sentía que mi corazón estaba por explotar, ya no cabía más decepción en él.

*

Entré a casa y maldije internamente al ver a mis padres sentados en la mesa, comiendo y riendo entre ellos. Quizás si no haga ruido, no se percaten de mi presencia.

—¡Olivia! —me giro maldiciendo en voz baja, hoy no estoy para gilipolleces, y veo a papá mirarme confundido. —¿Qué haces aquí tan temprano? Deberías estar en el instituto.

Digo lo primero que se me viene a la mente.

—Me sentía mal y he decidido faltar hoy. —la verdad es que no sabía que podía pasar en mi ausencia. El comité dependía de mí hoy para hacer los últimos ajustes de la feria de pasteles de mañana, pero Jordan, el vicepresidente, se las arreglaría sin mi.

Mis ojos se aguaron al volver al recuerdo de esta mañana. Y papá lo notó.

—¿Qué pasa, hija? —ambos se acercaron a mí cuando exploté en sollozos y me dejé caer de rodillas en el piso de madera.

No podía cargar con este peso, no frente a ellos.

Madeline acarició mi cabello y papá tomó mi mano tratando de tranquilizarme, pero no fue hasta un rato después qué dejé de hipar sobre el hombro de mamá, que pude levantarme del suelo. Que me abrazaran y mimaran me dieron mas ganas de chillar, lo necesitaba.

*

—¿Vas a contarnos qué pasó, cariño? —aparté de mi cabeza los múltiples recuerdos de Colton llamándome de esa manera y acepté el té que me tendió Nancy.

¿Debería contarles?

—Es sobre un chico... —susurré temblorosamente, ya sin saber que hacer. Suponía que Sophie no sabía nada pues había dejado el instituto sin avisarle a nadie, y para cuando salí del baño, solo se encontraban Mika y Shawn en el pasillo. Tuve que arreglármelas para irme sin que me detuvieran.

Papá y mamá se dieron miradas extrañas, y de un momento a otro, ya Andrew no se encontraba en la sala. Quizás sea momento de una charla de chicas.

—¿Es sobre el chico que te gusta? —Madeline se acercó a mí y acarició mi cabello de forma reconfortante.

En parte me resultó emocionante, todas las chicas tienen este tipo de conversaciones con sus mamás.

—Si. —di un sorbo a mi té.

—¿Quieres contarme qué pasó? —lo medité por un momento, pero al fin y al cabo terminé soltándolo todo, obviamente sin mencionar el asunto de BASIS. Necesitaba consejos, alguien con experiencia. Nunca había hablado de esto con mamá y esperaba que no sacara a luz lo perfecta que debía verme o que no tenía espacio en mi vida para nada más que el estudio.

Necesitaba que por una vez, fuera una madre normal.

Su rostro se contrajo a uno lleno de total sorpresa y luego sonrió con ternura. Cada vez que relataba con esmero algún encuentro o citaba las palabras que él me decía, ella sólo podía observar mis facciones. En el fondo, tenía la esperanza de que todo aquello si había sido real.

Lo deseaba.

—¿Por qué no me habías dicho nada, cariño? Tienes una novela montada y yo ni sabía. —sonreí sin ánimos de sacarle nada en cara, ya bastante tenía.

—Nunca estabas. —vi su sonrisa decaer. Ella sabía que era verdad.

—Lo siento, se que hemos estado muy sumidos en nuestros trabajos. Solo queremos darte lo mejor. —asentí porque sabía que era verdad, ellos trabajaban y trabajaban para darnos nuestros lujos. Supongo que no debí ser tan dura con ellos.

—Está bien. —acepté su abrazo y recosté mi cabeza en su hombro. Se sentía familiar, y eso hizo que mi pecho se hundiera en calor.

Como cuando estás sentado en la mesa cenando, en víspera de navidad, mientras todos cuentan anécdotas divertidas, comen, ríen. Así me sentía en este momento.

Por un momento lo olvidé.

23:15 [LHC #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora