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Capítulo cuarenta y cuatro:

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Colton.

La observo caminar por los pasillos con rapidez. Mi corazón se acelera. Se ve hermosa, y para mi sorpresa, no hay ni una pizca de tristeza en su rostro.

Eso hace que mi pecho pique. Sé que se está haciendo la fuerte, como antes de que todo entre nosotros pasara. Sus barreras se han alzado de nuevo.

Tomo la mano de Holly y caminamos por los pasillos de Easton High bajo la mirada de muchas personas, algunos chicos me miran orgullosos, otros me dan miradas de soslayo, las chicas me sonríen coquetas. Pero yo sólo puedo pensar en ella. En Olivia, mi niña de pecas y ojos tristes.

Aquella chica que me hizo volver a creer.

Jamás habría pensado que podría llegar a enamorarme de ella, se veía tan imposible hace unos meses, hasta para mi resultaba extraño encontrar belleza en su persona, pero es que simplemente me parece hermosa, su cuerpo, su rostro, su cabello, su sonrisa. Todo en Olivia es arte.

—Colton, deja esa cara y sonríe un poco, cariño. —a duras penas puedo sonreír, pero lo hago.

Caminamos por los pasillos solamente porque Holly quiere presumir, pero mi corazón se acelera de nuevo y mi pecho toca el piso cuando veo a los chicos hablar entre ellos con semblantes serios, la única chica que los acompaña es Sophie.

Debe odiarme en este momento.

Rezo internamente para que no se percaten de mi presencia pero, cuando me ven, Jayden se acerca a zancadas muy grandes y me estampa contra los casilleros, llamando la atención de todo el mundo.

—Suéltalo, Jayden. —la voz suplicante de Holly es opacada por el puñetazo que me proporciona mi ex-mejor amigo en las costillas. Pierdo el aire.

—Te lo advertí, Colton.

Se separa de mí y se va. Todos me miran decepcionados, incluso Mika, quien esperaba que me  lanzara otro puñetazo. Simplemente niega con la cabeza y se va, se van todos.

Me lo merezco.

—¿Estás bien? —con la poca dignidad que me queda, asiento bajo la mirada curiosa de estudiantes que se han detenido sólo a observar el show. Ni siquiera el golpe dolió tanto como la mirada de mis amigos.

Se lo que están pensando.

El lunes por la noche abotono el último botón de mi camisa y me miro en el espejo. No quiero ir al concurso de talentos, ver a Olivia es una tortura lenta y cruel. Pero no me atrevo a contradecir a Holly.

—Te ves increíble, cariño. —la pequeña asiática pasa sus manos por mi pecho, respiro profundo.

—Vamos, es hora. —voy a tomar la chaqueta del equipo, pero con un dolor inmenso la dejo, no creo que sea prudente usarla. No ahora.

Tomo las llaves del auto y me despido del abuelo, quien le da una mirada extraña a Holly y luego beso la frente de Sky.

—¿Cuando volverá Olivia? —mi garganta se cierra y me cuesta responder, pero lo hago:

—Pronto, princesa.

Conduzco hasta la secundaria con rapidez y ambos bajamos del auto, viendo la gran fila de gente en la entrada del auditorio principal, rodeo la cintura de Holly y espero paciente a que sea nuestro turno.

Sólo espero no verla. No puedo.

Para cuando al fin logramos entrar, todo está lleno de estudiantes bien vestidos conversando entre ellos, tomando sus asientos.

Para mi suerte, el equipo está sentado en primera fila y Olivia no está. La pelinegra y yo nos sentamos casi de últimos, teniendo una vista bastante amplia del lugar.

Suspiro con cansancio.

—Lukas está aquí. —la chica a mi lado susurra viendo su teléfono, con un semblante serio. Yo no puedo evitar tensarme.

—Pero si no he hecho nada mal. —Holly me sonríe con pena.

—No viene por ti, querido.

¿Y por quién?

El concurso comienza con el director abriendo los actos. Muchas personas pasan y debo admitir que en el fondo, es entretenido. Unos cantan, otros bailan, comediantes, actores, malabaristas.

Y de pronto, sale ella.

Mi respiración se atora en mi garganta, no sabía que iba a participar. Se ve preciosa. Su cabello ligeramente más largo de lo normal cayendo en hondas al rededor de su rostro, maquillada a la perfección cubriendo aquellas pecas que tanto me encantan y haciendo ver sus ojos más pequeños, enfundada en aquel vestido que le queda de maravilla.

Sonrío sin poder evitarlo.

Puedo ver sus manos temblar desde aquí y sonríe cuando dos adultos empiezan a aplaudir a más no poder a una esquina del escenario, sus padres. Siento la necesidad de esconderme en mi puesto.

—Que patética. —Holly susurra pero alcanzo a escucharla. De todos modos, solo puedo verla y esperar a que cante. Tú puedes, cariño. Confío en ti.

Carraspea antes de decir:

—Mi nombre es Olivia Jones y yo... —se que no puede verme desde donde está, pero si tan solo pudiera observar sus ojos de cerca una vez más, sabría que nada de esto fue mi elección.

No dice nada más, la música simplemente empieza a sonar. Reconozco la canción al instante.

Rose girls in glass vases...
(Chicas como rosas en jarrones de cristal)

Perfect bodies, perfect faces...
(Cuerpos perfectos, rostros perfectos)

They all belong in magazines...
(Todas ellas pertenecen a revistas)

Those girls the boys are chasing...
(Esas chicas que los chicos persiguen)

Winning all the games they're playing...
(Ganando los juegos que ellos juegan)

They're always in a different league...
(Siempre están en otra liga)

Stretching toward the sky like I don't care...
(Estirándome hacia el cielo como si no me importara)

Wishing you could see me standing there...
(Deseando que me pudieras ver ahí parada)

But I'm a sunflower, a little funny...
(Pero soy un girasol, un poco gracioso)

If I were a rose, maybe you'd want me...
(Si fuera una rosa, quizás me quisieras)

If I could, I'd change overnight...
(Si pudiera cambiar de la noche a la mañana)

I'd turn into something you'd like...
(Me convertiría en algo que te gustaría)

Mis ojos harden, no tienes que cambiar Olivia, eres perfecta tal como eres.

Subo la mirada por simple inercia, y casi me ahogo en mi propia saliva.

—¡Cuidado!

23:15 [LHC #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora