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Capítulo cuarenta y cinco:

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Colton.

Corro tropezándome hasta llegar al escenario, empujándola lejos de las luces que caen desde arriba. Todos gritan alarmados.

La iluminación restante se apaga y el público enloquece, solo puedo escuchar los gritos desesperados de la gente y la respiración de Olivia en mi oído.

Así no quería volver a tenerla entre mis brazos.

—Tenemos que salir de aquí. —le susurro a oscuras y ella no dice nada, pero se deja guiar por mí hasta salir del instituto. Todo el público evacua igualmente y Olivia corre hasta sus padres, un vacío se sienta en mi pecho.

Shawn me sonríe en agradecimiento desde lejos y yo sólo puedo hacer una mueca, nada bueno viene para mi a partir de ahora.

Las sirenas de la policía y ambulancias llegan hasta nosotros y en quince minutos los oficiales están interrogando gente. A lo lejos puedo ver a Olivia sentada en la ambulancia mientras le curan el brazo, se ha raspado.

—Deberías ir tú también, tu frente no luce muy bien. —una señora bastante joven y sonriente me mira con perspicacia. Es la señora Madeline.

—Estaré bien. —susurro nervioso, me conoce como el amigo de su hijo, pero su expresión facial me dice que me ha cachado viendo a su hija.

—Ve.

No digo nada más y, sin saber que hacer, me encamino a la pelirroja, quien ya se ha quedado sola y con el brazo vendado. Cuando me paro frente a ella su cara palidece y casi me quiero lanzar sobre su rostro y besarla toda.

Es adorable.

—Hola.

—Hola. —su mirada se desvía hacia otro lado y las palabras dejan mi garganta sin siquiera pensarlo, no pude evitarlo:

—¿Me odias?

Tengo que saberlo.

Sube sus ojos y por primera vez en días su mirada conecta con la mía, mi corazón casi se sale por mi boca cuando dijo:

—Odiar es un sentimiento, Colton, y yo no siento nada por ti. —toma su teléfono y se va con una mirada perdida. Mis ojos se cristalizan, se que está siendo así para que nadie vuelva a lastimarla, pero duele como la mierda no poder tocarla y explicarle todo.

Olivia.

El fin de semana me la pasé en mi habitación leyendo, meditando y tratando de no pensar en todo lo que pasaba de la puerta para afuera.

Mika había venido a visitarme, Shawn, Sophie, Jayden, todo el equipo, mamá, papá. En cierto modo no fue tan difícil no pensar en aquello pues estuve ocupada, pero cada vez que me miraba en el espejo, no podía evitar sentirme perdida.

Ya no quería vivir en este cuerpo.

Cada vez que comía, vomitaba. Había logrado bajar tres kilos el fin de semana y me encantaba esa sensación. Necesitaba más.

Ni siquiera recuerdo como terminé aceptando las súplicas de mis amigos para que me presentara en el show de talentos, pero decidí tomar el riesgo. Todos prometieron ir en primera fila, papá y mamá irían también y me oirían cantar por primera vez en la vida.

De una situación tan horrible, habían surgido cosas buenas.

Aunque igual lo deseaba a él, ya nada se sentía igual.

Dejé que las mujeres de la casa se encargaran de mi maquillaje, peinado y ropa mientras mentalmente repasaba las líneas de la canción que iba a cantar. Una pregunta se estancó en mi mente, ¿iría al concurso?

No lo vi el lunes en el instituto ni el viernes después de la feria de pasteles, en el cual hemos recaudado bastante.

Me miro en el espejo y sonrío.

—Luces hermosa. —Sophie aplaude detrás de mi y mamá termina de acomodar mi cabello, las miro con emoción.

—Gracias. A las dos. —las abrazo y bajo las escaleras para encontrarme al equipo completo sentado en mi sala.

Los trece chicos sentados esperando a por mí. No se los he dicho, pero los aprecio mucho, todos son como hermanos mayores para mí.

Damn girl. —Owen me mira y choca los cinco conmigo. No puedo evitar reír cuando todos empiezan a alagarme.

*

—Tu puedes, Olivia, tu puedes. —me susurro a mí misma tras bastidores esperando a que anuncien mi nombre. Hay demasiadas personas, todos mirando atentamente a la persona que se sitúa en el escenario.

Y esa persona, soy yo.

Carraspeo antes de tomar el micrófono y no sé que decir, mis manos tiemblan y sonrío cuando mamá me aplaude para darme ánimos, los chicos en primera fila me sonríen también.

—Mi nombre es Olivia Jones, y yo...

Callo y la música simplemente comienza a reproducirse.

Muy dentro de mi quisiera verlo, quisiera ver que está sentado en alguna de esas filas escuchándome cantar, que al menos, no todo fue mentira.

Que le gustaría verme aquí, cumpliendo un sueño frustrado.

Pero no está.

Cuando voy terminando el primer estribillo, sólo puedo escuchar un grito y flipo cuando Colton corre hacia mí, empujándome antes de que algo caiga del techo.

Mi corazón se acelera, me ha salvado.

Todo queda extremadamente a oscuras, pero estoy siendo rodeada por los brazos de Colton a pesar de todo, y es lo único que necesito para ignorar el ardor en mi codo. No otra vez.

Tenemos que salir de aquí. —susurra en mi oído, haciéndome derretir.

Sin decir nada me dejo guiar por él hasta afuera y cuando veo a mis padres a unos metros de nosotros, corro con ellos para zafarme de él. Duele tenerlo cerca.

—Cariño, cantas precioso. —mamá me abraza y susurra en mi oído. —te ha salvado.

Sonrío triste y me alejo, los demás llegan hasta mi. Mis padres creen que ha sido un accidente, pero los chicos y yo sabemos que no fue así. Eso estuvo cerca.

—Voy a matarlo. —Jayden susurra, pero no sé si se refiere a Colton o a Lukas, así que me limito a hablar con los demás, hasta que los paramédicos llegan y me curan el brazo.

Cuando el chico vestido de enfermero termina, me deja sola para ir a atender a alguien más, una de las chicas de producción a quien le ha caído algo en la cabeza. Y sumida en mis pensamientos, no me he dado cuenta que Colton ha llegado hasta acá.

¿Qué hace aquí?

Veo su frente y me dan ganas de curarlo, pero aprieto las manos en mi regazo para no tocarlo, no puedo.

—Hola.

—Hola. —aparto la mirada, cuando me mira me recuerda que tiene el poder de verme y saber como estoy.

—¿Me odias? —sus palabras me dejan helada, no se que decir.

Jamás podría odiarte.

Nuestros ojos se conectan por primera vez en lo que parece una eternidad, y con todas mis fuerzas trato de mantener la compostura.

—Odiar es un sentimiento, Colton, y yo no siento nada por ti. —esas palabras dejan con ardor mi garganta, así que me voy de ahí antes de que me arrepienta y le diga que, en verdad, no puedo olvidarlo.

Que no ha salido de mi cabeza estos días, no puedo amarlo.

Él ya no siente nada por mí.

23:15 [LHC #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora