Capítulo veintidós:
Maratón 1/3
—Si, como te decía, Allison es una de las chicas más inteligentes de su clase...
Hace ya más de media hora que me encontraba sumergida en una conversación con una madre y su hija sobre lo perfecta que era, mi madrastra y yo nos mirábamos de vez en cuando. Ella con ganas de matar a la mujer en frente, y yo con aburrimiento.
No sabía a que hora debería empezar la subasta, pero ya habían inaugurado el hotel y estaba empezando a perder la paciencia, estar aquí era jodidamente aburrido.
—Pasamos mucho tiempo juntas, es la capitana de su equipo de tennis, y clasificó para las regionales, en la escuela es la presidente de la clase y su novio es el capitán del equipo de baloncesto, es altísimo.
Esta mujer con piel oscura y sonrisa perfecta, llevaba rato tratando de acabar con la cordura de mi madre presumiendo la vida de la chica y la suya; su hija no paraba de verme con expresiones extrañas, se notaba que tampoco le gustaba estar aquí.
Quedé flipando cuando Madeline le respondió.
—Oh, ¿en serio? El novio de Olivia es el co-capitán del equipo de fútbol americano de su secundaria y el capitán es Jayden, mi hijo. —casi me atraganto con mi propia saliva ante la mirada de la mujer, curiosa. —Oli tiene el coeficiente intelectual más alto de su escuela, y da clases privadas de álgebra como actividad extra curricular. Es muy intelectual, también le gusta mucho leer. Quizás aplique para Harvard al salir del instituto.
Quise decirle que también cantaba, pero eso no es algo que mi madre sepa, y mucho menos que le quisiera decir.
También traté de ignorar el hecho de que había mentido sobre mi pareja, la cual no existía, de todos modos nunca más vería a esa mujer y no creo que sea necesario pensar en un plan de respaldo por si lo quiere conocer.
Me exhibiría como un trofeo.
Como ahora.
—Oh, tu hija parece muy inteligente, quizás algún día podamos ir a tomar un café las cuatro juntas.
Olviden lo que dije.
—Sería fantástico. Aquí tienes mi número.
Madeline le entregó la tarjeta de presentación de Bienes Inmuebles Jones C.A. Y se dió la vuelta tomándome del codo.
—Eso estuvo cerca, ¿viste como presumía a esa niña? Ni siquiera se veía tan linda como Katherine la describe.
Rode los ojos y me solté, odiaba que destruyera a la gente de esa manera. Siempre critica a la gente hipócrita pero ella es la primera en hablar a las espaldas de esta forma.
—¿Podrías no mentir sobre mi pareja sentimental? Eso no es algo que te concierna. —le susurré sonriendo y viendo a los fotógrafos tomar fotos de gente desprevenida, lo último que quería era que me castigaran por salir con una mueca fastidiada en una portada de revista.
—No me hables así Olivia, todos mienten sobre sus parejas, te apuesto a que esa chica ni siquiera es presidente de su clase. —sonrió hacia un chico que se nos quedó viendo, el mismo que estaba sentado a mi lado más temprano.
Mi corazón tomó un ritmo acelerado cuando se nos acercó. Me di cuenta del tatuaje en su cuello, justo debajo de su oreja.
—Madeline Jones, que gusto conocerla al fin. —con voz coqueta y ojos seductores, el muchacho de estatura alta le tomó la mano a mi madre y besó el dorso, aunque no despegó su mirada de mi. —y tu debes ser su hija, Olivia Jones.
Tomó mi mano e hizo lo mismo. Mis vellos se erizaron y mi cuerpo se estremeció al sentir su aliento. Sus ojos color avellana me miraron pícaros, ególatras.
Este chico está bueno, y lo sabe.
—¿Y tu eres...
—Oh, perdón, que malos modales tengo, permítanme presentarme. —metió las manos dentro de sus bolsillos de pantalón blanco y sonrió con perfección. —Soy Grayson Smith, mi padre es el dueño de un bufete de abogados en Seattle, deben conocerlo.
—Uhm... su nombre es...
—Oliver Smith.
Abrí los ojos como platos. Oliver Smith es uno de los mejores abogados del país, pero es conocido por sus múltiples bufetes.
—¡Por supuesto! Tu padre compartió conmigo un avión una vez que fuimos a Paris, es tan agradable. ¿Está aquí? —Como no, Madeline lo conoce, y si no lo conoce actúa muy bien.
—No, hoy no ha podido venir, pero me ha enviado a mi en su lugar.
Me perdí en la conversación cuando mi teléfono vibró en mi mano. Me disculpé y lo atendí sin ver quien llamaba.
—¿Hola? —me alejé de aquellas dos personas y coloqué el móvil en mi oreja.
Una voz conocida se escuchó.
—Hey. —sonreí risueña cuando Colton habló por la línea, podía escuchar la música al otro lado, pero su voz se escuchaba fuerte y clara. —¿sigues en tu aburrida fiesta?
Suspiré.
—Y cada vez se pone peor.
Mi corazón salió desbocado cuando soltó una pequeña risa.
—Puedo ir a rescatarte si quieres.
Las puntas de mis pies picaron en un sentimiento que no sabría describir.
—¿Estás loco? —si se me ocurría irme de aquí, papá me castigaría como nunca.
—¿Porqué no? Jayden llegó hace diez minutos, pensé que vendrías con él.
Observé a todos lados. Efectivamente J no se encontraba por ningún lugar.
Maldito.
—No lo se... mis papás podrían enojarse mucho.
La idea era tentativa, pero seguía con dudas.
—Por favor... aquí está Sophie también, yo puedo ir a buscarte si es lo que te preocupa.
Mire a mi madre hablar con aquel chico misterioso, luego a todo el lugar. Puede que me equivoque, pero nunca lo sabré si no voy. Además, odio estar aquí.
A la mierda.
—Pero llévame a mi casa a cambiarme.
Escuché su sonrisa del otro lado.
—Trato hecho.
Colgué la llamada y me acerqué a mi padre, quien bebía whisky viendo su teléfono.
—Papá.
—¿Si, cariño?
—¿Dónde está Jayden?
—Dijo que se sentía mal del estómago, ¿por qué?
—Es que creo que los tacos me hicieron mal a mi también. Necesito ir a casa.
Sus cejas se alzaron incrédulas, pero sonrió.
—Se que estás aburrida, pero anda, vete. Yo te cubro con tu madre.
Sonreí con diversión, pero al mismo tiempo me tomó por sorpresa, supongo que vio mi cara de sufrimiento desde que llegué.
—Gracias papi.
Soltó una pequeña risa y me dejó ir.
Ahora veremos que me depara la noche.
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23:15 [LHC #1]
Teen Fiction[Primer libro de la trilogía: La Hora Cero.] -No lo entiendo, ¿porqué insistes en quedarte?-me abracé a mi misma y miré por la ventana. El gran ventanal con vista a aquella gran ciudad ahora inundada por un gran diluvio. -¿Es que no lo ves? Olivia...